Ningún cheque en blanco. La “consulta” impuesta sobre el chalé que Pablo Iglesias e Irene Montero se han comprado en la sierra de Madrid, se ha saldado con un durísima advertencia de la base. Después días de una enorme presión política sobre militantes y simpatizantes, y sin que existiera ninguna alternativa a la dirección, cerca de 60.000 inscritos e inscritas han señalado el grave error político que se ha cometido.

No es fácil hacer comulgar con ruedas de molino a mucha gente que se ha curtido en las duras experiencias de estos años. Estos 60.000 votos, como es evidente, no son ningún respaldo a Eduardo Inda ni a la derecha mediática, sino un llamamiento a que Podemos recupere el ideario con el que nació y no se despegue de los millones de trabajadores, jóvenes y mujeres, en su inmensa mayoría precarios y mal pagados, desempleados o desahuciados.

Una crítica por la izquierda necesaria y legítima

Los resultados de la llamada “consulta”, que en realidad se parece a un plebiscito como una gota de agua otra, no han desatado ningún triunfalismo en la dirección. No es para menos.

Los inscritos e inscritas que han participado llegaron a los 188.176, el 38,5% de un censo de 487.772. A favor de la continuidad de Iglesias como secretario general, y de Montero como portavoz parlamentaria, se han pronunciado 128.300 (68,42%), mientras que 59.224 (31,58%), la han rechazado. En cifras globales, uno de cada tres ha censurado duramente a Pablo Iglesias, Irene Montero y a los dirigentes que les ha secundado. Aunque el número de votos a favor de Pablo Iglesias es similar al que obtuvo su candidatura a secretario general en Vistalegre II, su respaldo ha caído del 89% al 68%, 21 puntos menos, ya que en esta ocasión han votado 33.000 inscritos más.

Lo acontecido encierra muchas lecciones políticas. Para empezar, no se puede obviar que miles de militantes de Podemos, aunque tuvieran dudas más que razonables, han votado con una pistola en la sien. Desde la dirección se ha tocado a rebato, descalificando groseramente cualquier voz crítica como la del alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi'. Tanto las declaraciones de Iglesias o Pablo Echenique, como los mensajes trasladados por numerosos dirigentes en las redes sociales y medios de comunicación, presentaban la compra de este chalé como una cuestión de vida o muerte para Podemos, hasta el punto que el 22 de mayo se envió a todos los inscritos una carta con un tono sorprendente. “Queremos llegar a todos los rincones de nuestro país: ¡potenciemos la participación de las personas inscritas en Podemos! ¡Eliminemos barreras tecnológicas que dificulten a la gente expresar su opinión! ¡Pongamos puntos de votación a pie de calle o dentro de locales!...”. La misiva terminaba reclamando el voto favorable de manera dramática: “Ante el intento de destrucción de Podemos por las cloacas del Estado con Eduardo Inda al frente, ¡ES AHORA O NUNCA!”.

Aunque sea duro decirlo, el estilo utilizado recuerda a los métodos del viejo estalinismo.

Iglesias y Montero, y con ellos Monedero y un amplio sector de la dirección, se han equivocado en esta estrategia. No han comprendido, y siguen sin entender, que es imposible justificar ante una parte muy amplia de la base social y electoral de Podemos una decisión de este tipo. En estos días hemos leído y escuchado de todo. Que “un piso de 90 metros en un barrio obrero cualquiera de Madrid o Barcelona cuesta 400.000 euros”. Que “con su dinero ganado honradamente pueden hacer lo que quieran”. Que “aquí lo que no ha funcionado ha sido el partido que se tenía que haber ocupado de la seguridad de sus líderes y haber pensado qué hacer y buscar una solución cuando la ecografía de tus hijos sale en el OK diario” como escribió Juan Carlos Monedero (1). En fin, cuesta creer que se recurran a estos y otros argumentos similares.

No, la cuestión es otra, y la señalábamos en la anterior declaración que escribimos sobre el asunto:

 “Los dirigentes de una formación que nació para acabar con los privilegios de la casta política y económica, que utilizaba una crítica demoledora al sistema y sus prácticas corruptas, que apelaba a la igualdad y la defensa de los derechos sociales frente a las privatizaciones y las puertas giratorias… esos dirigentes hoy, con su opción de vivir en los mismos espacios de la casta, en unas condiciones materiales ajenas a las de millones de trabajadores, jóvenes, desempleados y gente corriente…¿están actuando de manera coherente con la política que dicen defender?

Pablo Iglesias e Irene Montero han mostrado su indignación por el asedio al que les someten los paparazzi, por los insultos de la prensa reaccionaria o las manifestaciones de fascistas a las puertas de su nueva casa. Obviamente, rechazar estos ataques es una obligación de cualquier militante de izquierdas. Pero Pablo Iglesias e Irene Montero deberían entender que lo suyo no es algo extraordinario. Su sufrimiento, puestos a poner un listón, es incomparablemente más llevadero que el que soportan decenas de miles de familias desahuciadas, muchas de ellas monoparentales de mujeres con hijos a su cargo y que jamás tendrán la posibilidad de acceder a la compra de un chalet en la sierra norte de Madrid. No es comparable al de los jóvenes que sobreviven con salarios miserables y son explotados duramente, o se ven empujados al agujero del desempleo crónico sin más expectativa que la de emigrar. Por supuesto que vivir el acoso de los fascistas es algo deleznable, pero en este país hay dirigentes independentistas presos por sus ideas, militantes de izquierdas en Catalunya que sufren agresiones físicas de bandas fascistas amparadas por la justicia, tuiteros que son juzgados por sus mensajes, y raperos que son encarcelados por canciones que dicen la verdad.

Karl Marx señaló hace mucho tiempo que el ‘ser social determina la conciencia’, es decir, que las condiciones de existencia de las personas moldean su manera de considerar el mundo, la sociedad y la política (…) Siguiendo el razonamiento de Pablo Iglesias, Irene Montero y de todos los que han aplaudido su comportamiento, cabe preguntar: ¿Y si todos los miembros del Consejo Ciudadano imitan su ejemplo? ¿Qué ocurriría si los dirigentes de Podemos en todos los niveles, diputados y concejales incluidos, adquieren casas de lujo en sus ciudades y localidades? ¿Pero no ha sido ese el signo visible de la degeneración política de la socialdemocracia española? (…). ”  2

Tomar nota sí, pero de verdad

Después de conocer el resultado, Pablo Iglesias ha explicado por carta que toma nota de ese 30% de personas inscritas que no le han apoyado ni a él ni a Irene Mortero. Es correcto tomar nota, pero de verdad. Hay que volver a la política de confrontación contra el sistema que hizo grande a Podemos y le granjeó las simpatías y el apoyo de millones.

Pablo Iglesias y la dirección de Podemos tienen que mirar más hacia los de abajo, en lugar de deslumbrarse por los de arriba. Escuchar sobre todo a los que padecen y luchan, y no dejarse arrastrar por la charlatanería parlamentaria y el cretinismo institucional. Deben abandonar la subordinación a Pedro Sánchez, y recuperar la movilización masiva y contundente en las calles, incluida la huelga general, para tumbar definitivamente a este gobierno de la corrupción, los recortes y la represión.

Notas

  1. 1. Podemos: hacerse mayor, Juan Carlos Monedero ( http://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2018/05/23/podemos-hacerse-mayor/ )
  2. 2. Su moral y la nuestra. Conciencia de clase y chalets de 600.000 euros (http://www.izquierdarevolucionaria.net/index.php/estado-espanol/general/11089-su-moral-y-la-nuestra-conciencia-de-clase-y-chalets-de-600-000-euros )

 

Notas

  1. 1. Su moral y la nuestra. Conciencia de clase y chalets de 600.000 euros (http://www.izquierdarevolucionaria.net/index.php/estado-espanol/general/11089-su-moral-y-la-nuestra-conciencia-de-clase-y-chalets-de-600-000-euros)

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