Las masivas movilizaciones de la clase obrera el 20-J, tanto en la huelga general como en las manifestaciones y posteriormente en la manifestación sindical del 5 de octubre en Madrid, han puesto de manifiesto la fuerza del movimiento obrero y están p Las masivas movilizaciones de la clase obrera el 20-J, tanto en la huelga general como en las manifestaciones y posteriormente en la manifestación sindical del 5 de octubre en Madrid, han puesto de manifiesto la fuerza del movimiento obrero y están provocando un cambio en el ambiente social claramente favorable a la izquierda. La huelga general de la enseñanza contra la Ley de “Calidad” el pasado 29 de octubre confirma una vez más el creciente ambiente de hartazgo con la política del PP y la predisposición a la lucha.

Esta situación está poniendo en evidencia la auténtica debilidad del PP y su gobierno, no han podido resistir un envite serio con los trabajadores, confirmando que su fachada de “fortaleza” estaba basada más en la falta de oposición política y sindical durante estos años, que en una aceptación de los postulados derechistas por parte de la mayoría de la sociedad.

Un gobierno débil

Ahora que la movilización les está obligando a ceder, lo están haciendo tarde y mal. Intentan disfrazar la realidad llegando a extremos ridículos. El mismo día que Aznar y Rajoy negaban ante la prensa que el gobierno hubiera dado marcha atrás, Rodrigo Rato reconocía que sí, que habían rectificado y que rectificar es una cualidad positiva.

La huelga general acentuó las divisiones internas en el PP que se vio obligado a llevar a cabo una remodelación del gobierno con la salida de Aparicio, que estaba al frente del Ministerio de Trabajo y del niñato Pío Cabanillas de Portavoz del Gobierno, por llevar a cabo el patético papel que Aznar les había encomendado: negar el éxito de la huelga general. Las divisiones continúan en estos momentos y se ven claramente a la hora de decidir qué camino es el menos malo para hacer frente al conflicto social que tienen entre manos. Perdieron el 20-J y ahora tienen que pagar un precio.

Los partidarios de seguir sin hacer concesiones se arriesgaban a que el desgaste fuera excesivo y más si los dirigentes sindicales se veían forzados a continuar la movilización, como está sucediendo en Italia.

El desgaste del gobierno sigue aumentando y las últimas encuestas electorales les indican que pueden llevarse un varapalo en las elecciones municipales. De ahí a perder las generales podría haber un pequeño trecho y esta idea les da pánico.

Además el deterioro de la situación económica es cada vez más evidente, y con ello la necesidad de acometer más ataques contra los trabajadores. En este escenario, con la guerra declarada a los sindicatos, temían perder más de lo que pudieran ganar y no les falta razón.

Por eso los partidarios de cambiar el discurso, con esta marcha atrás, intentan recomponer la situación con los sindicatos y volver al periodo de paz social que tan buen resultado les había dado. Ahora bien una cosa son sus pretensiones y otra que las consigan, ya que con esta táctica, también corren el riesgo de que se interprete correctamente esta muestra de debilidad y se encuentren con un incremento de la conflictividad animados por esta situación, y con el deterioro del contexto económico ocasiones no van a faltar.

¿En que se equivocó el Gobierno?

En estos días se están produciendo multitud de opiniones y análisis por parte de los “tertulianos” y “opinadores” profesionales. Todos coinciden en un punto, el mercado de trabajo debe ser “reformado” pero ahora, a toro pasado, critican que el gobierno lo ha hecho mal. Por supuesto que el gobierno lo ha hecho mal, pero no por las razones que ellos dicen.

Estos listillos que, cuando el gobierno sacó el decreto, apenas criticaron la forma pero no el fondo, afirman ahora que se tenía que haber hecho negociando con los sindicatos. Olvidan, interesadamente, que el gobierno ya intentó que los sindicatos aceptaran los recortes, como habían hecho en ocasiones anteriores, pero que esta vez no podían porque estaban más presionados por los trabajadores y además se les pedía más y más sin apenas darles ninguna contrapartida. Parece que ya se han olvidado de que la anterior contrarreforma se hizo sin “consenso” con los sindicatos y las centrales no convocaron ninguna movilización general, a excepción de la extraordinaria huelga general en Galicia, a la que se opuso CCOO, que no tuvo continuidad, y que marcó un punto de división sindical entre UGT y CCOO, con lo que la cosa quedó en amagar y no dar. De hecho, poco después CCOO firmó el acuerdo de pensiones con la oposición de UGT.

En este contexto, sindicatos divididos, ataques sin respuesta, etc., el gobierno vio la ocasión de machacar a los sindicatos, como hizo Margaret Thatcher en Gran Bretaña, y les echó el pulso con el decretazo, con el objetivo de derrotarles y así allanar el camino a los ataques que tienen en cartera. En sus planes se veían en un escenario envidiable para cualquier empresario. Sería una situación muy apetecida por la burguesía de cualquier país. Así que la realidad es que el “error” fue que perdieron porque midieron mal la correlación de fuerzas. Se creyeron que las mesas de negociación reflejaban la auténtica correlación de fuerzas y para decir toda la verdad, no eran los únicos que creían eso.

¡Ese y no otro fue su auténtico error. Enfrentarse a la clase obrera en lucha y pensar que podían ganar!

La izquierda se recupera

Las consecuencias de esta movilización están afectando lógicamente también a la izquierda política, por ahora en el terreno de las expectativas electorales; de hecho la recuperación electoral mostrada en las encuestas es la expresión directa del ambiente social generado por la huelga general, por primera vez en años parece que la oposición empieza a ejercer su papel como tal en algunos terrenos; en las últimas semanas, esto afecta fundamentalmente al PSOE, en la idea de concentrar el voto de la izquierda para desbancar al PP, en este sentido si la dirección de IU es capaz de presentar una política combativa no sólo en el parlamento, sino en la calle, en los barrios, etc, con un claro mensaje de lucha por la transformación social, podrá empezar a agrupar en sus filas a los sectores actualmente más combativos y dispuestos a la lucha.

Ahora la dirección del PSOE está criticando, con más dureza que antes, la reaccionaria política económica y social del gobierno.

Zapatero participó en el debate de los Presupuestos Generales del Estado calificándolos de antisociales y denunciando la falta de gasto social por parte del gobierno, al mismo tiempo este cambio también se refleja en sus discursos, así en el mitin del día 27 de octubre en Madrid para su proclamación como candidato a las próximas elecciones generales, ante más de 25.000 asistentes, declaraba que: “quitaré el poder a los poderosos y devolveré derechos y libertad a los ciudadanos” y al mismo tiempo señalaba: “Nunca, nunca olvidaremos nuestras raíces, porque nacimos para defender a los trabajadores y a los más débiles”.

Esta transformación en los discursos de Zapatero revela el ambiente social que existe en estos momentos, indicando claramente que lo que los trabajadores y la juventud quieren de sus dirigentes políticos es decisión para luchar contra la derecha y su política reaccionaria, y que por supuesto mañana les exigirán que sus declaraciones de hoy se conviertan en hechos cuando vuelvan a ponerles al frente del gobierno.

Luchar por el Socialismo

Todo ello se va a producir en un contexto de crisis económica que una vez más, la burguesía querrá hacer pagar a los trabajadores. Ya están aumentando las empresas que se declaran en suspensión de pagos y quiebras, con el consabido aumento del paro. Esta situación se esta desarrollando a nivel internacional. En poco tiempo podemos estar inmersos en una nueva guerra imperialista contra Irak, que calculan puede costar unos 200.000 millones de dólares, aunque no hay dinero, según ellos, para mantener los gastos sociales.

Pero al mismo tiempo vemos el deseo y la disposición de los trabajadores y los sectores oprimidos en todo el mundo enfrentándose a esta situación. En Europa con huelgas generales —en Italia, la segunda en pocos meses—; en América Latina: Argentina, Venezuela, Ecuador y ahora el triunfo electoral de la izquierda en Brasil con el PT de Lula; en Asia con movilizaciones en Indonesia, Filipinas, Pakistán... Todos estos acontecimientos son parte del mismo proceso mundial que hunde sus raíces en la crisis del capitalismo, un sistema corrupto y decrépito, basado en la explotación de la mayoría de la población para enriquecer a un puñado de parásitos.

El gobierno del PP es el gobierno de los empresarios y banqueros; es un gobierno de la burguesía, y tenemos que acabar con él. Necesitamos un gobierno de izquierdas, que trabaje en beneficio de los trabajadores. Un gobierno PSOE-IU con un genuino programa socialista, podría llevarlo a cabo.

La necesaria lucha por mejorar día a día las condiciones de vida de la clase obrera, se enfrenta a continuos ataques. Lo que un día conseguimos con la movilización al día siguiente nos lo quieren volver a arrebatar, por eso esta lucha cotidiana debe formar parte de una lucha más amplia, que vaya a la raíz del problema, a terminar con el capitalismo y sentar las bases para construir una sociedad basada en la democracia obrera donde la riqueza, las fábricas, los recursos naturales, la tierra, se pongan a producir en función de las necesidades de la mayoría de la población, bajo el control de los trabajadores, una sociedad auténticamente socialista.

banneringles

banneringles

banner

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas