En la repetición de las elecciones a la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) del pasado 26 de octubre, la izquierda no ha conseguido mantener la ventaja que alcanzó en mayo de 30.928 votos sobre derecha, lo que hará posible que finalmente sea el PP el En la repetición de las elecciones a la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) del pasado 26 de octubre, la izquierda no ha conseguido mantener la ventaja que alcanzó en mayo de 30.928 votos sobre derecha, lo que hará posible que finalmente sea el PP el partido que gobierne, al superar en 27.216 votos a los alcanzados por el PSOE y por IU.

Esta raquítica victoria electoral del PP, tan solo por el 1% de los votos, permitirá que finalmente gobierne en la CAM, pero al mismo tiempo pone de relieve que su margen electoral es muy estrecho, bastante más de lo que ellos esperaban.

La noche electoral fue muy intensa y el PP manejó los datos para presentarlos como un continuo e imparable ascenso de su apoyo electoral. El primer resultado oficial, a las 21:30 horas y con un 30 % del censo ya escrutado, daba 50 diputados al PP y 61 a la izquierda (51 al PSOE y 10 a IU) para, a partir de ese momento, iniciar la espectacular remontada a 53 diputados con el 68 % escrutado y por fin a 56 con el 94,8 %, consiguiendo así la mayoría absoluta que Ruiz Gallardón proclamó en directo. Asistimos a una manipulación escandalosa de la información de la evolución de los resultados. ¿Cómo explicar que cuando en distritos de voto de izquierda, como Vallecas, llevaban escrutado más del 50 % de los más de 100.000 votos emitidos, en otros como Retiro iban por el 10 % de los 75.000 que debían contar? Así sucedía con todos los distritos, según fueran de uno u otro signo. Como denunció en la prensa un sociólogo pocos días después de las elecciones, la evolución del escrutinio —siempre favoreciendo al PP, siempre en detrimento de la izquierda— no tiene ninguna base estadística sobre la que sostenerse y sólo se explica por una intervención desde arriba, es decir por una manipulación pura y descarada por parte del PP.

Esta actuación revela una vez más el carácter mezquino y reaccionario de la derecha, queriendo hacer pasar a los votantes de la izquierda de la euforia a la amargura en dos horas, al tiempo que indicar a su base electoral la necesidad de mantenerse movilizados. Pero a estas alturas, el efecto es cada vez menor, ya que es un montaje que habitualmente repiten en cada elección.

El hecho cierto es que el resultado fue muy estrecho, tanto que todavía al escribir este editorial, está en cuestión un escaño entre IU y el PP, que no sabe si contará con 56 o 57 diputados.

La abstención en las zonas obreras

Esta vez todo el mundo coincidía en señalar que el fantasma de la abstención se cernía amenazadoramente sobre la izquierda y más en concreto sobre el PSOE, a la luz de los episodios de corrupción y transfugismo que dieron lugar a la repetición de las elecciones. Además, en el mismo periodo, pudimos asistir a otro bochornoso espectáculo en las filas del PSOE, cuando su portavoz en el ayuntamiento de Marbella apareció de la mano del GIL, para entrar a formar parte del gobierno municipal.

No cabe duda de que estos hechos han pesado en los resultados electorales perjudicando al PSOE, ya que han alimentado ideas como que “votar es muy poco útil”, “al final todos son iguales y van por su propio interés personal”, “las cosas no van muy bien pero estos tampoco lo van a hacer mejor”, etc. Es decir, son acontecimientos que incrementaron la desconfianza hacia los actuales dirigentes de la izquierda, traduciéndose en el terreno electoral en un incremento de la abstención con relación a las elecciones de mayo.

CUADRO

Cuando analizamos las elecciones de mayo dijimos: “Por lo tanto podemos afirmar que la tendencia abstencionista que vimos en 2000 entre los votantes de la izquierda no se ha roto todavía, si bien está disminuyendo” (EL MILITANTE, nº 162). El PSOE esta vez pierde 153.050 votos con relación a mayo, aunque mantiene un incremento de 154.737 votos con relación a las de 1999.

La realidad es que esta tendencia abstencionista en la izquierda no ha nacido con Tamayo y Sáez. La actuación de esos dos elementos solo han venido a refrescar los malos recuerdos. Las razones son más amplias, lejanas y profundas como hemos venido explicando desde estas páginas. La corrupción inherente al capitalismo, se traslada fácilmente a las organizaciones que defienden este sistema como el único posible y con ello renuncian a luchar por una auténtica sociedad socialista.

En resumen, la raíz de esa desconfianza hacia los dirigentes de la izquierda está claramente en su progresivo abandono del punto de vista de la clase obrera al llevar a cabo su acción política, sea desde posiciones de gobierno e incluso desde la oposición.

¿Una derrota dulce para la izquierda?

Desde las direcciones de la izquierda se empieza ha hablar de una “derrota dulce” ya que los resultados podían haber sido peores a la luz de los sondeos y encuestas que circularon durante la campaña electoral, y desde luego también por el pesimismo que invadía muchas de las sedes de los partidos de la izquierda.

La realidad es que esta derrota deja a los votantes de la izquierda un sabor amargo, ya que se ha perdido una vez más la ocasión de darle la vuelta al gobierno de la CAM, en manos de la derecha desde 1995, cuando era algo que se había conseguido en mayo.

Ahora parece que todos están más o menos satisfechos, empezando por los dirigentes de Izquierda Unida, que consideran un triunfo el hecho de haberse mantenido, con la escasa perdida de 1.486 votos, bastante menos que los demás, y con la posibilidad de conseguir un diputado más que en mayo. Pero seamos realistas, ¿tiene IU razones para estar satisfecha? IU busca su espacio electoral a la izquierda del PSOE; se supone que el momento en que el PSOE pierde más de 150.000 votos debería ser una buena ocasión para que IU sirviera de expresión a esos jóvenes y trabajadores de izquierdas que se abstienen por su desconfianza hacia la dirección del PSOE. Sin embargo esto no se ha producido. Lo vemos claramente en zonas obreras como Vallecas donde el PSOE pierde desde mayo casi 6.000 votos e IU aumenta tan sólo en 122, en Villaverde, donde el PSOE pierde más de 3.000 e IU gana 39, en Usera el PSOE pierde más de 2.600 e IU gana tan solo 7 votos.

También desde la dirección del PSOE, respiraban aliviados por no haber sufrido una debacle electoral, aunque aquí había diferentes motivos. Zapatero y Simancas no aparecieron juntos en la noche electoral, para el primero este resultado supone que la carrera electoral para las próximas elecciones generales sigue muy abierta, mientras que para el segundo supone que su posición al frente del PSOE en Madrid no es tan débil como le pronosticaban quienes desde dentro y desde fuera de sus filas quieren apartarle de la dirección de la FSM.

La izquierda del PSOE

A lo largo de estos meses hemos podido ver como el sector del PSOE en Madrid encabezado por Simancas, llevó a cabo una campaña bastante más de izquierdas de lo que solía ser habitual últimamente en el PSOE, en muchas ocasiones aparecía más a la izquierda que IU.

Ha utilizado un claro lenguaje de clase, explicando como reivindicaciones como el transporte gratuito se podían llevar a cabo si en vez de utilizar el dinero en reducir impuestos a los ricos se utilizaba para los sectores más necesitados de la sociedad; habló también de sus orígenes humildes, de su procedencia de la clase obrera, hijo de un albañil, enfrentado a los ricos y privilegiados de siempre, hoy en las filas del PP.

La realidad es que si finalmente el PSOE no ha tenido una debacle electoral, si ha evitado un sangría mayor de votos en la izquierda, ha sido gracias a esta campaña de Simancas. Pero también debemos señalar que no es suficiente dos semanas de discursos y promesas electorales, para tapar años de hechos en el sentido contrario.

Ahora es necesario que esos discursos se plasmen en la acción política cotidiana del PSOE, reivindicaciones como el transporte gratuito, viviendas sociales y asequibles para los jóvenes y trabajadores, recursos suficientes para la enseñanza publica, denuncia de los accidentes laborales, etc. no pueden quedar abandonadas tras las elecciones, sino ser el eje de campaña de movilizaciones en la calle, que marquen claramente unas señas de identidad en cada barrio, escuela y empresa, removiendo las agrupaciones locales.

Si esa hubiera sido la dinámica de los últimos años, al llegar ahora a las elecciones, no cabe duda de que la confianza sería mucho más sólida y que los “Tamayos” que pululan por el PSOE, desaparecerían o como mínimo estarían bastante más incómodos de lo que han estado estos años. La abstención del electorado de la izquierda es un fenómeno que se viene repitiendo elección tras elección en los últimos años y es con una campaña a la izquierda y con una presencia continuada en la calle, involucrándose en los problemas y luchas cotidianas de la gente como la izquierda podrá combatir la desconfianza y el escepticismo que existe en una parte importe de su base de apoyo natural, es decir la clase obrera. En ese sentido, choca bastante con la realidad los análisis que hacen algunos dirigentes del PSOE como Bono que no tiene ningún empacho en declarar, tras las elecciones de Madrid, que “el PSOE, para ganar, tiene que mirar más hacia el electorado moderado y de centro, el que está a su derecha…” (El País, 29/10/03). Esa es precisamente la fórmula que se ha aplicado durante años y que ha llevado a la izquierda de derrota en derrota.

La fuerza de la clase obrera

Otro de los factores que explican el resultado electoral, como ya analizamos en mayo, es que el gobierno del PP se está aprovechando todavía de las ventajas del ciclo económico que mantiene buenos negocios para la burguesía y amplios sectores de las capas medias.

Los discursos de la derecha sobre la bajada de impuestos, las prebendas a las plusvalías, y la “amenaza sociocomunista” que pone en peligro sus negocios puede tener un efecto.

En este contexto, sin una alternativa claramente de izquierdas que provoque un vuelco de participación en su base de apoyo natural, se mantiene una cierta inercia en el terreno electoral, que en todo caso no refleja en absoluto la fuerza real de la clase obrera en la sociedad.

La realidad de las condiciones de vida de millones de trabajadores, continúan siendo cada vez más duras, el trabajo, la vivienda, la sanidad, la educación... El incremento de los despidos, a través de los expedientes de regulación, el asfixiante incremento de los precios, está siendo contestado por parte de los trabajadores a través de la lucha, como hemos visto en el caso de Puertollano. Avanzar en este camino y luchar contra la derecha es cada vez más necesario y para ello no basta con votar, además hay que organizarse.

La situación de inestabilidad en todo el mundo es una prueba de la debilidad del capitalismo y de su decrepitud, por eso necesitamos construir una alternativa revolucionaria.

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