Ni toda la atención mediática, ni los autobuses gratis desde cualquier punto de la península, ni la campaña anticatalanista salvaje, nada ha podido frenar el fracaso estrepitoso de la concentración convocada a nivel estatal el pasado domingo 10 de febrero en Madrid por el Partido Popular, Ciudadanos y Vox. Bajo el lema “Por una España Unida”, el bloque reaccionario de la ultraderecha reunió, a pesar de sus poderosisimos medios, a menos de 50 mil personas en la Plaza de Colón.

La derecha y la ultraderecha se esperaban un baño de masas. Ciudadanos y Vox, aireados por las encuestas electorales, y el Partido Popular, necesitado de cualquier muestra de apoyo en la calle, han aprovechado el inicio del juicio a los presos políticos catalanes, y el diálogo entre la Moncloa y la Generalitat de cara a los Presupuestos Generales, para cargar contra Pedro Sánchez y el Gobierno del PSOE, exigiendo unas “elecciones ya”. Y como no podía ser de otra manera, y haciendo gala de su franquismo y españolismo repugnante, los convocantes han invitado y compartido la concentración con más organizaciones reaccionarias, como La Falange, España 2000 o el Hogar Social Madrid, cuya cabecilla está imputada por un delito de Islamofobia.

No hubo bandera franquista lo suficientemente grande como para tapar las caras largas y el ambiente gris que hubo desde el comienzo de la concentración. El fracaso absoluto estaba en boca de todos. Las comparaciones son odiosas, pero en las redes sociales corrían como pólvora montajes que enfrentaban esta movilización frente a la masiva manifestación de la Huelga Feminista del 8M del año pasado, las Marchas de la Dignidad en el 2016 o la última Diada, que reunieron en Madrid o Barcelona a más de un millón de personas, con muchos menos recursos, pero con muchísima más fuerza, asistencia e impacto.

El mismo día, a la misma hora y sin ninguna ayuda por parte de los grandes empresarios o medios de prensa, decenas de miles de personas abarrotaban las calles de Santiago de Compostela  en defensa de la sanidad pública gallega y en contra el gobierno del popular Alberto Núñez Feijóo. Así mismo, el día anterior, otros tantos miles de personas en Madrid, convocados por los Taxistas, la Plataforma Estatal en Defensa de las Pensiones Públicas, el Sindicato de Estudiantes y una decena más colectivos en lucha nos manifestamos contra la precariedad, paralizando las calles del centro, portando con carteles donde se leía #YoNOvoy (en referencia a la concentración ultraderechista), y cantando al unísono consignas como “te va a votar tu madre” o “¡si se puede!”. Estas movilizaciones marcan el camino, no solo para aislar y hacer frente a la ultraderecha, sino para poner encima de la mesa las reivindicaciones sociales y políticas que tenemos la mayoría de la población.

El tripartito de la ultraderecha se ve fuerte, pero la realidad es mucho más concreta que cualquier encuesta. Por más ruidoso que pueda ser el bloque reaccionario, las calles son de la clase obrera y de la juventud. Y así se demostró el pasado domingo 10 de febrero.

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