Delegado sindical en Airbus por la CGT Francia y miembro de la corriente marxista La Riposte

Delegado sindical en Airbus por la CGT Francia y miembro de la corriente marxista La Riposte

El Militante.- Las movilizaciones que estamos viendo en Francia hace pensar que la fortaleza que intentan transmitir acerca del gobierno de Sarkozy es más aparente que real. ¿Cómo ves la situación?
Hubert Prevaud.-
Las elecciones presidenciales fueron ganadas con un 53% por Sarkozy, a raíz de este resultado se ha empezado a decir que contaba con un apoyo de masas. Pero es importante diferenciar el tipo de voto que ha recibido porque, aunque han tratado de transmitir esa idea, no todos los votantes son iguales. Por ejemplo en los centros urbanos, con un fuerte porcentaje de población trabajadora y políticamente activa, ganó el voto de la izquierda y Segolene Royale obtuvo el 53% de los votos. Pero independientemente de este dato, hay que decir que la victoria de la derecha es una victoria por incapacidad del contrario.
Lo fundamental es que si Sarkozy ha ganado las elecciones es porque la izquierda no ha sabido ofrecer una alternativa real a la política de la derecha. El programa de Segolene no ofrecía ninguna medida concreta para mejorar las condiciones de vida de la población. Por ejemplo, se ha dicho mucho que la gente joven ha votado a Sarkozy, el cual ha propuesto que si se trabaja más se podrá vivir mejor. Tiene lógica que ante el vacío de propuestas por parte de la izquierda, muchos jóvenes trabajadores hayan visto en esa idea una manera de mejorar sus condiciones de vida, pues actualmente sus sueldos no les permiten independizarse, comprar casa, tener una familia, etc. El gobierno de Sarkozy no es realmente fuerte, sino que la debilidad del Partido Socialista es lo que hace que la derecha parezca fuerte, incluso hay socialistas dentro del gobierno, pero son claramente los socialistas más a la derecha, elementos burgueses que están siendo usados por Sarkozy para darse un tinte de izquierdas. Dentro del propio gobierno hay divisiones respecto a estas alianzas, porque hay políticos de derechas recelosos de que no se les haya dado esos puestos a ellos.
Se está dando una situación interesante, pues normalmente el presidente de la república realizaba el trabajo de mantener contactos con el exterior, hacerse fotos, etc., mientras el primer ministro y el resto de ministros realizaban el trabajo de sacar adelante los proyectos del gobierno, y todo lo relacionado con el trabajo del Estado, preservando así la imagen del mismo y del propio presidente de la República. Pero en la situación que estamos viendo ahora parece que se han intercambiado los papeles.
El día que todo esto explote toda la derecha quedará desacreditada, incluido el presidente de la República.
EM.- ¿Cuál está siendo la actuación de la oposición y la situación del movimiento obrero?¿Qué balance haces de cómo se han cerrado las movilizaciones y qué perspectivas tienes para este movimiento?
HP.-
Tenemos el PSF, con el ala de derechas liderada por Segolene Royal y con una política claramente reformista, de conciliar con el capital. Por otro lado tenemos toda una serie de luchas y huelgas muy fuertes y combativas, como las de los pescadores, de azafatas de vuelos, y muchas otras luchas que ya estamos viendo. Creo que si la izquierda propusiera una alternativa de izquierdas real, marxista, ello tendría una gran acogida entre la mayoría de los trabajadores.
Existe un potencial revolucionario muy grande en el movimiento obrero francés. Hemos visto un escenario parecido al de la huelga general en 1995, pero los dirigentes de los principales sindicatos (FO, CFDT, CFTC, CGC) han jugado un papel muy nefasto en el desarrollo de este movimiento huelguístico. La víspera del día de la huelga general de los trabajadores ferroviarios, de electricistas y del gas, el 14 de noviembre, Bernard Thibault, el secretario general de la CGT (el sindicato mayoritario y más a la izquierda), hizo una gran concesión al gobierno al proponer un calendario de negociación, fábrica por fábrica, a lo largo de un mes. En realidad no había nada que negociar, la posición del gobierno es clara; ante esta actitud conciliadora los trabajadores en lucha se desmoralizaron pues eran conscientes que la única salida para ganar a Sarkozy era la de convocar una huelga general combativa.
Sin duda las negociaciones no traerán nada positivo para los trabajadores afectados por esta reforma de los regímenes especiales de jubilaciones. Muy al contrario, lo que va a pasar es que se aprobará esta contrarreforma. Entonces será bastante difícil que los dirigentes sindicales convoquen una nueva huelga. Pero eso será sólo de momento pues las frustraciones se acumulan entre los trabajadores y la precariedad social se extiende cada vez más crudamente. El movimiento volverá a resurgir de otra manera en los meses que se avecinan.
Los universitarios y estudiantes de secundaria continúan su lucha, otros sectores de la clase trabajadora hacen huelgas esporádicamente, la juventud de los barrios periféricos sigue muy discriminada y se revela, etc. Y la derecha ahora en el poder, pocos meses después de las elecciones, está mostrando su verdadera cara: una clase parasitaria en declive, que no ofrece nada más que mentiras, rapiña y precariedad para la mayoría de la población francesa.

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