El gobierno cede ante la CEOE, el FMI y la banca. La burguesía declara la guerra a los trabajadores y sus organizaciones
La huelga del 29 de septiembre debe ser el punto de partida de un proceso de lucha amplio, contundente y sostenido en el tiempo que responda a los ataques ya aprobados y a los que se vienen encima: la reforma de las pensiones; la supresión de ayudas a los parados de larga duración y la reducción de las cuantías económicas del desempleo; el recorte salvaje del gasto público en los presupuestos de 2011, entre otras.
El gobierno cede ante la CEOE, el FMI y la banca. La burguesía declara la guerra a los trabajadores y sus organizaciones
La socialdemocracia española ha optado por hacer el trabajo sucio de los capitalistas implicándose activamente en ataques sin precedentes contra la clase obrera. Las justificaciones y excusas aducidas durante estas semanas no pueden ocultar esta realidad innegable. "Sí, cambié de opinión por las circunstancias, no por convicciones", afirmaba el presidente Zapatero en el congreso de los diputados el pasado 26 de junio. Pero las convicciones están para ser defendidas cuando las circunstancias se hacen más adversas y difíciles. Rodríguez Zapatero ha insistido en que con la reducción salarial de los empleados públicos, la ampliación de la edad de jubilación o el despido barato, pretende que los sacrificios sean equitativos para sacar al país del atolladero. Pero miente una vez más. Los sacrificios desde que la crisis económica más grave del capitalismo estalló, hace ya casi tres años, sólo han sido de una parte: de las familias trabajadoras. Más de cuatro millones de parados; un millón de hogares con todos sus miembros sin poder trabajar y una tasa de desempleo juvenil que se acerca al 60%; la mitad de la fuerza laboral ganando menos de mil euros al mes y los servicios sociales, como la sanidad y la educación, sometidos a un intenso recorte presupuestario. ¿De qué sacrificios habla Rodríguez Zapatero? ¿Qué equidad tienen las medidas de ajuste, la reforma laboral, el aumento de edad de la jubilación?*
Hace unos días, un viejo prohombre de la socialdemocracia, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, publicó un artículo en El País titulado ‘Patriotismo y huelga general' donde argumentaba en contra de la convocatoria del próximo 29 de septiembre. Rodríguez Ibarra no es Zapatero; como un viejo patrón arrogante dice lo que piensa y no lo endulza con monsergas diplomáticas: "Cuando los mercados nos exigen sacrificios, no están hablando de ellos, están hablando de nosotros" escribe Rodríguez Ibarra, "Los ricos no piden medidas de ajuste estructurales para los ricos; las piden para los que no lo somos. Por lo tanto, sólo hay dos caminos: o mandamos a hacer puñetas a los mercados y tomamos el camino de la calle de en medio, o jugamos a su juego y continuamos poniendo nuestra mejor cara y nuestra más amable sonrisa para ver si nos consideramos merecedores de su confianza y de su dinero. Es decir, o nos suicidamos o nos prostituimos. La elección no es fácil, pero si descartamos la primera, no nos queda más remedio que entrar por la segunda...". Efectivamente.
Los dirigentes socialdemócratas se consideran a sí mismos los doctores democráticos del capitalismo. Les gusta consolarse con teorías sobre un supuesto capitalismo de rostro humano, regulación de los mercados, economía social y sostenible..., pero cuando las presiones de la burguesía, la banca, los monopolios ponen las cosas en su sitio, todo ese discurso se abandona con lágrimas de cocodrilo y entonces ejecutan como buenos alumnos, desde la A hasta la Z, el recetario de medidas antiobreras. Es verdad, la elección no es fácil como señala Rodríguez Ibarra, pero a diferencia de lo que piensa este señor y muchos como él en el seno de la socialdemocracia, sí que existe una alternativa a las medidas de los capitalistas: defender un programa auténticamente socialista y apoyarse en la fuerza y la movilización organizada de la clase trabajadora. El famoso camino de en medio, que los dirigentes del PSOE no quieren recorrer bajo ningún concepto aunque suponga asfaltar el terreno para la victoria de la derecha en las próximas elecciones.

Organizar y asegurar el éxito de la huelga general del 29 de septiembre

Tras la aprobación del decretazo de reforma laboral, CCOO y UGT se han decidido finalmente a convocar la huelga general para el 29 de septiembre. Como analizamos en otro artículo de esta edición de El Militante, la reforma laboral aprobada es un ataque de fondo contra los derechos históricos de la clase obrera, pero no creará empleo, ni impulsará el crecimiento económico, como tampoco lo harán los planes de ajuste. Lo que la burguesía pretende, y cuenta para ello con la colaboración del gobierno de Zapatero, es abaratar el precio de la fuerza de trabajo y extender el ambiente de terror en las fábricas para doblegar la capacidad de resistencia de los trabajadores. Una estrategia que evoca los viejos tiempos de Margaret Thatcher, porque detrás de estas medidas hay también un fin evidente: acabar con el poder sindical en las empresas y debilitar las organizaciones obreras.
Como los marxistas hemos señalado, la política de concesiones y pacto social defendida por las cúpulas de CCOO y UGT, igual que sus intentos desesperados de aplazar la convocatoria de la huelga general hasta el último momento, han sido un completo error. Cuando en febrero, el gobierno anunció los planes para aumentar la edad de jubilación y, al cabo de un mes y medio el plan de ajuste, los dirigentes sindicales amagaron pero no golpearon. Durante meses realizaron declaraciones desmovilizadoras que se convertían en munición política para el gobierno y la patronal, como la tristemente famosa frase de Toxo: "Este país no se merece una huelga general". Prolongaron el paripé de la negociación de la reforma laboral, cuando era evidente que cualquier acuerdo, después de que el FMI y la UE exigieran una reforma del mercado de trabajo lo más lesiva posible para los trabajadores, sólo sería en beneficio de la CEOE. Mensajes y tácticas que sólo podían crear confusión y debilitar la respuesta de los trabajadores.
Ahora, los dirigentes de CCOO y UGT parece que han empezado a comprender la extrema gravedad de la situación. No sólo se trata de derechos históricos del movimiento obrero, de la precarización del empleo y las rebajas salariales; los sindicatos mismos están en el punto de mira de la burguesía. Por eso se hace más imprescindible y urgente una profunda rectificación en la política y el modelo sindical que se ha seguido en estos últimos veinte años y que ha cristalizado en una osificación, una rutina burocrática, un conservadurismo de las estructuras sindicales, que constituyen la mayor amenaza para el éxito de la huelga general del 29 de septiembre, mayor incluso que las mentiras del gobierno y de la patronal. Nos explicamos.
Aunque las manifestaciones masivas de Barcelona, Madrid, Sevilla, Málaga, Asturias y otras zonas dejaron en claro que había condiciones muy favorables para una amplia respuesta, la huelga general de empleados públicos del pasado 8 de junio tuvo un seguimiento muy desigual. La razón fundamental de ello no se explica porque no "exista un ambiente favorable a las movilizaciones", como machaconamente han planteado los medios de comunicación de la burguesía, sino por la falta de decisión manifestada por las direcciones de UGT y CCOO para plantar cara de forma contundente al plan de ajuste del gobierno y al conjunto de medidas antiobreras que se han adoptado en estos dos años de crisis. Con el discurso que mantuvieron en el último mes, era muy difícil galvanizar el entusiasmo de los empleados públicos.
Que el ambiente y la disposición a la lucha de la clase trabajadora existen y tiene raíces profundas, lo confirma la gran huelga general en Euskal Herria del pasado día 29 de junio, que fue masiva en la industria y movilizó a decenas de miles de trabajadores en las calles. Lo confirma de una manera excepcional la gran huelga general del Metro de Madrid, cuyo desenlace final cuando escribimos este artículo es difícil de predecir, pero que ha puesto de relieve, y de qué manera, el inmenso poder, la tremenda fuerza de los trabajadores cuando se ponen en marcha.
CCOO y UGT tienen una enorme responsabilidad en los próximos meses. La clase obrera de toda Europa está respondiendo al desafío: en Grecia, en Francia, en Italia, en Portugal, en Alemania, en Dinamarca, en Rumanía..., se han sucedido huelgas generales y manifestaciones de masas contra los planes de ajuste y las contrarreformas sociales. Los trabajadores del Estado español tenemos la obligación de ocupar un lugar de vanguardia en este combate, y lo haremos sin duda. Pero hay que decir alto y claro a los dirigentes de UGT y CCOO: si queremos que la huelga general del 29 de septiembre sea un éxito rotundo hay que abandonar las ambigüedades y las medias tintas. Es imprescindible organizar un plan de asambleas generales en las empresas involucrando al conjunto de los trabajadores en un amplio debate político; hay que impulsar la elección democrática de comités de huelga en todos los centros de trabajo, en los centros de estudio, en los barrios obreros, que se ocupen de las tareas de organización, propaganda y extensión de la huelga. Y al mismo tiempo, hay que defender públicamente un programa de medidas socialistas que sí supongan una alternativa coherente a la crisis del capitalismo. Medidas como:

· Fuera el plan de ajuste y la contrarreforma laboral.
· Para luchar contra el paro, subsidio de desempleo indefinido de 1.100 euros al mes. Reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales sin reducción salarial.
· En defensa de todos los puestos de trabajo. Nacionalización de todas las empresas en crisis bajo control obrero Ningún recorte en salarios, sanidad, educación y pensiones. Aumento drástico del gasto público en los servicios sociales para dar empleo a cientos de miles de trabajadores y jóvenes licenciados en desempleo.
· Inicio de un plan económico para crear empleo (inversiones en infraestructuras, servicios sociales y otras industrias) no basado en los intereses de los capitalistas sino en los intereses de la mayoría.
· Incremento drástico de los impuestos a las grandes fortunas, a los beneficios empresariales y a la banca. Combatir el fraude fiscal y la fuga de capitales con la confiscación de los patrimonios y de las cuentas de los ricos implicados.
· Suspensión del pago de la deuda del Estado a los grandes especuladores.
· Nacionalización de la banca bajo el control democrático de los trabajadores y sus organizaciones.

La huelga del 29 de septiembre debe ser el punto de partida de un proceso de lucha amplio, contundente y sostenido en el tiempo que responda a los ataques ya aprobados y a los que se vienen encima: la reforma de las pensiones; la supresión de ayudas a los parados de larga duración y la reducción de las cuantías económicas del desempleo; el recorte salvaje del gasto público en los presupuestos de 2011, entre otras. La burguesía ha declarado la guerra a la clase obrera. Debemos prepararnos para el combate fortaleciendo nuestras organizaciones obreras con un programa de clase y revolucionario.

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*  A la vez que esta avalancha de ataques se han puesto en marcha, otros datos han salido a la luz pública. Por ejemplo, que los 584 consejeros ejecutivos y altos directivos de las empresas del Ibex-35 cobraron en 2009 una media de 989.000 euros, el nivel más alto alcanzado nunca y que equivale a 113 veces el salario mínimo. Que las mayores empresas españolas, las que forman parte del índice bursátil Ibex-35, han tenido en el primer trimestre de 2010 un incremento de beneficios del 32%. Qué según la consultora Merril Lynch el número de ricos en el Estado español ha experimentado un crecimiento espectacular: ni más ni menos que 16.000 más que en 2008, un aumento del 12,5%. Y que existen 3.000 cuentas de titulares españoles en bancos suizos que pueden esconder miles de millones defraudados a Hacienda, para los que gobierno plantea una amnistía fiscal en la práctica.  

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