El ambiente de lucha existente en el movimiento obrero se volverá a poner de manifiesto en la concentración que CCOO y UGT preparan para el 5 de octubre en Madrid, como continuación de la huelga general. Pero además de las necesarias movilizaciones cXaquín García Sinde

Comisión Ejecutiva CCOO de Galicia

El ambiente de lucha existente en el movimiento obrero se volverá a poner de manifiesto en la concentración que CCOO y UGT preparan para el 5 de octubre en Madrid, como continuación de la huelga general. Pero además de las necesarias movilizaciones concretas, ¿cuál debe ser la estrategia sindical a seguir?

Qué duda cabe de que el éxito rotundo del 20-J fue en la misma medida un serio revés para el PP. La extensa remodelación del gobierno, ministro de Trabajo incluido, a los pocos días y ahora el intento de desviar la atención con la supuesta "lucha contra el terrorismo" así lo evidencian. Pero, como los marxistas ya explicamos anteriormente, el gobierno no cambiará de política fácilmente porque, en estos tiempos de crisis orgánica del capitalismo, la burguesía lucha por mantener sus beneficios y para ello necesita atacar las condiciones laborales.

Para empezar, el PP sigue en sus trece: ni un solo gesto hacia los sindicatos más allá de las palabras de Zaplana al tomar posesión como ministro. Y, por supuesto, ni hablar de retirar el decretazo. Pero, además, está dando nuevos pasos: el viernes 5 de julio, el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de Ley Concursal (una nueva ley justificada en la conveniencia de recopilar toda la legislación vigente sobre quiebras empresariales, pero cuyo borrador incluía la eliminación de derechos y garantías para los trabajadores, como la prioridad absoluta de las deudas salariales en el concurso de acreedores de las empresas quebradas) sin informar siquiera a los sindicatos, que se enteraron por el periódico.

También amenaza, como ya hiciera el año pasado, con reformar la negociación colectiva en caso de que los sindicatos no prorroguen el acuerdo de moderación salarial de este año (ANC 2002). Por supuesto, siguen hablando de recortar más las pensiones y ya anunciaron que a los funcionarios les van a dar en 2003 el 2%, que será nuevamente la previsión de aumento del IPC, cuando en estos momentos la inflación interanual es ya del 3,6%. Asimismo, como aviso para navegantes, una jueza de la Audiencia Nacional se ha puesto a investigar el uso por los sindicatos del dinero para la formación.

Hay que continuar la lucha

Si el movimiento obrero no consigue echar atrás el decretazo, el PP se lanzará a degüello para imponer todos los planes que tiene en cartera, y que hasta ahora dosificaba por las ventajas que obtenía de contar con el beneplácito de los líderes sindicales. Por tanto, proseguir la lucha hasta derrotar al PP es imprescindible. El primer paso es el 5 de octubre. Tenemos que ser cientos de miles en la calle, para dejar claro a todo el mundo que estamos dispuestos a continuar la lucha y que reclamamos su continuación.

Ahora bien, probablemente tampoco el éxito del 5-O sea suficiente para que el PP dé marcha atrás. Y en este sentido, se nota cierta carencia sindical, se echa en falta un hilo conductor de la movilización, una estrategia de conjunto en la que se inscriba cada movilización y que tenga previstos los pasos a dar para aumentar progresivamente la presión en caso de que el PP no acceda a nuestras reivindicaciones. Y con la perspectiva más a largo plazo de que, si el gobierno no cediese, las únicas alternativas serán dirigir la lucha directamente contra él, para derribarlo.

La estrategia necesaria

CCOO y UGT deberían aprovechar el 5-O para anunciar otra huelga general más amplia y contundente que el 20-J. El ánimo y entusiasmo que sin duda generaría reforzarían el ambiente unitario entre la clase obrera y favorecerían una convocatoria el mismo día en todo el Estado, lo que ya de por sí le daría a la nueva huelga un carácter más extenso. Con este fin, deberían invitar a todas las organizaciones sindicales que mostraron su rechazo a las medias del PP (SOC, ELA-STV, CIG, CGT, LAB...) a una cumbre sindical para concretar esa nueva huelga general.

La burguesía reaccionó rabiosamente ante el 20-J. Hubo represión policial, despidos, actitudes antisindicales tan graves como las vistas en El Corte Inglés de Málaga, etc. Necesitamos prepararnos mejor, fortalecer el movimiento. ¿Cómo? Por un lado, las direcciones sindicales deben plantear un programa de lucha con reivindicaciones concretas que sirvan para mejorar de forma inmediata las condiciones de vida y trabajo de nuestra clase. Por otro lado, deben organizar una campaña de asambleas en las fábricas, los centros de estudio y los barrios obreros que llegue a todos los trabajadores y jóvenes —especialmente a los sectores más explotados: precarios, mujeres e inmigrantes— dando a conocer ese programa reivindicativo, llamando a la lucha y organizando comités de huelga en todos los tajos para llevar adelante las tareas preparatorias de la nueva huelga general y hacer frente a los abusos de la patronal en cada empresa.

Un nuevo período

El período de pactos sociales llegó a su fin, y cuanto antes asuman esta realidad los dirigentes sindicales, mejor. Todavía creen que hay margen para el consenso, pero no lo hay. De hecho, si lo hubo antes fue únicamente porque ellos aceptaron los recortes. Sus llamamientos a que el gobierno corresponda a la "responsabilidad" que ellos demostraron son una pérdida de tiempo y sólo sirven para confundir a los trabajadores.

Mientras que para la burguesía el "diálogo social" fue un mero instrumento para conseguir sus fines —por eso lo abandonaron en cuanto encontraron un obstáculo—, los dirigentes sindicales se creyeron su propio discurso ("la negociación como un fin en sí mismo", "el valor intrínseco del diálogo", etc.).

El sindicalismo de pactos y consensos con empresarios y gobierno nunca sirvió para que los trabajadores avanzásemos, como se ha demostrado una vez más. El 20-J marcó el comienzo de un período turbulento en la lucha de clases. En este nuevo período, es necesario un sindicalismo combativo.

La vigencia del marxismo

Como demuestra toda la historia moderna, los intereses de nuestra clase dependen del nivel de conciencia y organización en cada tajo. El estar organizados y unidos frente a los empresarios es lo único que realmente garantiza que los trabajadores podamos hacer frente en el día a día a las continuas agresiones que sufrimos, que no se viole la legislación laboral, que se respeten nuestros derechos, etc.

Que un sindicalista comprenda y asuma que su tarea fundamental es aumentar dicho nivel de conciencia, organización y participación de los trabajadores depende de que ese sindicalista esté armado con ideas políticas propias, con una visión del mundo propia, con su propia filosofía, que sólo puede ser la filosofía de la clase obrera: el marxismo.

El 20-J vio la entrada en el camino de la lucha de una nueva generación de jóvenes obreros, que sin duda jugarán un papel clave en la recuperación de las tradiciones combativas del movimiento obrero. En este proceso, el gran reto que tenemos los trabajadores es la construcción de una poderosa corriente marxista que haga posible que la lucha por unas condiciones de vida dignas culmine en la transformación socialista de la sociedad.

¡Únete a los marxistas de El Militante para luchar por un sindicalismo combativo!

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