Nunca, en estos últimos treinta años, la ofensiva política y mediática para criminalizar a la joven generación había alcanzado las dimensiones del momento actual. Periodistas del mamporro, como los habituales e incombustibles reaccionarios que vierte La juventud en lucha contra la derecha

Nunca, en estos últimos treinta años, la ofensiva política y mediática para criminalizar a la joven generación había alcanzado las dimensiones del momento actual. Periodistas del mamporro, como los habituales e incombustibles reaccionarios que vierten sus soflamas en periódicos como El Mundo o La Razón, televisiones públicas y privadas, sociólogos dispuestos a suministrar "datos científicos" para justificar esta cruzada, la Iglesia, incluso la Reina Sofía, forman este ejército oscurantista que liderado por el PP quiere domesticar definitivamente a esta juventud "desmandada".

Todos los días a todas horas, telediarios, editoriales o artículos de opinión, nos recuerdan que estamos llegando al límite de lo tolerable con una juventud perezosa, de vida fácil y cómoda, viciosa y alcohólica, desentendida de los estudios, violenta e irrespetuosa, que desprecia el esfuerzo individual y el valor del sacrificio. Aunque parezca increíble este es el diagnostico que no sólo el PP y su "culto" líder José Mª Aznar han realizado sobre los jóvenes, en esta apreciación confluyen también algunos intelectuales de pasado rojillo y hoy reconvertidos en aduladores de la derecha. Es el caso de Don Paco Umbral, por poner un ejemplo bastante representativo, siempre dispuesto con su plumilla a firmar unas cuantas líneas remojadas de odio y desprecio hacia la juventud y servilismo hacia la ministra de educación que tanto hizo por concederle el premio Cervantes. De esta manera un sector de la llamada "intelectualidad" paga las hipotecas que ha contraído con la derecha.

Una campaña consciente y bien planificada

Esta campaña no tiene nada de casual. El gobierno del PP y la burguesía han comprendido perfectamente el potencial de contestación y desafío que para sus intereses representa la juventud. La derecha se ha basado durante años en la confusión política que existía entre amplias capas de jóvenes. Por supuesto en esta cuestión ha contado con la ayuda indirecta de las direcciones de la izquierda tradicional, tanto política como sindical, que con su mensaje reformista y desmovilizador han perdido el apoyo de millones de jóvenes. Sin embargo la situación ha cambiado bruscamente.

Las extraordinarias movilizaciones contra la LOU de los meses pasados, en las que cientos de miles de jóvenes universitarios se manifestaron contra la derecha en todas las ciudades del país, supusieron un toque de alarma para el PP y la burguesía. Había que remontarse a los años 1986/87 para encontrar un movimiento juvenil de estas dimensiones. De hecho, la marcha a Madrid del 1 de diciembre de 2001 fue la manifestación de jóvenes (300.000) más grande de los últimos treinta años. En estas movilizaciones la conciencia de la juventud ha dado un paso adelante, especialmente en lo referido al PP. Ahora, para un amplio sector de la juventud la derecha es lo que de verdad siempre ha sido, la expresión política de la reacción y los intereses de los ricos, y no esa bondadosa caricatura centrista que nos han intentado vender durante años. La brutal represión policial a las manifestaciones también ha contribuido a que miles de jóvenes lleguen a estas conclusiones.

Intereses estratégicos de la burguesía

Aznar y la burguesía han comprendido el peligro que representa una juventud movilizada, que además sirva de inspiración para el conjunto del movimiento obrero. Por eso tratan de criminalizarla, desprestigiarla y amordazarla con medidas represivas. El ataque se produce en varios frentes.

Lo primero es trasladar la imagen de una juventud alcoholizada y para ello qué mejor excusa que el botellón. Si de lo que se trata es de hacer demagogia barata y esconder la auténtica naturaleza del problema, el gobierno del PP está demostrando un dominio absoluto de ambas cuestiones. Es cierto que la juventud bebe y bebe mucho y no seremos los marxistas quienes aplaudamos esta situación. Pero la realidad es que este es el tipo de ocio al que condenan a millones de jóvenes en nuestro país. La burguesía ha hecho de esta forma de ocio embrutecedor la norma, además de una fuente de beneficios fabuloso. Un gobierno como el del PP, que recorta los gastos educativos, que impide directamente que los jóvenes accedan a un empleo digno y de calidad sometiéndonos a la dictadura de las Etts y la precariedad; que nos obliga a permanecer en la vivienda de nuestros padres porque es imposible para cientos de miles acceder a una vivienda ni social, porque la oferta es inexistente, ni privada porque los precios son prohibitivos; un gobierno que niega una política cultural al servicio del pueblo, que impide precios populares de cines y teatros, que niega cualquier ayuda económica para la creación de casas de la juventud con medios materiales, que impide que los grupos jóvenes de teatro, música y otras artes puedan desarrollar su talento en buenas condiciones; un gobierno así no tiene ninguna autoridad moral para condenar a la juventud porque bebe.

En la práctica esta campaña descarada contra la juventud con la excusa del botellón, oculta las auténticas causas de la existencia de este problema. La cuestión no es que los jóvenes beban, sino dónde beben y qué pagan. Ahí están esos honrados empresarios que dirigen las multinacionales del licor y la hostelería, pidiendo rigor y defendiendo una cultura más "sana" del beber ¡por supuesto! Que la juventud beba, pero que lo haga en nuestros locales y a nuestros precios. De hecho, estos sectores del empresariado, con la aquiscencia del PP, no tienen ningún reparo en organizar macrofiestas como la celebrada hace unos días en Málaga, donde dos jóvenes murieron a causa del consumo de éxtasis. Dos jóvenes envenenados por droga, distribuida en la fiesta por grupos de camellos que realizaban su trabajo con total impunidad. No se puede responsabilizar a la juventud de estas muertes; los jóvenes son víctimas y los verdugos son los que defienden este sistema social.

Con esta excusa el gobierno ha transformado el problema del botellón en uno de orden público y, como siempre, su alternativa es la represión. La famosa ley que proyectan para reducir el acceso de jóvenes al alcohol basada en el modelo americano, ¡vaya un modelo ejemplar!, castigará el consumo de alcohol en la vía pública pero lo permitirá en los locales; y, por encima de todo, intentará imponer un toque de queda en barrios y zonas de las grandes ciudades para recluir a los jóvenes en sus casas.

El otro frente es el educativo, y aquí la estrategia es aún más grosera: responsabilizar a los propios jóvenes del fracaso escolar y castigarlos con la expulsión del sistema educativo y nuevas trabas selectivas. Obviamente el gobierno pretende llevar a cabo una reforma educativa que liquide la enseñanza pública, transformándola en un servicio asistencial para población marginal e inmigrantes, en beneficio de la privada concertada. Para lograr este objetivo, utiliza hábilmente la crisis de la escuela pública que ellos mismos han generado con su política de recortes salvajes del presupuesto.

La vergonzosa campaña que el PP ha llevado a cabo contra la huelga general que el Sindicato de Estudiantes ha protagonizado el 7 de marzo y que ha sido respaldada por decenas de miles de estudiantes en la calle, da una idea de sus auténticas intenciones. Han utilizado a directores y profesores del PP para cargar contra la huelga sin dar la oportunidad de celebrar asambleas, y sobre todo han empleado los servicios inestimables de sus medios de comunicación.

A pesar de todos los intentos represivos de la derecha, la juventud sigue estando a la vanguardia de la lucha por sus derechos y una sociedad mejor. Los jóvenes no toleran este ambiente asfixiante de doble moral, que condena el comportamiento de la juventud pero respalda y ampara la violencia del capitalismo, las guerras imperialistas, la explotación de hombres, mujeres, jóvenes y niños, el saqueo de los países pobres o la muerte de millones de personas todos los años, en nombre de la libertad de empresa y la "democracia".

Esta joven generación encontrará en su camino las ideas del marxismo revolucionario, las ideas que defiende la tendencia marxista agrupada en El Militante. Armados con el programa de la revolución socialista, la juventud romperá las barreras de la represión y la explotación y conquistará una vida donde todo su potencial creativo pueda desarrollarse plenamente.

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