A la trama del BBVA le falta un muerto para convertirse en una telenovela de intrigas y traiciones. Para la clase trabajadora es una muestra más de lo corrupto cínico e hipócrita que es el sistema capitalista. Estos señores banqueros que nos aconseja A la trama del BBVA le falta un muerto para convertirse en una telenovela de intrigas y traiciones. Para la clase trabajadora es una muestra más de lo corrupto cínico e hipócrita que es el sistema capitalista. Estos señores banqueros que nos aconsejan todos los días que se moderen nuestros salarios, que se alargue la edad de nuestra jubilación, que bufan contra el fraude en el subsidio de desempleo, que dicen que nuestro mercado laboral es muy rígido y que hay que flexibilizarlo, estos banqueros —y como muestra este escándalo— no son más que una cuadrilla de golfos.

Según los medios de comunicación el antiguo BBV tenía cerca de 37.000 millones de pesetas en paraísos fiscales. ¿Qué hay detrás de todo este escándalo? Veamos, para empezar, las entrelíneas de un artículo publicado en El País (14/04/02), firmado por Ernesto Ekaizer. En su opinión todo este asunto es fruto de la incompresible conducta de Emilio Ybarra, acuñando la teoría, podríamos convenir, de la enajenación mental: "Al día de hoy, banqueros y ex banqueros, inspectores del Banco de España y ex inspectores, se preguntan por qué razón Ybarra mantuvo durante tantos años esos activos ocultos. En un banco de las dimensiones del BBV, esas ganancias ocultas podían haber sido abonadas a la cuenta de resultados sin levantar las sospechas, por ejemplo, haciéndolo en dos ejercicios sucesivos. Otra fórmula podía haber sido la de utilizar el dinero negro para pagar compras, por ejemplo, de edificios en América Latina, contabilizando sólo una parte y creando así unas plusvalías latentes para futuros ejercicios".

También maneja Ekaizer la teoría de que Ybarra se hizo yonki, pero no de caballo sino de trusts y sociedades fantasma. Leámoslo: "Ybarra se hizo adicto. Como quien comienza a fumar y no lo puede dejar", estima un antiguo consejero del BBV. ¿Adicción a qué? A operar con trusts y sociedades fantasma, que supone mover fondos sin dar cuenta a ningún órgano institucional y evitar cualquier tipo de justificación", y acaba su artículo resumiendo su opinión: "Ybarra y sus consejeros, muchos de los cuales nada sabían, tendrán ahora que explicar en el proceso penal el misterio de su conducta irracional; explicar la lógica de mister Hyde". En definitiva Ybarra se volvió loco, y en vez de defraudar y ocultarlo como hacen todos no lo hizo. Y de todo esto sus consejeros, que se estaban forrando, ni se enteraban. ¡Qué morro tiene el periodismo serio!

El Mundo, en su edición digital del 16 de abril, no se abona a la teoría de la enajenación mental de Ybarra; al contrario, para este periódico Ybarra era ya tonto desde que nació, y además un pobretón. Leámos lo que dicen "Ybarra es rico pero no un hombre de inmensa fortuna (además del paquete accionarial del banco, controla el 7% del Grupo Correo, es uno de los primeros accionistas de Tubos Reunidos y es propietario de una gestora de patrimonios). Incluso tiene fama de tacaño entre sus amigos. Uno de ellos recuerda con asombro que la primera vez que el donostiarra le invitó a su finca toledana de Los Yébenes, le sirvió para comer macarrones, cosa inaudita entre cierto tipo de gente". Y sigue más adelante "Emilio, que estudió Económicas y Derecho en Deusto, nunca destacó como buen estudiante. No era lo que se dice una lumbrera. A los 28 años entró en el Banco de Bilbao, donde trabajó como simple director de oficina en Barakaldo, Las Arenas, San Sebastián y Madrid. Llegó a ser subdirector general del banco y en 1971 se incorporó al consejo como vocal. En 1976, Sánchez Asiaín le nombró consejero delegado y diez años más tarde accedió a concederle su reiterada petición y le hizo vicepresidente, bien es verdad que en esa fecha también aupó al mismo puesto a otros dos insignes neguríticos: Gervasio Collar y Eduardo Aguirre". El artículo continúa regocijándose de cómo la burguesía española (comandada por el PP) ha conseguido cepillarse de la dirección del BBVA al sector de la burguesía vasca (Neguri), y cómo un banquero que financiaba a ETA y a Hugo Chávez y era amigo de Arzallus y de Polanco cae pese a los buenos consejos del copresidente del BBVA Francisco González, un hombre santo puesto años atrás por Aznar al frente de Argentaria.

En este folletín de desamores y traiciones de la burguesía nacional todos son igual de culpables pese a la cortina de humo de la prensa burguesa. Al parecer los antiguos directivos del BBV tenían un fondo en el extranjero (como todos) "por si acaso". La memoria de la guerra civil sigue fresca entre ellos. Este fondo se destinó sobre todo a doblegar voluntades a golpe de talonario para favorecer la expansión del BBVA por América Latina y para pagar a ETA.

Pugna soterrada

Es evidente que el 19 enero de 2001 Francisco González culminó la trampa a Ybarra y sus directivos. Seguramente le prometió que no pasaría nada al ingresar el 10 de enero en el banco los 37.000 millones que tenía ocultos en la sociedad Amelan, con sede en Lietchestein, y que podría convencer en la reunión de ese día al gobernador del Banco de España para que no actuara contra él. Ybarra vio la oportunidad de quitarse de encima a Garzón, que venía desde años atrás siguiendo el rastro de las cuentas que el BBV tenía en paraísos fiscales en Nueva Zelanda y Estados Unidos. No podemos saber por ahora si Francisco González conocía o no (él dice que no) la existencia de los otros 3.900 millones de los 22 fondos de pensiones en Jersey que se embolsaban los antiguos directivos del BBV (y no los de Argentaria), pero su desconocimiento es la excusa que utilizó para sumarse al acoso del Banco de España contra Ybarra y toda la antigua dirección del BBV cuando el 8 de febrero de ese año se ingresa ese dinero en el banco.

Que todo este proceso salte ahora no es fruto del azar. Es evidente que el PP —y la burguesía española— está seguro de sí mismo, ha abandonado su imagen de centro, y está dispuesto a ir a por todas; por un lado contra el movimiento obrero: la ley de partidos, los ataques a la enseñanza pública, recortes en el desempleo etc. Por otro, se ven con fuerzas para deshacer antiguas alianzas con otros sectores de la burguesía y quedarse con todo el pastel.

Lo que no esperan es que la juventud y los trabajadores de este país vamos a hacer que se les atragante la tarta al final de la película.

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