Toda la representación teatral que está acompañando al trámite parlamentario de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2003, no puede ocultar su característica central, son reaccionarios, de derechas y favorecen a los ricos. Toda la representación teatral que está acompañando al trámite parlamentario de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2003, no puede ocultar su característica central, son reaccionarios, de derechas y favorecen a los ricos.

El PP los anuncia con la fanfarria característica y los presenta como los terceros consecutivos de déficit cero (aunque todo el mundo sabe que nunca los han cumplido), los de la creación de empleo y los de las mejoras sociales.

La realidad es bien distinta, son los presupuestos de la continuidad del trasvase de recursos hacia los que más tienen.

Alicia en el país de la maravillas

Lo primero que cabe destacar a la hora de analizar estos presupuestos es que los parámetros económicos en los que se basa son totalmente irreales. Están elaborados sobre una previsión de crecimiento económico del 3%, un crecimeinto de la inflación del 2% y un aumento de la inversión en bienes de equipo del 3%. Estas previsiones están cuestionadas hasta por el propio Banco de España, por los analistas más serios y un sector de los empresarios.

Todos los indicadores económicos vienen deteriorándose de forma inexorable. Así, el crecimiento del PIB del segundo trimestre de este año se situó en un 2%, las previsiones —salvo las del gobierno— anticipan una continuidad en la desaceleración; la inflación se situaba en agosto en el 3,6% y la inversión en bienes de equipo registra una caída en el primer semestre de 2002 del 4,7%. Un cambio en esta tendencia tan a corto plazo está prácticamente descartado por casi todo el mundo, salvo, una vez más por el PP. En el momento de escribir estas líneas el FMI vuelve a rebajar sus previsiones de crecimiento para la zona euro, rebajándola del raquítico 0,9% al 0,7%. Parece ser que el Gobierno es el único que se mantiene optimista, aunque realmente es un optimismo interesado, que llega al grado de mentira, con fines claramente propagandísticos.

Además, el Gobierno utiliza la opacidad como método para presentar a la opinión pública de este país una realidad totalmente falsa y distorsionada. Esto hasta lo comparten analistas de la prensa burguesa. Como muestra un botón: en el diario El País del domingo 29 de septiembre podemos leer lo siguiente: “del presupuesto (de 2003), tal como fue presentado, pocas conclusiones se pueden extraer, sea por incompetencia técnica de los autores del proyecto, por incapacidad para definir una política económica clara o por calculado oscurantismo”.

Por otro lado es evidente que en su lucha por aumentar los beneficios empresariales a costa de los salarios de los trabajadores, utilizan las previsiones de inflación para forzar a la baja las subidas salariales. En esta estrategia los primeros afectados (y llueve sobre mojado) son los empleados públicos que veían un año más reducido su poder adquisitivo.

Se mantienen los recortes para los trabajadores

El aparato propagandístico del PP anuncia a bombo y platillo que los gastos sociales subirán un 8,2% con respecto a 2002. Una vez más el PP miente. Para poder presentar este dato practican la ingeniería contable al incorporar a la supuesta subida de las partidas sociales el aumento de gastos que se va a producir este año con respecto al presupuestado inicialmene para el 2002, como consecuencia de la desviación de la inflación. Es decir, calculan la subida con respecto al presupuesto aprobado para 2002, no sobre el gasto real que se producirá fruto fundamentalmente de la desviación de la inflación, con lo que la cifra del 8,2% es falsa y no tendrá la más mínima repercusión en mejoras sociales, todo lo contrario y por supuesto, incluso en el caso de que fuera real (que no lo es) sería absolutamente insuficiente para cubrir las necesidades elementales en este terreno que existen.

Además, y siguiendo el refrán que dice “obras son amores y no buenas razones”, vemos cómo todas las leyes y medidas que están aprobando y que tienen en el cajón van en la dirección del recorte. Así, incluso con la retirada del Gobierno en algunos puntos del decretazo se mantienen medidas de recorte; por otro lado están planteando una vez más imponer próximamente el cálculo de las pensiones sobre toda la vida laboral, la política de becas del Ministerio de Educación también es regresiva y un largo etcétera.

No hay que olvidar que el factor que obliga a un incremento del gasto social es la previsión de la subida del paro. Este elemento lo hace público con la boca pequeña, porque no casa con la imagen fantástica que quieren presentar sobre la realidad social de este país.

Reforma del IRPF

Paralelamente a la tramitación parlamentaria de los presupuestos del 2003, el PP ha presentado una nueva reforma del impuesto sobre la renta (IRPF) con el objetivo de aprobarlo antes de fin de año.

Una vez más la realidad es completamente distinta a lo que la maquinaria propagandística nos quiere hacer creer. El objetivo central de esta reforma es que los ricos paguen menos, ni más ni menos, al reducir la tributación de las rentas del capital hasta un tipo único del 15%, mientras las rentas del trabajo tributan hasta un 45%.

En conclusión, los presupuestos del 2003 y la reforma del IRPF hay que enmarcarlos entre las medidas generales que viene aplicando el PP desde que llegó al gobierno en 1996, recorte de derechos laborales y sociales y medidas que suponen desde todos los puntos de vista aumentar los ingresos y beneficios de los empresarios de este país.

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