El Ministerio de la Igualdad se ha estrenado con una serie de medidas acordes con su naturaleza: puro maquillaje, puro adorno, maniobras de despiste que están en consonancia con lo que significa la igualdad para la socialdemocracia en tiempos de crisis: simple formalismo carente de contenido real. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, anunció a principios de junio, en su primera comparecencia en el Congreso, la puesta en marcha de un teléfono de información exclusivo para maltradores "que les ayude a canalizar su agresividad" y "que les ayude a informarse en vez de recurrir a la violencia". Así que la violencia contra la mujer es un problema de "canalización" y de "información" que será subsanado con un hilo de cobre que supuestamente el agresor machista utilizará para descargar su ira contra un telefonista y así informarse, relajarse y olvidar, o más bien aplazar, su deseo de dar una paliza a su compañera.

El Ministerio de la Igualdad se ha estrenado con una serie de medidas acordes con su naturaleza: puro maquillaje, puro adorno, maniobras de despiste que están en consonancia con lo que significa la igualdad para la socialdemocracia en tiempos de crisis: simple formalismo carente de contenido real. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, anunció a principios de junio, en su primera comparecencia en el Congreso, la puesta en marcha de un teléfono de información exclusivo para maltradores "que les ayude a canalizar su agresividad" y "que les ayude a informarse en vez de recurrir a la violencia". Así que la violencia contra la mujer es un problema de "canalización" y de "información" que será subsanado con un hilo de cobre que supuestamente el agresor machista utilizará para descargar su ira contra un telefonista y así informarse, relajarse y olvidar, o más bien aplazar, su deseo de dar una paliza a su compañera.
Además del teléfono de atención al maltratador, el ministerio de Bibiana Aido propone levantar un monumento a las víctimas de violencia doméstica. Según el ministerio, son medidas para aumentar la sensibilidad social con este problema. Sin embargo no es sensibilidad social lo que falta, como demuestran las constantes manifestaciones populares de rechazo cada vez que se produce una agresión, sino la financiación y la cualificación necesarias para minimizar los efectos de la violencia machista, ya que erradicarla completamente no es posible mientras persista el capitalismo, que es la principal fuente de violencia de todo tipo en la sociedad.
Los centros de atención a la mujer, si bien siempre ha sido insuficientes tanto en número como en dotaciones, al menos cumplían una función clara de dar un espacio seguro con tratamiento de profesionales (trabajadores sociales, auxiliares, psicólogos etc.); pero la constante privatización y la falta de financiación para éstos los ha dejado prácticamente en los huesos.
El Ministerio de la Igualdad tampoco se ha olvidado en este paquete de medidas de ayudar justo a quien más lo necesita... ¡los empresarios!, anunciando planes de ayuda económica para las empresas que promuevan más medidas de inserción laboral de mujeres maltratadas, ex prostitutas y mujeres de más de 45 años. Es la manera en que el reformismo entiende la lucha por la igualdad: ayudas reales para el empresario y "medidas imaginativas" para las víctimas.
Ni hay medios económicos y materiales necesarios ni son adecuados los instrumentos del Estado burgués para hacer frente a esta lacra que es la violencia contra la mujer. La protección de la mujer y de los menores sería mucho más efectiva si se organizara desde el propio movimiento vecinal, promover el asociacionismo en los barrios obreros, la participación política de la mujer trabajadora en los sindicatos y partidos obreros, que los propios trabajadores y trabajadoras propongan y lleven a cabo las medidas de seguridad en los barrios para contrarrestar la pasividad policial y el burocratismo de los Ayuntamientos.
El teléfono mágico de Bibiana Aido no va a resolver ni siquiera una migaja de este terrible problema que continúa creciendo día tras día. Es una burla, una vejación más que la mujer trabajadora tiene que soportar en la sociedad capitalista. Mientras que para los marxistas la igualdad es un objetivo central y necesario, completamente vinculado a a la lucha por la supresión de las clases sociales y por el socialismo, para los reformistas no es más que una formalidad con el fin de dar una tenue envoltura progresista a su política y  seguir haciendo, en la práctica, la política que necesitan los capitalistas.

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