Además de pasar a la historia como la mujer que destruyó el Partido Tory, uno de los partidos capitalistas más antiguos del planeta, Theresa May corre el riesgo de llegar a un Brexit “sin acuerdo”, pese a las consecuencias impredecibles y la crisis que conllevaría para la clase capitalista. Ahora o más adelante, el Brexit será el desencadenante de la muerte del Partido Tory en su forma actual.

Deserción de ocho diputados laboristas

En este momento de grave crisis gubernamental se produce la deserción de ocho diputados blairistas del Partido Laborista, para formar su propio “grupo independiente” en el parlamento. Por si hubiera alguna duda sobre la defensa de las políticas de austeridad de estos diputados y su carácter procapitalista, sólo hay que ver que inmediatamente tres parlamentarios tories decidieron unirse a ellos.

El momento elegido no es casual. El objetivo es infligir el máximo daño posible a Jeremy Corbyn justo cuando la crisis del gobierno por el Brexit ha llegado a su punto álgido, y cuando amplios sectores de la clase trabajadora ven la oportunidad de echar al corrupto Gobierno de los tories y su odiada agenda de recortes y austeridad.

Sin embargo, la mayoría de los parlamentarios laboristas procapitalistas no se ha ido, y utilizan su permanencia en el Partido Laborista para atacar ¡no a los renegados “independientes” sino a Corbyn! Es significativo que el número dos de los laboristas, Tom Watson, manifestara públicamente que dichos diputados se habían equivocado, pero porque era una acción “prematura”. En otras palabras, estaba instando a sus compañeros blairistas a permanecer por ahora en las filas del laborismo para sabotear un posible Gobierno liderado por Jeremy Corbyn.

Esta conspiración muestra una vez más que los blairistas, agentes de la clase capitalista dentro del partido, deben ser derrotados de forma contundente. Militantes del Socialist Party impulsaron en Unite —el mayor sindicato afiliado al laborismo— la aprobación de una resolución exigiendo restablecer la reelección obligatoria de los candidatos a diputado, es decir que los parlamentarios tengan que rendir cuentas y puedan ser revocados por sus agrupaciones locales del partido*. En un período tan volátil, ante el Brexit que se avecina y posiblemente con unas elecciones generales a la vuelta de la esquina, es urgente que los candidatos socialistas se presenten contra los blairistas en las votaciones para la reelección. Hay que preparar el terreno, en primer lugar, para ganar las elecciones generales, pero también para resistir la enorme presión que después ejercerán las grandes empresas capitalistas. Para ello sería muy positivo que los candidatos de la izquierda provengan de los sectores más combativos del movimiento sindical y laboral, incluidas organizaciones como el Socialist Party.

¿Cuál debe ser la posición de Corbyn frente al Brexit?

Los blairistas están utilizando como principal argumento contra Corbyn su negativa a apoyar un segundo referéndum sobre el Brexit. En 2016 Jeremy Corbyn y John McDonnell, junto a la mayoría de los líderes sindicales, perdieron la oportunidad de encabezar una campaña socialista y de izquierdas a favor de la salida de la Unión Europea, lo que hubiera cambiado la dinámica del referéndum. En su lugar, se abrió un vacío que llenó la derecha tory y la ultraderecha del UKIP. El resultado ha sido una mayor polarización entre la clase trabajadora respecto a la permanencia en la UE, algo que la extrema derecha intenta explotar a su favor. Corbyn, hasta ahora, se había opuesto a un segundo referéndum para revertir el Brexit, argumentando acertadamente que lo que hay que convocar son elecciones generales. Desafortunadamente, ahora parece estar desdiciéndose de esa posición, dejando la puerta abierta a la celebración de ese segundo referéndum.

La dirección del TUC (principal confederación sindical) recientemente afirmó que “la protección más fuerte posible para defender los derechos de los trabajadores vendrá de la aplicación de la normativa del Mercado Único y de la Unión Aduanera”. Al decir esto, actúan como un altavoz de la patronal (CBI) que, como representante de las grandes empresas, quiere que el Reino Unido permanezca en esta UE neoliberal o, al menos, un Brexit lo “más suave” posible de cara a mantener sus lucrativos negocios.

Tanto Corbyn como el secretario general del Unite, Len McCluskey, han sido los principales blancos del ataque blairista. Pero también están siendo criticados por muchos de los llamados corbynistas que apoyan erróneamente la permanencia en una UE capitalista, haciendo en la práctica frente común con los blairistas y anteponiendo un segundo referéndum a la celebración de elecciones generales para expulsar a los tories del poder.

Corbyn y McCluskey deben presentar y promover, especialmente fuera del parlamento, en los barrios y en los centros de trabajo, un programa claro de reivindicaciones de cara a llevar adelante un Brexit en beneficio de la clase trabajadora. De esta manera podría desenmascarar el verdadero carácter reaccionario de la UE, y denunciar que tanto Theresa May como los tories sólo están interesados en un Brexit que garantice los intereses de las grandes empresas británicas.

¡Levantar un programa revolucionario e internacionalista!

Tales demandas deben empezar por derogar las leyes antisindicales aprobadas por los conservadores en 1990 y mantenidas por el Partido Laborista de Tony Blair, alegando que era necesario “alinear nuestra legislación con Europa ante la proximidad del mercado único europeo”.

Junto a la derogación de las leyes antisindicales, hay que exigir la prohibición de los contratos de cero horas, eliminar las restricciones respecto a las huelgas de solidaridad, el control sindical de los organismo públicos, o la aplicación de los convenios colectivos negociados en un sector a todos los trabajadores del mismo. Estas medidas chocarían por completo con las reglas de la UE, y serviría de base para unir a las y los trabajadores en la lucha por estos objetivos. Asimismo, Corbyn debería rechazar cumplir con las normas de la UE que prohíben las ayudas estatales o la propiedad pública de industrias y sectores estratégicos, algo que contradice el manifiesto laborista de 2017 donde se defiende la renacionalización de los ferrocarriles.

Otro de los ataques que probablemente utilicen los blairistas contra Corbyn es su posición contra el golpe de Estado impulsado por EEUU en Venezuela, y su negativa a pedir la cabeza de Maduro. La posición de la Unión Europea, colocándose de forma servil con el imperialismo norteamericano, refleja de nuevo su carácter reaccionario, antiobrero y antidemocrático, algo que Corbyn debe denunciar sin titubeos.

Corbyn debe ir mucho más lejos. Si encabeza un futuro gobierno con una posición “moderada” y medidas que se queden a medio camino, tanto en política interior como exterior, no convencerá a nadie. Sólo recibirá la hostilidad de la clase dominante, dentro y fuera del Partido Laborista, y al mismo tiempo frustrará las esperanzas de los trabajadores.

Corbyn tiene que pasar a la ofensiva contra los blairistas. Es necesario transformar el Partido Laborista en un auténtico partido federal que incluya a todas las fuerzas antiausteridad presentes en el movimiento sindical y obrero, incluido el Socialist Party, y que pueda, basándose en la movilización de la clase obrera y levantando un programa genuinamente socialista, echar abajo a los tories y garantizar un Gobierno laborista encabezado por Corbyn que lleve a la práctica una política revolucionaria y socialista.

*  Este sistema fue eliminado por Tony Blair. Los candidatos pasaron de ser designados por las agrupaciones locales a serlo por la dirección nacional del Partido Laborista.

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