En estos días hemos asistido a un cambio brusco en toda la situación política en el Estado español, que tendrá efectos y repercusiones en los próximos tiempos tanto aquí como internacionalmente. La aparente solidez y fortaleza del PP y su gobierno h En estos días hemos asistido a un cambio brusco en toda la situación política en el Estado español, que tendrá efectos y repercusiones en los próximos tiempos tanto aquí como internacionalmente.

La aparente solidez y fortaleza del PP y su gobierno ha sido barrida en pocos días con el movimiento de millones de jóvenes y trabajadores, concretándose de forma inmediata en los resultados electorales del 14-M.

Pero sería imposible entender seriamente estos resultados sin tener en cuenta todo el proceso vivido en los últimos años de enfrentamiento con la política del PP y que el brutal atentado del 11-M en Madrid, unido al comportamiento del gobierno, hizo aflorar de forma repentina en pocos días. Algunas veces la historia de cuatro años se concentra en cuatro días.

El salvaje y criminal atentado del 11-M en zonas claramente obreras, con más de doscientos muertos y más de mil quinientos heridos, y la burda y asquerosa manipulación realizada por el PP de este crimen para sacar ventaja electoral, sacó a la superficie el profundo sentimiento de rabia contenida entre los trabajadores. El grito de “es su guerra, son nuestros muertos” pronunciado por decenas de miles de manifestantes en las calles, resumía perfectamente cual era el estado de ánimo.

Este gobierno apoyó incondicionalmente la guerra imperialista frente a la oposición masiva de millones de personas, provocando una masacre en Iraq y poniéndonos al mismo tiempo, en el punto de mira de grupos terroristas fanáticos.

Poco les importo la enorme oposición mostrada en las masivas manifestaciones, lo que les importo fue su contribución a la opresión del pueblo iraquí y los negocios de las grandes multinacionales del petróleo.

Los resultados electorales del 14-M: se ha ganado por la izquierda, no por el voto del centro

Uno de los elementos más destacables del 14-M fue el incremento de participación en 8,5 puntos en relación a las anteriores generales del 2000, pasándose del 68,71% de participación al 77,21%, lo que supone 2,5 millones más de votos.

Este hecho ha desmentido todas las ideas interesadas sobre la falta de conciencia de los trabajadores y los jóvenes, ideas que no se corresponden con la realidad de las movilizaciones de los últimos años, pero que se han podido oír constantemente de boca de los dirigentes reformistas de la clase obrera y de algunos activistas desmoralizados.

Desde hace meses una gran parte de los “expertos”, analistas y comentaristas políticos, no se cansaban de explicar que para ganar las elecciones el PSOE debería conseguir el voto de “centro”. Esta misma idea era expresada por dirigentes como Bono y asumida como buena moneda por la actual dirección del PSOE. Con este planteamiento de fondo se pretendía justificar un mensaje moderado, que en el terreno de la economía se ha traducido en propuestas que no son de izquierdas y que incluso los dirigentes de UGT y CCOO, nada sospechosos de izquierdismo, acogieron con fuertes reservas.

Ahora tras la victoria electoral, los mismos buscadores del voto de “centro” se apresuran a señalar la importancia de este componente en los casi once millones que ha obtenido el PSOE. Así podemos leer: “Pero ni los nuevos votantes ni la mayor participación explican suficientemente las causas del aumento del voto socialista. Parece que sólo el cambio de votos de ciertas franjas de voto de la derecha hacia la izquierda explicaría la dimensión del giro electoral.” (El País 16/3/04)

Para contestar estos análisis que no tienen nada que ver con la realidad, lo mejor es referirse a los hechos: el PP ha perdido 690.000 votos lo que representa el 6,7% de los que obtuvo en el 2000, manteniendo el 93,3% de sus votos. Al tiempo, el PSOE ha obtenido un incremento de casi ¡¡tres millones de votos más que en 2000!! Por tanto, ¿como se puede afirmar esa tontería de la “franja de voto de la derecha”, si no es para tratar de minimizar el giro a la izquierda que se ha producido y que es el aspecto fundamental y predominante en estas elecciones?

Si analizamos más de cerca los resultados, esto queda todavía más en evidencia. Por ejemplo tomemos los datos en Madrid, donde conviven gran cantidad de capas medias, pequeños comerciantes, profesionales... con grandes capas de obreros de fábricas, de la construcción, servicios... En teoría según los “analistas expertos” esas capas medias son los famosos votantes de “centro”; ahora veamos los datos reales. En Madrid la participación ha aumentado un 8,59%, llegando al 80,67%, lo que significa 371.328 votos más que en 2000. El PP pierde 66.749 votos, IU ha perdido 63.376 votos ¾ estos sí que con toda seguridad fundamentalmente hacia el PSOE ¾ , pero el PSOE gana 507.286 votos más que en 2000. Con estos datos nadie puede considerar como algo serio el peso de esos votos “ de centro” en la enorme subida del PSOE.

Las grandes diferencias de abstención que se venían produciendo en las elecciones anteriores entre zonas de voto de izquierda y de derechas se han acortado claramente, lo que también confirma que el incremento fundamental en la participación proviene de la juventud y los trabajadores.

Otra conclusión que nace del análisis de los datos electorales es que mayoritariamente las capas medias que apoyaron electoralmente al PP, han continuado haciéndolo el 14-M. Como hemos explicado muchas veces las capas medias son un sector muy heterogéneo, que oscila constantemente entre la burguesía y la clase obrera, que sigue al que más seguridad le inspira, al que más claramente cree que puede resolver sus problemas.

Sin embargo, como decimos, éste es el sector más heterogéneo en la sociedad. Hay pequeños agricultores que ven su futuro muy incierto, o artistas e intelectuales que repudian las formas fascistoides y reaccionarias de la derecha y son más sensibles a ese tipo de comportamientos del PP, y que han manifestado en estos años su repulsa a la derecha.

Pero mayoritariamente en estos momentos, la situación económica se ha mantenido más o menos estable para muchos comerciantes, pequeños empresarios, profesionales... que han hecho negocios rentables en la Bolsa o en la especulación de la vivienda. Estos sectores no ven razón para cambiar de gobierno y se han mantenido fieles al PP, máxime si además piensan que en este terreno el PSOE podría empeorar la situación, tal como Aznar y el PP han insistido machaconamente.

La experiencia de los gobiernos del PP

Apoyándose en esta situación económica favorable, y a la política de desmovilización practicada por los dirigentes sindicales, especialmente en la primera legislatura, el PP ha conseguido mantenerse en el gobierno y acometer todo una serie de ataques de fondo contra las conquistas sociales, los derechos de los trabajadores y las libertades democráticas, especialmente en el ámbito de las nacionalidades.

La postura de los dirigentes reformistas de la izquierda política y sindical, aceptando estos ataques como un mal menor y renunciando a la lucha, fue nefasta ya que sólo ayudaba a promover la desmovilización y la confusión entre amplios sectores, que en ese contexto, decidieron no participar en las siguientes elecciones del 2000.

La izquierda se vio más debilitada electoralmente, con la pérdida de tres millones de votos entre PSOE e IU, lo que hizo posible la victoria del PP con mayoría absoluta, a pesar de que sólo tuvieron un aumento de medio millón de votos.

Los dirigentes de la izquierda, especialmente los del PSOE y las cúpulas sindicales, lejos de sacar las conclusiones correctas del periodo inmediato que llevó al PP a obtener la mayoría absoluta, sacaron las lecciones contrarias profundizando todavía más en los anteriores errores: búsqueda del pacto y el consenso con la derecha, como la manera fundamental, y a veces la única, de enfrentarse a los fuertes ataques del gobierno.

Esto no evitaba que una y otra vez los trabajadores tuvieran que movilizarse por mejorar los salarios, contra los despidos, por evitar más retrocesos en las condiciones de trabajo en las empresas... En definitiva luchas defensivas en las que más de una vez se encontraban luchando contra el gobierno, el empresario y sin apoyo serio de los dirigentes sindicales.

Un claro ejemplo de la resistencia y la heroicidad de la clase obrera la protagonizaron los 1.500 trabajadores de Sintel en 2001acampados durante 187 días en Madrid.

Sin embargo, a pesar de la postura de los dirigentes, la idea de que era necesario frenar al PP con una huelga general era cada vez más evidente entre decenas de miles de trabajadores.

La debilidad invita a la agresión. El gobierno se planteó que quería más concesiones de los sindicatos y aprobó una nueva “contrarreforma” laboral, el decretazo.

Al hacer esto creyó que podía derrotar a los sindicatos y así allanar el camino definitivamente para continuar con su política. Realmente midió las fuerzas de la clase obrera a través de la debilidad de sus dirigentes y cosechó un sonoro fracaso.

La Huelga General del 20-J cambió la situación

La huelga del 20-J de 2002 constituyó un éxito de participación y una demostración de la fuerza de la clase obrera. El gobierno tuvo que retirar casi todas sus contrarreformas, y si no fue total se debió, una vez más, a las reticencias y dudas de los dirigentes en continuar la lucha.

El 20-J cambió toda la situación. Sacó a la superficie el ambiente real entre la clase obrera y mostró abiertamente su disposición a la lucha, demostrando en la práctica de qué lado estaba la correlación de fuerzas.

Así, a través de su dura experiencia, se aprendió una nueva lección: ni el gobierno, ni la derecha eran tan fuertes como muchas veces los pintaban los dirigentes.

Esto marcó definitivamente los meses y años siguientes. Los problemas se incrementaron, la catástrofe del Prestige, el Plan Hidrológico Nacional, la reforma de la LOU, la implantación de la LOCE, la guerra de Iraq... Y la respuesta de la juventud y la clase obrera fue constante. Movilizaciones masivas con millones en las calles, huelgas, manifestaciones... y en cada ocasión, los máximos dirigentes obreros apoyando y participando después de empezar las luchas.

El resultado de esta dinámica ha sido un divorcio cada vez mayor entre la política oficial y la vida real, y, la mayoría de las veces, también entre los discursos de los dirigentes y la realidad de las fábricas.

Acontecimientos como la tragedia de Repsol en Puertollano, con varios trabajadores muertos por falta de medidas de seguridad, pusieron esto de manifiesto. Cuando los dirigentes de UGT y CCOO llamaron a la calma en mitad de la tragedia y minimizaron la responsabilidad de la multinacional para parar la huelga que se estaba produciendo, fueron expulsados por los trabajadores de la concentración organizada en memoria de las víctimas.

Ha sido finalmente sobre toda esta experiencia de los últimos años, sobre la que se han producido los acontecimientos que han desembocado en la derrota electoral del PP.

Las tradiciones de la clase obrera

Pero además cuando la clase obrera se pone en movimiento, también retoma sus viejas tradiciones, que parecían que ya no existían, que eran de otros tiempos lejanos y que habían desaparecido para siempre.

Los acontecimientos que se sucedieron vertiginosamente desde el fatídico jueves 11-M hasta el domingo 14-M contienen algunos aspectos, que salvando todas las distancias, sólo tienen precedentes en la lucha revolucionaria contra la dictadura franquista e incluso en los años treinta, en los numerosos enfrentamientos que la izquierda tuvo que llevar a cabo contra la reacción.

Decenas de miles de jóvenes y trabajadores, salieron a la calle de forma espontánea o semi espontánea ¡¡durante el día de reflexión!! La gente en la calle se iba sumando a las concentraciones contra las mentiras indecentes del PP. Se ocuparon las calles, se cortó el trafico, y el gobierno optó, o tuvo que optar, por no actuar contra los manifestantes ya que los enfrentamientos, tal y como estaban los ánimos, podrían empeorar las cosas. ¡Que inspiración tan maravillosa! Las consignas radicales de estas concentraciones reflejaban el salto en la conciencia de decenas de miles de jóvenes y trabajadores, un proceso que fue muy evidente durante las masivas manifestaciones contra la guerra. Todas las vacas sagradas de la “democracia burguesa”: la respetabilidad de las instituciones, el papel de los medios de comunicación, la “legalidad” electoral con su día de reflexión, el respeto al Congreso... fueron cuestionadas por la acción directa de miles de jóvenes y obreros que pusieron contra las cuerdas al PP.

Las tradiciones de la derecha

Durante estos años hemos podido observar como actúa la derecha, desde el famoso “viaje al centro” de la primera etapa del gobierno PP, hasta el “una, grande y libre” del nacionalismo español más rabioso del que han hecho gala en estos últimos cuatro años.

Esta experiencia, en primer lugar, ha tenido un enorme efecto en el aprendizaje de las generaciones más jóvenes que llegaron a creer la propaganda sobre la “modernidad” de la derecha española y la inexistencia de diferencias entre derecha e izquierda.

La experiencia de estos años ha ayudado a aclarar a muchos jóvenes el carácter profundamente reaccionario de la derecha.

Han restringido las libertades con leyes represivas, considerando a los jóvenes sospechosos, delincuentes, borrachos, vagos que no quieren estudiar...

En el terreno nacional han resucitado el nacionalismo español más reaccionario, utilizando el terrorismo para justificar toda su política y aplastar cualquier movimiento en defensa de los derechos democráticos en las nacionalidades.

En el terreno social, sus intereses de clase quedaron patentes en cada paso que dieron:

el “decretazo”, los recortes al subsidio de desempleo y al subsidio agrario en las más rancias tradiciones del señorito andaluz frente a los jornaleros en Andalucia, los contratos basuras, la manga ancha y la complicidad con los especuladores...

Una situación de creciente polarización social

La derecha ha ayudado con su política a que la polarización social en líneas de clase haya avanzado en pocos años más que en las décadas anteriores.

Esta situación está siendo observada con preocupación por sectores de la burguesía ya que consideran peligroso para sus intereses que la clase obrera retome el camino de la movilización en ese contexto.

La burguesía española siempre ha sido históricamente débil y en los momentos críticos ha necesitado apoyarse en las muletas de los sectores más reformistas del movimiento obrero para mantenerse en el poder. Buen ejemplo de ello fue todo el proceso de la transición española hace treinta años.

Pero este incremento de la polarización social no sólo es el producto de la radicalización política del PP, sino que hunde sus raíces en las condiciones actuales del capitalismo, tanto a escala nacional como internacional. Este proceso se desarrolla en todo el mundo, desde Latinoamérica hasta Europa.

No debemos olvidar que hemos asistido los últimos años, a un movimiento huelguístico que ha afectado a casi toda Europa, a masivas manifestaciones contra la guerra en todo el mundo. Esas son las condiciones en las que se han producido los acontecimientos de estos días en el Estado español que al mismo tiempo tendrá repercusiones a escala internacional.

El próximo gobierno del PSOE

Estas consecuencias ya están empezando a ver con el anuncio de Zapatero de cumplir su compromiso de retirar las tropas antes del 30 de junio, si no están bajo mandato de la ONU. Estas declaraciones están teniendo efectos en EEUU haciendo peligrar más todavía la reelección de Bush e incrementando las dificultades de Blair en Gran Bretaña y del resto de los países que han participado en la ocupación.

Asimismo el brutal atentado ha vuelto a situar en la conciencia de millones, que los efectos de esta llamada “guerra contra el terrorismo”, no sólo no es la solución sino que provoca más terrorismo en todo el mundo.

La demanda entre los millones de jóvenes y trabajadores que se han movilizado estos días es clara para el próximo gobierno, y será muy difícil que cualquier maniobra de implicación de la ONU sea entendida como una justificación para su incumplimiento.

El PSOE ha sido catapultado al gobierno por un movimiento de masas de la izquierda y las expectativas son enormes, no sólo en caso de la retirada de las tropas, también en los demás aspectos. Cambiar la política que ha hecho el PP en el terreno de la vivienda, la sanidad y la educación pública, la inmigración, la cuestión nacional, los derechos de los trabajadores... es la demanda de esos once millones de votos.

Aunque los resultados electorales han llevado a un Parlamento con mayoría de la izquierda, en el que incluso una reedición del famoso tripartito de Cataluña tendría mayoría absoluta, Zapatero ya ha anunciado que formará gobierno en solitario, contando con apoyos puntuales.

Las tensiones y diferencias que salieron a la superficie los últimos meses, no han desaparecido. Bono, Ibarra... han hecho más de una declaración pública que ha puesto en dificultades al actual secretario general del PSOE. Ahora las cosas han cambiado y aunque el poder siempre actúa como un buen pegamento, las diferencias entre algunos dirigentes no desaparecerán de un plumazo.

Es necesario un programa auténticamente socialista

Todas las demandas planteadas al nuevo gobierno son justas y necesarias y las esperanzas de que todas ellas se lleven adelante son grandes. El grito ante la sede del PSOE la noche electoral “No nos falles”, reflejaba muy bien este estado de ánimo.

El nuevo gobierno puede y debe cumplir con esas esperanzas, para lo que contaría con el apoyo entusiasta de millones de trabajadores y jóvenes.

Pero al mismo tiempo las presiones del otro sector, los empresarios, las multinacionales, la iglesia... también van a estar presentes, como demostró la experiencia de los anteriores gobiernos del PSOE. Presiones que ya están presentes desde el primer momento, como pudimos ver en las propuestas económicas al frente de cuyo ministerio parece lo más probable que esté el “independiente” Miguel Sebastián.

Si la dirección del PSOE quiere responder a las aspiraciones de la clase obrera y la juventud, debe oponerse a cualquier presión que ponga en peligro el cumplimiento de las demandas de su autentica base electoral. Llevar a cabo las medidas necesarias va a necesitar recursos económicos y esos recursos existen en la forma de los grandes beneficios amasados por los bancos, las grandes constructoras o las multinacionales, que se opondrán con uñas y dientes a que cualquiera toque sus “sacrosantos” beneficios. Por eso al final, como escribía Pablo Iglesias “O con los unos o con los otros”. No será posible una política de medias tintas.

Si los privilegiados de la sociedad se niegan y boicotean los recursos y las medidas que permitan acabar con la precariedad, la falta de viviendas dignas y asequibles, sacar la religión de las escuelas, que la enseñanza publica sea universal, científica laica y gratuita, tener una sanidad pública y de calidad..., entonces esos recursos necesarios para el bien social, en beneficio de la mayoría de la sociedad, deben ser expropiados y puestos bajo control de los trabajadores. Para llevar eso a cabo será necesario basarse en la fuerza de movilización de los millones de jóvenes y trabajadores que han demostrado su disposición a la lucha; al mismo tiempo esa sería la mejor manera de ganar a amplios sectores de las capas medias, que verían un gobierno fuerte con respaldo popular y con la decisión necesaria para empezar a cambiar realmente las cosas y acabar de una vez con las lacras y las injusticias de la actual sociedad.

La lucha por el socialismo

Los trabajadores son eminentemente prácticos y mayoritariamente aprenden de su propia experiencia. En estos momentos el objetivo inmediato era echar al PP del gobierno y no lo han dudado votando masivamente al PSOE.

Al fin y al cabo los trabajadores necesitan sus grandes organizaciones políticas o sindicales. Para luchar cotidianamente contra la derecha y defenderse, no basta con una acción más o menos espontánea, incluso en los momentos más críticos de la acción, la necesidad de la organización se hace patente.

El hecho tantas veces visto de que los dirigentes de las organizaciones tradicionales de masas de la clase obrera no estén haciendo una política correcta, incluso se conviertan en sostenedores del orden capitalista, provoca una ausencia de participación de los trabajadores en las mismas, lo que a su vez ayuda a aumentar el poder de la burocracia, hasta que la situación se hace insostenible y la realidad de la lucha de clases vuelve a penetrar en ellas sacudiéndolas de arriba abajo.

Es necesario, no obstante, que las autenticas ideas del socialismo que se han forjado a lo largo de la experiencia de décadas de luchas del movimiento obrero se mantengan vivas y se desarrollen.

Los sectores más activos sacarán conclusiones más rápidamente de la necesidad de luchar decididamente por el socialismo. Los actuales acontecimientos han demostrado lo que el marxismo ha explicado durante años, la posibilidad de cambiar la sociedad a través de la lucha consciente de la clase obrera.

El capitalismo es responsable de la actual situación de guerras, hambre, miseria, paro... en definitiva de la falta de un futuro digno para la inmensa mayoría de la sociedad.

En estos momentos existen sobradamente los medios materiales para que no existiera ninguna de esas lacras en el planeta. Se puede producir perfectamente para satisfacer todas las necesidades mínimas y mucho más. El único obstáculo es la existencia del actual sistema de producción: el capitalismo.

Sólo poniendo todo el potencial actual al servicio de las necesidades de la mayoría y no al servicio de los beneficios de una minoría se puede acabar con esta situación. Solo con la transformación socialista de la sociedad alcanzaremos una vida que merezca la pena ser vivida.

¡Únete a los marxistas del EL MILITANTE para fortalecer la lucha por el socialismo!

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La izquierda tiene la mayoría suficiente en el Parlamento y apoyo en la calle para tomar, entre otras, las siguientes medidas urgentes:

- Retirada inmediata de las tropas de Iraq,

con ONU o sin ONU

- Investigación de todas las decisiones tomadas

por el gobierno del PP y por todos los organismos

del Estado en la noche del sábado 13. Depuración

de todos los elementos fascistas del apartado del Estado.

- Retirada inmediata de la LOU y la LOCE.

- Retirada del ‘decretazo’ en el campo andaluz.

- Cumplimiento inmediato de las demandas de los trabajadores astilleros en lucha.

- Retirada del Plan Hidrológico.

- Derogación de todas las leyes que atentan contra los derechos democráticos,

como la Ley de Partidos.

- Renacionalización de todas las empresas privatizadas, empezando por la fundamentales como Telefónica, las eléctricas, Repsol, etc.

- Acabar con los contratos basura y los accidentes laborales: empleo digno para todos o subsidio indefinido.

- Plan drástico de inversión en la sanidad y la educación públicas.

- Plan inmediato de construcción de viviendas a precios accesibles. Nacionalización de las grandes las constructoras.

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