El nuevo gobierno dirigido por Urkullu, nacido de la coalición entre PSE y PNV, tiene poco de nuevo. Los consejeros que despertaron más contestación social por sus políticas de ataque —Economía, Sanidad y Educación— repiten en el cargo, dejando claro que los planes del PNV no han cambiado lo más mínimo. A cambio de entregarse a los deseos de la burguesía vasca, el PSE ha recibido tres consejerías. Igual que la dirección del PSOE consumaba con su abstención una bochornosa traición a los trabajadores, regalándole el gobierno a Rajoy, ahora el PSE —afín a Pedro Sánchez— sigue la misma senda y se ofrece voluntario para garantizar el control del gobierno autonómico a la burguesía vasca. La estrategia del PNV de buscar al PSE como socio de gobierno responde al objetivo de bloquear cualquier iniciativa de carácter social que, con los diputados de EH-Bildu (18), Podemos (11) y el propio PSE-PSOE (9), podría aprobarse por mayoría del parlamento.

La rebelión social de los últimos años ha dejado huella en las formaciones de la izquierda, empujadas a explotar su discurso más social y combativo. Otegi, a su salida de prisión se reivindicaba públicamente marxista y hablaba de la lucha contra los desahucios... La izquierda abertzale convocó numerosas movilizaciones antes de las elecciones, pero luego la dirección de EH-Bildu no ha perdido ocasión para ofrecerse a colaborar con el PNV. Una parte importante de la juventud y los trabajadores vieron en Elkarrekin Podemos una vía para expresar su descontento en las pasadas elecciones, pero Pilar Zabala y los portavoces estatales utilizaron en campaña un discurso descafeinado y alejado de cualquier alternativa de transformación radical de la sociedad.

Aunque es cierto que la negativa de Podemos a formar un gobierno de coalición con PNV y EH-Bildu ha dinamitado la tentación de la izquierda abertzale de implicarse en el gobierno del PNV, la realidad es que la formación morada tampoco ha levantado la bandera de la lucha como alternativa a ese escenario. Sin ir más lejos, en la sesión de investidura se mostraban a favor de dialogar y negociar con el PNV. Ambas formaciones revelan así la contradicción a la que se ven sometidas: es imposible servir a dos amos a la vez. O se defiende a los trabajadores o a la burguesía, al PNV, a quienes recortan en sanidad y educación, a los responsables de los desahucios, de la privatización de Kutxabank, a los que utilizan a la Ertzaintza para reprimir la movilización.

El PNV no defiende los derechos democrático-nacionales

La primera iniciativa de la coalición PSE-PNV ha sido el debate sobre el autogobierno para consensuar una nueva redacción del Estatuto de Guernica. Las declaraciones de los dirigentes del PNV son reveladoras al respecto. Urkullu, en la sesión de investidura, prometía “no caer en planteamientos irrealizables o insostenibles”. Andoni Ortuzar, presidente del PNV, decía que “este partido no va a prometer asaltar los cielos ni alcanzar cimas que se saben inexpugnables (…) No hay peor veneno que generar ilusiones con mentiras”, mientras Joseba Egibar desechaba la vía unilateral catalana: “Este partido jamás llevará a este pueblo a un callejón sin salida”.

En la lucha por los derechos democráticos nacionales como en la lucha por los derechos sociales, la burguesía vasca siempre estará en la barricada de enfrente a cualquier avance democrático y social. De hecho, el PNV se ha convertido en una pieza clave para sostener al gobierno de Rajoy, como ha demostrado al aprobar en el parlamento español junto a PP, PSOE y C’s el techo de gasto, preparando el terreno para aprobar los presupuestos de 2017.

El PNV presume de buen gestor y de ser muy dialogante pero los hechos revelan claramente qué intereses defienden. Mientras la riqueza en el último lustro en Hego Euskal Herria (CAV y Navarra) ha crecido más de 1.600 millones de euros, la clase trabajadora vasca ha perdido 1.000 millones. Según ELA, en las dos últimas legislaturas se han perdido 142.000 empleos y hay 78.000 parados más, teniendo “los terceros peores niveles de temporalidad y desempleo juvenil (de Europa)”. ¿Qué sentido tiene el diálogo con el PNV en vez de luchar contra sus políticas?

La solución a nuestros problemas y el ejercicio genuino del derecho de autodeterminación nunca vendrán de la mano de quienes provocan la explotación y precariedad para la mayoría. La única forma de conseguir el derecho a decidir, de acabar con los recortes, los desahucios y el paro no es pactar con sus responsables, sino movilizarnos en la calle. Unificando las luchas de los trabajadores y jóvenes en Euskal Herria, uniéndolas a las del Estado español e internacionalmente, e integrando en esta lucha las reivindicaciones por los derechos democráticos para Euskal Herria se podría lograr un giro completo. Nuestros aliados son los trabajadores y oprimidos del mundo. La lucha por los derechos sociales y democrático-nacionales es una sola: la lucha por el socialismo.

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