La convocatoria de la huelga general del 20 de junio ha transformado profundamente toda la situación política. Las reacciones histéricas de Aznar calificando la huelga como un ataque contra "el interés de España", la campaña de desprestigio contra La convocatoria de la huelga general del 20 de junio ha transformado profundamente toda la situación política. Las reacciones histéricas de Aznar calificando la huelga como un ataque contra "el interés de España", la campaña de desprestigio contra los sindicatos, el insulto constante a los parados desde los medios de comunicación de masas, son la reacción lógica de la burguesía después de años de paz social y desmovilización.

Esta huelga que constituye un hecho extraordinariamente positivo, es la prueba más evidente de que la política reformista de los líderes sindicales y de los partidos de la izquierda tradicional ha fracasado a la hora de defender los derechos de los trabajadores y las conquistas arrancadas después de décadas de luchas. La cuestión ahora es aprovechar la movilización para profundizar en el giro a la izquierda y fortalecer las ideas del marxismo.

La huelga surge precisamente del ambiente de descontento, rabia y frustración de millones de jóvenes y trabajadores con la política de la derecha, ambiente que se ha expresado en numerosas ocasiones en el último año. Desde la huelga general de Galicia de junio pasado, las impresionantes movilizaciones de la juventud contra la LOU y la Ley de Calidad, las manifestaciones masivas contra el Plan Hidrológico y las marchas antiglobalización, la oposición a la política del PP ha alcanzado a sectores muy amplios de la población. Pero también esta crítica abierta se ha manifestado contra los líderes reformistas de la izquierda política y sindical por sus pactos constantes con el PP y la aceptación de recortes en todos los terrenos, incluidos los derechos democráticos. Sería un error si Fidalgo, Méndez y Zapatero piensan que la huelga será un refrendo de sus políticas. Todo lo contrario; de hecho la idea de "que ya era hora" comentada por cientos de miles de activistas, militantes y trabajadores, la actitud crítica en cientos de asambleas, las huelgas radicalizadas que desbordan al aparato sindical, como ha ocurrido en los transportes de Madrid o Barcelona por citar dos ejemplos de una larga lista, son una medida del descontento con una política que ha envalentonado a la derecha. La causa de esta situación hay que buscarla en la aceptación por parte de estos dirigentes de la lógica del capitalismo.

¿Capitalismo de rostro humano?

Cuando hace poco más de una década la Unión Soviética colapsó, toda la maquinaria de propaganda del imperialismo y la burguesía se puso al servicio de una feroz campaña contra las ideas del marxismo y del socialismo. Ocultando conscientemente sus crímenes, los defensores del capital entonaron una marcha triunfal en la que las bondades de la economía de la libre empresa, la "democracia", el crecimiento económico y la civilización contagiarían a todo el planeta en un nuevo horizonte de paz y prosperidad. Un discurso que, amparado en el boom económico norteamericano y en los teóricos de la "nueva economía", penetró en las filas del movimiento obrero. Fueron muchos los dirigentes de los partidos tradicionales de la izquierda y de los sindicatos que aceptaron sin crítica este discurso, que en la práctica se tradujo en la desmovilización de los trabajadores y en una política permanente de pacto social y colaboración de clases. Fue esta política y no el supuesto "giro a la derecha" de la clase obrera, como los acontecimientos de Argentina, Italia o Francia han demostrado recientemente, la responsable de la pérdida de derechos históricos de los trabajadores, del incremento escandaloso de la precariedad y el desempleo, de la represión de los derechos democráticos.

En la práctica, esta etapa del capitalismo mundial, que algunos pronosticaban como un nuevo Eldorado y que de hecho ha servido para incrementar los beneficios de los grandes capitalistas y banqueros del mundo a una escala desconocida, está basada en la opresión de millones de hombres y mujeres, creando las condiciones para movimientos revolucionarios en todos los continentes.

Una alternativa revolucionaria al capitalismo

Frente a esta explotación global vemos también el desarrollo de una respuesta. Las movilizaciones antiglobalización son la punta del iceberg de un descontento que adquiere un carácter internacional. Pero lo más importante de la nueva situación es la entrada en la lucha del movimiento obrero. La clase obrera, la misma a la que los teóricos de la mal llamada "nueva izquierda" habían puesto el RIP, vuelve a demostrar su fuerza. Las manifestaciones en Italia de millones de trabajadores contra la reforma laboral de Berlusconi y la huelga general del pasado 16 de abril que paralizó todo el país, son una prueba muy clara del poder enorme de los trabajadores. En otro plano, los acontecimientos de Francia reflejan el mismo proceso: la crítica masiva, la desconfianza y el rechazo contra aquellos dirigentes de la izquierda que realizan una política de recortes y privatizaciones similar a la que hace la derecha.

Los acontecimientos en el Estado español van a seguir un guión con muchas similitudes. La huelga general del 20 de junio, aunque la burguesía y los dirigentes reformistas lo quieran ocultar, demuestra en última instancia que el auténtico poder en la sociedad capitalista reside en la clase trabajadora, sin cuyo amable permiso sería imposible que funcionaran ni las fábricas, ni el transporte, ni las minas, la enseñanza o los hospitales. La fuerza de los trabajadores hoy es mayor que en ningún momento de la historia reciente; sin embargo la contradicción es que su dirección esta más alejada que nunca de ofrecer un programa revolucionario y socialista. La tarea, pues, de los sectores más conscientes de los trabajadores y la juventud es la de construir esta dirección revolucionaria, empezando por forjar una fuerte tendencia marxista en el seno del movimiento obrero organizado.

La lucha después del 20 de junio debe continuar, extenderse y —lo más importante— dotarse de una alternativa de clase y revolucionaria frente a las políticas del PP y a la crisis del sistema capitalista.

En nuestra opinión esta alternativa pasa por organizar la lucha contra el capital defendiendo una política genuinamente socialista. En definitiva hablar claro y alto: los problemas de los trabajadores, la juventud, los parados, que somos la mayoría de la sociedad no se podrán resolver mientras los recursos económicos que generamos con nuestro trabajo no estén bajo nuestro control y eso pasa por expropiar a las multinacionales, la banca y los terratenientes. Ello permitiría planificar democráticamente la economía y hacer posible un orden económico socialista, justo y solidario en el que los recursos se empleen no en función del interés privado de las multinacionales, sino de las necesidades económicas, sociales, culturales y medioambientales de la mayoría de la humanidad. Una sociedad socialista, donde la democracia fuera una realidad tangible, totalmente diferente a la actual dictadura del capital donde un puñado de grandes multimillonarios oprimen a la mayoría de la sociedad basándose en el apoyo del aparato del Estado y de las instituciones "representativas" que ellos mismos controlan.

Los trabajadores, sindicalistas y jóvenes que participamos en El Militante, estamos empeñados en la tarea de construir un fuerte movimiento marxista de masas, en llevar las ideas del marxismo revolucionario al seno de las organizaciones de los trabajadores para agrupar a miles de luchadores en torno a la bandera y el programa del socialismo. Si estás en contra de la política reaccionaria del PP, si te opones a las agresiones imperialistas, si luchas por un mundo socialista liberado de opresión y basado en la democracia directa, si estás a favor del internacionalismo proletario, lucha con nosotros.

¡Únete a los marxistas de El Militante!

¡Contra los ataques de la derecha y el capitalismo: ni pactos, ni consensos!

¡Defender nuestros derechos sólo es posible con la lucha organizada!

¡Contra la opresión capitalista, por el Socialismo!

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