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La guerra contra Iraq parece haber entrado en la cuenta atrás. Da igual que las autoridades iraquíes hayan permitido a los inspectores de la ONU visitar todas sus instalaciones, incluidos los palacios presidenciales, tal y como se les exigía. TampocoLa guerra contra Iraq parece haber entrado en la cuenta atrás. Da igual que las autoridades iraquíes hayan permitido a los inspectores de la ONU visitar todas sus instalaciones, incluidos los palacios presidenciales, tal y como se les exigía. Tampoco parece importar demasiado que estos no hayan encontrado ninguna prueba de esas armas prohibidas con las que, supuestamente, Sadam Hussein amenazaba el futuro de la Humanidad. George W. Bush ha decidido que esas armas existen y están ocultas en algún misterioso lugar y ya se sabe que las verdades proclamadas por el máximo representante del bien sobre la faz de la tierra no necesitan demostración.

Como cabía esperar, el presidente Aznar, tras atacar brutalmente la educación pública con la LOU y la Ley de Calidad y satisfecho con la “rápida y diligente actuación” (Cañete dixit) de su gobierno ante el desastre del Prestige, está siendo de los primeros y más decididos a la hora de correr a postrarse de rodillas ante el amo Bush y ofrecerle sus servicios en la carnicería.

Tambores de guerra

El despliegue de la maquinaria militar americana es impresionante: más de 100.000 soldados desplazados al Golfo Pérsico en enero (que alcanzarían 250.000 en febrero), los portaaviones más avanzados, hospitales de campaña, las armas de guerra más destructivas y poderosas. El gigante tensa sus músculos dispuesto a aplastar a otro pueblo inocente.

Recientemente se hacía público que la CIA tiene órdenes para asesinar a posibles “terroristas”, por supuesto serán la propia CIA y en todo caso Bush los que decidan quien es un terrorista. También han aprobado un plan para contratar los servicios de destacados periodistas y creadores de opinión. Así funciona su democracia y sus medios de comunicación “independientes”. Como dijo alguien, la primera víctima de la guerra siempre es la verdad y, conociendo a los plumíferos de la burguesía, no faltarán damas y caballeros dispuestos a inventar unas cuantas mentiras más de las habituales; eso sí, siempre al servicio de la noble causa de la “libertad”, por supuesto. Si de paso caen algunos ingresillos extra bienvenidos sean.

Por lo que respecta a los sectores más reaccionarios de la prensa española e internacional, ni siquiera disimulan su entusiasmo ante la cruzada en marcha, estos patriotas siempre están dispuestos a derramar hasta la última gota... ¡de la sangre de los demás!

Pero por mucho que intensifiquen la campaña mediática, la oposición a la guerra entre las poblaciones de todos los países occidentales, especialmente en Europa pero también en los EEUU (y no digamos ya en el mundo árabe) continúa en unos niveles altísimos, desconocidos en anteriores intervenciones imperialistas. Esto preocupa enormemente a amplios sectores de la burguesía

Las críticas europeas y el papel de la ONU

Estos sectores temen, con razón, que la guerra acabe creando más inestabilidad y problemas de los que ya tienen en todo el planeta y especialmente en el mundo musulmán. Incluso entre sectores de los militares estadounidenses hay serias dudas acerca del desarrollo y efectos de la intervención así como sobre las alternativas para Iraq y el resto de la zona. El temor a la respuesta popular y a las impredecibles consecuencias de la guerra es lo que explica las vacilaciones entre los aliados europeos y árabes de EEUU e incluso las críticas del presidente conservador francés Chirac, del ex jefe de la OTAN Solana o de los conservadores alemanes.

Pero los intereses que empujan al imperialismo estadounidense a la guerra son muy poderosos: controlar el petróleo iraquí para intentar salir cuanto antes de la crisis económica, reforzar el poder político y militar americano cuando aumenta la inestabilidad y el sentimiento antiimperialista en todo el planeta y, por último, desviar la atención de los jóvenes y trabajadores estadounidenses de los graves problemas económicos y sociales internos.

Las críticas de sectores de la clase dominante a la intervención pretenden fundamentalmente ganar tiempo, obtener una mayor parte del botín de posguerra y/o intentar minimizar el rechazo social y los riesgos de la intervención limitando los objetivos de ésta y presentándola bajo el paraguas de la ONU.

La ONU es utilizada por los imperialistas para disimular sus verdaderas intenciones. EE.UU. encontró ya en septiembre más problemas y oposición a sus planes en la calle y entre sus aliados de la que preveía, las interminables negociaciones diplomáticas en la ONU buscan preparar y adormecer a la opinión pública y encontrar la excusa oficial para atacar. Al mismo tiempo, los informes de los inspectores sobre el armamento y las instalaciones iraquíes serán de gran ayuda para los estrategas militares norteamericanos.

Esto debería hacer reflexionar a aquellos dirigentes del PSOE o de IU que se empeñan en alimentar ilusiones en la ONU. Las Naciones (des)Unidas pueden excepcionalmente evitar algún conflicto entre países por cuestiones secundarias pero, ante conflictos que impliquen a grandes potencias, actúan siempre al servicio de estas últimas y en particular de EE.UU. Ya lo vimos en Yugoslavia o cada día en la masacre del Estado israelí contra el pueblo palestino. ¿Cuántas resoluciones de la ONU ha incumplido el gobierno israelí sin que nadie mueva un dedo?

Los criminales planes de Bush

Los planes del imperialismo estadounidense para Iraq son atroces, un auténtico crimen contra la humanidad. Primero, una guerra que segará centenares de miles de vidas y acabará de destruir un país ya reducido a la barbarie por años de bloqueo económico y bombardeos “selectivos”; luego, si todo acaba como desea Bush, la creación de un protectorado controlado política, económica y militarmente por EEUU que podría incluso desmembrar Iraq y, en todo caso, repartiría sus riquezas entre distintas multinacionales y potencias imperialistas en función de los intereses de la burguesía estadounidense.

Han llegado a hablar de poner al mando a un general norteamericano. ¿Qué tipo de democracia y de libertad es ésa? Se parece más a los cónsules romanos o los protectorados imperiales que sojuzgaban brutalmente a las masas en el mundo colonial. Y no es casualidad: la democracia burguesa sólo puede existir sobre la base de que la clase explotadora otorgue concesiones sociales que calmen la ira de los explotados. Pero la realidad es que la economía capitalista mundial, basada en el saqueo de los recursos de los distintos pueblos y, en general, en la explotación de los trabajadores asalariados por un puñado de grandes multinacionales, está en crisis y encuentra cada vez menos margen para hacer concesiones, especialmente en los países atrasados. Necesitan atacar una y otra vez los niveles de vida y los derechos de las masas y eso está provocando el inicio de una respuesta popular, a distintos niveles, en todo el mundo: procesos revolucionarios y victorias de la izquierda en Latinoamérica, descontento social e inestabilidad creciente en el mundo musulmán, movilizaciones contra la globalización capitalista y resurgimiento del movimiento obrero en Europa...

Frente a eso la respuesta de la clase dominante y de su principal baluarte, el imperialismo estadounidense, ha de ser la intervención militar en distintas zonas del planeta. Lejos de estabilizar Afganistán están desestabilizando Asia Central y todo el mundo musulmán. Por si fuera poco han abierto un nuevo conflicto diplomático con Corea del Norte, se están implicando más directamente en la guerra civil colombiana y la situación en Venezuela puede escapárseles de las manos.

Esta necesidad de recurrir cada vez más a la fuerza no refleja fortaleza sino que el actual orden mundial imperialista se ve sometido a crecientes contradicciones que ya no son capaces de solucionar por otras vías que la militar. Pero el recurso a las intervenciones militares y los golpes de estado a medio plazo agravará aún más esas contradicciones.

Han anunciado que tras la guerra las tropas americanas se quedarían 18 meses “manteniendo la paz y el orden” en Iraq, a buen seguro sería bastante más tiempo y podemos imaginar qué tipo de paz y orden. Una ocupación norteamericana provocará una intensificación del odio, el terrorismo y la violencia en toda la zona. ¿Cómo esperar que los árabes toleren un régimen impuesto sobre la sangre y el sufrimiento de ellos mismos y de millones de hermanos muertos? Ningún pueblo puede ser condenado a la humillación y la miseria permanentemente y la indignación y la rabia entre las masas árabes, y en general musulmanas, están llegando al límite. La guerra de Iraq exacerbará aun más estos sentimientos.

Levantar un movimiento internacional contra la guerra ya

Los jóvenes y trabajadores de todo el mundo no podemos confiar en las declaraciones de los gobiernos que han marcado distancias respecto a Bush o en la ONU para parar esta guerra ni mucho menos para conseguir un mundo en paz. Lo único que puede detener la masacre del pueblo iraquí ahora y evitar nuevas guerras similares es la lucha masiva y prolongada de la clase obrera y la juventud a escala internacional en primer lugar para detener esta guerra pero, unido ineludiblemente a ello, para acabar con el dominio de la economía mundial por un puñado de multinacionales, que es la causa última de la miseria y las guerras, y construir un mundo socialista

El rechazo masivo a la guerra en los propios EEUU obligó a los americanos a retirarse de Vietnam en los años 70. Una movilización masiva en Occidente sería además un revulsivo y un polo de atracción para las masas del propio mundo árabe y ayudaría enormemente a fortalecer las ideas internacionalistas y revolucionarias del socialismo en estos países frente al callejón sin salida del fundamentalismo.

La oposición a la guerra en todo el mundo está presionando incluso a los dirigentes reformistas del movimiento obrero y demuestra que la situación es muy favorable para levantar un movimiento internacional de masas contra este nuevo genocidio imperialista.

¡Ni una bala, ni un soldado,

ni un euro para esta guerra imperialista!


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