Los representantes sindicales llegaron ayer, 30 de septiembre, a un acuerdo de última hora con la patronal del sector de la limpieza. Pese a contar con el apoyo mayoritario de los trabajadores para ir a la huelga por un buen convenio, como se demostrLos representantes sindicales llegaron ayer, 30 de septiembre, a un acuerdo de última hora con la patronal del sector de la limpieza. Pese a contar con el apoyo mayoritario de los trabajadores para ir a la huelga por un buen convenio, como se demostró en las asambleas anteriores a la firma del mismo, han optado por aceptar, prácticamente sin cambios, la propuesta de los empresarios. El convenio plantea una subida salarial del 4% en el 2003, y el IPC más el 1% y el 0,5% respectivamente los dos años siguientes. Además un plus de 15 euros más un día compensatorio por trabajar festivos y poco más.

Este acuerdo fue trasladado en una tensa asamblea a los delegados, que finalmente terminaron por aceptarlo, si bien con un 30% de votos en contra. Pese a que el acuerdo no pudo ser ratificado en asamblea por los trabajadores, sí ha tenido como efecto inmediato la desconvocatoria de la huelga indefinida anunciada a partir del día 1 de octubre.

En ocasiones así, parece que determinados dirigentes teman más la movilización de los trabajadores que los ataques que puedan venir por parte de los empresarios. De otro modo no podemos comprender que, habiendo llegado tan lejos, y con el éxito de convocatoria que han tenido las dos asambleas generales convocadas en septiembre (más de dos mil trabajadores en cada una), no se haya dado el paso de llegar a un enfrentamiento decisivo con la patronal, para forzarles a mejorar su oferta. Lejos de eso, se ha desaprovechado el esfuerzo de movilización realizado durante todo el mes de septiembre y se ha arrojado un jarro de agua fría sobre las cabezas de los trabajadores, además de despreciar el esfuerzo que muchos compañeros han hecho en los tajos para sacar la huelga adelante, enfrentándose con jefes y encargados, por temas como los servicios mínimos, etc.

Ambiente combativo

En las dos asambleas convocadas antes de la firma del convenio el turno de palabras fue numeroso. Algunos topos, enviados allí por la patronal, que trataron de convencer a la asamblea de las bondades de la propuesta empresarial fueron fuertemente abucheados, no pudiendo ni siquiera terminar la intervención. En general, todas las intervenciones eran favorables a la huelga, y ya en varias se repetía invariablemente la misma idea: la plataforma sindical que planteaban los dirigentes era tan baja que, aún siendo una basura la propuesta de la patronal, se acercaba bastante a la de los sindicatos, sobre todo en la cuestión del incremento salarial.

Así no es de extrañar que se llegase a la firma del convenio, a pesar del ambiente en contra que se respiraba entre los trabajadores del sector.

Esta experiencia demuestra que obtener un buen convenio, no depende tanto de lo que los dirigentes sindicales están dispuestos a ceder, como de la presión y la fuerza que se demuestre en la calle. Ese era también el sentimiento mayoritario de los trabajadores, y las intervenciones más aplaudidas fueron aquellas que plantearon la necesidad de “ir a por todas” y de llevar la huelga hasta las últimas consecuencias, retomando además las reivindicaciones iniciales.

En todo caso, independientemente de que los dirigentes hayan firmado el convenio, lo que refleja este conflicto es que la paciencia de los trabajadores está llegando al límite, y que las necesidades que tienen chocan frontalmente con la actitud de las direcciones sindicales en los últimos años. La práctica sindical de negociar, sin recurrir casi nunca a la movilización de los trabajadores, ha tenido como resultado un retroceso salvaje en nuestras condiciones laborales. La patronal está crecida y quiere seguir profundizando sus ataques en todos los sectores. Por eso, cualquier mejora importante pasará por duros enfrentamientos que precisan de huelgas y contestación en la calle.

Es necesario comprender esto, en primer lugar, por parte de las actuales direcciones de CCOO y UGT, que deben corregir su práctica sindical basándose en la fuerza y participación de los trabajadores a los que representan, en lugar de ceder a las presiones de la patronal. Pero es también fundamental que los propios trabajadores demos un paso más, no sólo organizándonos sindicalmente, sino tratando de renovar los órganos de dirección de los sindicatos a todos los niveles, participando en las secciones sindicales, fortaleciendo los comités de empresa con delegados que estén más cercanos a las actuales condiciones que vive el movimiento obrero, etc. Preparándonos en definitiva para tratar de recuperar el terreno perdido en los últimos años.

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