Dicen que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado están al servicio de los ciudadanos, para protegernos de los delincuentes y salvaguardar los derechos y las libertades democráticas. Si esto fuera verdad sólo podría sacar una conclusión: soy un delincuente y un peligroso antisocial, y yo sin saberlo. Porque he sufrido sus cargas con su material antidisturbios por alterar el orden público (y yo creía estar ejerciendo mi derecho a manifestación). Porque también he sufrido sus cargas por vulnerar el derecho al trabajo (y yo pensando que ejercía mis libertades sindicales). Porque me han denunciado por vándalo (y yo convencido de que pegar carteles informativos era parte de mi libertad de expresión). Y como al parecer debo ser cómplice de algo o alguien, han tenido que agredirme para evitar que avisara a “personas ilegales” de la presencia de un control policial en busca de nuevos “usuarios” para los Centros de Internamiento para Inmigrantes (CIEs). Y también me han parado con cierta frecuencia y me han cacheado en plena calle (¿tendré pinta de camello?). Incluso han apuntado mi filiación y registrado la mochila dentro del tren al ir a trabajar, supongo que buscando a Bin Laden.
Celoso de mi intimidad, me indigno al sentirme vigilado por las cámaras que están poniendo en algunos de nuestros barrios, sin entender que es o bien por mi seguridad o bien para proteger a la sociedad de personas como yo. Y por si todo esto fuera poco, además tengo que soportar los modales de pocilga de los agentes privatizados con placas de la tómbola, por si acaso se me ocurre mangar algo en el supermercado o viajar sin billete. Pero no me van a engañar. No soy un delincuente, sino un joven trabajador. Eso sí, un trabajador harto de ser un sospechoso habitual.
Sin embargo, nunca he visto a la policía cargar contra los empresarios que vulneran el derecho a huelga, ni siquiera contra los que alteran el orden público con el brazo alzado en homenaje a un genocida en la Plaza de Oriente, ni agredir a los cómplices del blanqueo de dinero. Tampoco están poniendo cámaras para evitar que nos roben los banqueros y demás especuladores, ni les veo pedir la documentación por la calle a esos señores con alzacuellos por tener pinta de pederasta.
La delincuencia es la de vuestro sistema y la de vuestros sicarios uniformados y pagados con nuestro dinero. Acabaremos con ella.

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