La decisión de Rosa Aguilar, hasta hace poco miembro de la dirección federal de IU, de aceptar el ofrecimiento para ser consejera de la Junta de Andalucía no puede sorprender a nadie a estas alturas. Digamos para empezar que la ex alcaldesa de Córdoba venía siendo protagonista de situaciones que ya apuntaban en esa dirección. El propio Zapatero barajó la posibilidad en las últimas elecciones generales de ficharla en su equipo como secretaria de estado. Rosa Aguilar, que nunca pareció hacer ascos a estas expectativas, confesaría tras las elecciones que había votado al PSOE para el Senado. En la mente de todos se dibujó también esta perspectiva cuando en el reciente Congreso Federal de IU vinculó su permanencia en la coalición a la victoria de Llamazares y su proyecto político, que como todos sabemos, fue derrotado por Cayo Lara y el sector del PCE.

La decisión de Rosa Aguilar, hasta hace poco miembro de la dirección federal de IU, de aceptar el ofrecimiento para ser consejera de la Junta de Andalucía no puede sorprender a nadie a estas alturas. Digamos para empezar que la ex alcaldesa de Córdoba venía siendo protagonista de situaciones que ya apuntaban en esa dirección. El propio Zapatero barajó la posibilidad en las últimas elecciones generales de ficharla en su equipo como secretaria de estado. Rosa Aguilar, que nunca pareció hacer ascos a estas expectativas, confesaría tras las elecciones que había votado al PSOE para el Senado. En la mente de todos se dibujó también esta perspectiva cuando en el reciente Congreso Federal de IU vinculó su permanencia en la coalición a la victoria de Llamazares y su proyecto político, que como todos sabemos, fue derrotado por Cayo Lara y el sector del PCE.
Precisamente esta última cuestión, la conflictiva situación interna de IU y la nueva relación de fuerzas salida del proceso congresual, producto de la cual Rosa Aguilar quedaba bastante aislada, ha sido presentada como la causa última de su deserción.
Y hemos de decir que, sin duda, todos estos acontecimientos han jugado un papel en el desenlace final, pero la verdadera explicación de lo sucedido hay que buscarla en la propia política que Rosa Aguilar viene defendiendo en el último período, tanto dentro de IU, identificándose con el modelo representado por Llamazares, como al frente del Ayuntamiento de Córdoba. La clave del asunto es que esta política poco o nada se ha diferenciado de la política socialdemócrata, cuyo exponente más genuino en el Estado español es el PSOE. Así, su integración en la órbita socialista no ha supuesto para ella ruptura alguna con su trayectoria política de los últimos años, sino más bien una continuación.

‘Llamazarismo' y política municipal

En el último periodo, y así incluso se ha reconocido internamente, la política de IU ha sufrido un progresivo giro hacia la derecha que proviene básicamente del abandono de una política de clase, revolucionaria, orientada al contacto y la lucha en la calle, en las barriadas, en los centros de trabajo y de enseñanza, por una política centrada en las instituciones, en los despachos, plenos y parlamentos, lugares propicios para el privilegio y el reparto de puestos. El llamazarismo representa el punto más extremo al que se ha llegado en esta deriva. Y la consecuencia ine-vitable de este desplazamiento ideológico es que IU en la práctica, bajo el liderazgo de Llamazares, ha sido un partido más del sistema, que en la práctica aceptaba la lógica del capitalismo y sólo pretendía pequeñas reformas que mitigaran sus aspectos más salvajes. Esto, es perfectamente asumible por los líderes del PSOE, cuyos dirigentes no han tenido ningún problema durante el primer gobierno de Zapatero, en llegar a todo tipo de acuerdos por arriba con IU, hasta el punto de que Llamazares parecía un ministro sin cartera del gobierno del PSOE.
Rosa Aguilar se ha alineado en todo momento con estas posiciones y su política en el Ayuntamiento de Córdoba en cuestiones fundamentales como la vivienda y el desarrollo urbanístico no se ha diferenciado en nada de la política de los ayuntamientos gobernados por el PSOE o incluso del PP, es decir, recalificaciones de suelo privado, privatización del derecho a la vivienda y venta de suelo público a especuladores inmobiliarios con la excusa de "proyectos de inversión y desarrollo". La imagen más elocuente de esta política son la numerosas apariciones públicas de Rosa acompañada de importantes empresarios "emprendedores" que iban a devolver a Córdoba al esplendor del Califato y que la crisis del ladrillo ha situado en su verdadero papel, que no es otro que el de especuladores que utilizan el trato preferencial de los ayuntamientos para sus pelotazos urbanísticos.
La aceptación de una determinada política tiene sus consecuencias, que una vez explicadas aparecen de forma lógica y natural. Lo hemos podido comprobar con Rosa Aguilar y otros pueden seguir su camino. El  diario El País ofrecía su particular visión sobre este episodio con el título ‘El día en que Rosa Aguilar cambió de bando'. Noso-tros añadiremos que, efectivamente cambió de bando... pero no de política.

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