Los días 19, 20 y 21 de diciembre Izquierda Unida celebró su VII Asamblea Federal. El congreso, que para cualquier organización de izquierdas es la reunión más importante, tenía entre sus tareas afrontar debates como el balance de la huelga general d Los días 19, 20 y 21 de diciembre Izquierda Unida celebró su VII Asamblea Federal. El congreso, que para cualquier organización de izquierdas es la reunión más importante, tenía entre sus tareas afrontar debates como el balance de la huelga general del 20-J, la movilización contra la guerra y la ocupación imperialista de Iraq, el balance de las elecciones municipales y autonómicas, la participación en los gobiernos de Euskadi y Catalunya, las próximas elecciones generales y, sobre todo, preparar a la organización para la intervención en esta nueva fase de la lucha de clases.

Los militantes de base: grandes olvidados

Sin embargo, en el contenido que la dirección dio a las asambleas precongresuales de las diferentes federaciones y la propia asamblea federal, primaban las intervenciones de invitados y los aspectos organizativos, frente al indispensable debate político.

Así en las asambleas preparatorias de las dos Federaciones más grandes, Madrid y Andalucía, que suponen casi el 40% de la afiliación total, las enmiendas políticas no se debatieron, por muy increíble que parezca. En Madrid, la dirección propuso anular el debate de las aportaciones a las tesis políticas realizadas por las asambleas de base. Los mismos que impidieron la discusión de ideas, no tuvieron empacho en debatir los estatutos durante más de seis horas. El argumento esgrimido para aplicar esta grave vulneración de la democracia interna era, por decirlo de alguna forma, surrealista: ¡¡¡eran muchas y no había tiempo!!! Así que, todas las enmiendas políticas pasaban a la asamblea federal. Pero, si en Madrid con menos de 600 delegados no había tiempo para discutir alrededor de 140 enmiendas políticas, ¿cómo lo habría en la fase federal con 840 delegados y enmiendas de todo el Estado? Como cabía esperar en la asamblea federal tampoco se discutieron.

Debatir enmiendas políticas no es un mero trámite administrativo, sino que debería ser el intercambio más importante y enriquecedor de ideas en nuestra organización. De hecho, si consideramos el tiempo dedicado a debatir las aportaciones que los afiliados hacen a las propuestas políticas de la dirección como un indicador de la participación real de la base en la orientación de IU, esta asamblea ha cosechado un rotundo fracaso.

En el caso de la Federación de Madrid, en menos de tres horas se ventiló el debate de los documentos alternativos. El sector de izquierdas, nucleado en torno a Corriente Roja, dispuso de 10 miserables minutos para poder exponer su programa alternativo. Sin embargo lo peor no fue esto, sino las vergonzosas maniobras burocráticas que desde las diferentes fracciones de la dirección se llevaron a cabo para impedir que Corriente Roja pudiese proponer una candidatura de delegados a la Asamblea Federal. Las presiones sobre los delegados que habían avalado con su firma la candidatura de CR, presiones al más depurado estilo estalinista, demuestran el miedo de la dirección a que la militancia del conjunto del Estado pudiera escuchar la voz de aquellos que reclaman un giro a la izquierda y la defensa de una política anticapitalista en IU.

¿Democratizar el capitalismo o transformar la sociedad?

Las propuestas de la dirección federal, finalmente aprobadas por la mayoría de los delegados en la asamblea federal, incluyen obviamente una crítica a la injusticia y opresión que supone el capitalismo. El hambre, la guerra, la acumulación de riqueza en cada vez menos manos y la extensión de la miseria, los recortes de los derechos democráticos, la contaminación y destrucción del medio ambiente, son denunciados en las tesis políticas.

Pero con ello sólo se recorre una parte del camino. Una vez hecho el diagnóstico es necesario recomendar un tratamiento y es aquí donde surgen diferencias. La alternativa defendida por la actual dirección transmite como nuestra tarea más actual y prioritaria la lucha por hacer más humano y razonable el capitalismo, renunciando de facto a la lucha por el socialismo. Así, se puede leer en el documento aprobado, dentro del apartado de los ejes básicos que IU defiende: “... una política exterior fundamentada en el respeto al derecho internacional y el rediseño de la Naciones Unidas como gobierno democrático del mundo (...) una democratización real del poder político (...) democratizar el poder económico ...”.

La otra alternativa, defendida por los marxistas de El Militante, consiste en la explicación de que es precisamente la existencia del sistema capitalista la que provoca que la política exterior consista en la imposición de los intereses del más fuerte, que la ONU no evite y hasta legalice las guerras, que las masas estén marginadas de las decisiones políticas y que la economía esté al servicio de quienes más tienen, por lo que el mensaje central que IU debería plantear pacientemente y con firmeza, es que la democratización real de la sociedad, ya sea en el terreno político o en el control de los recursos económicos, sólo será posible mediante la transformación socialista de la sociedad.

Ecosocialismo,

¿es la respuesta que buscan los activistas de la izquierda?

Un aspecto que inevitablemente era necesario debatir, es la aportación que IU puede hacer a miles de jóvenes y trabajadores cuya conciencia se ha visto conmocionada por acontecimientos como la huelga general o la movilización contra la guerra. Añadir, en palabras de nuestros dirigentes, “un color verde más intenso a nuestra alternativa” y hasta a “nuestro nombre”, parece más un golpe de efecto, trufado de oportunismo destinado al terreno electoral, que a fortalecer una alternativa de izquierdas en el terreno de la lucha de clases.

Nuestra aportación más valiosa sería dar respuesta a la pregunta que con seguridad miles de activistas se hacen: por qué a pesar de manifestaciones que agruparon a millones de jóvenes y trabajadores la implicación de Aznar en la guerra continuó o por qué después de dos legislaturas del Partido Popular y una exitosa huelga general, la perspectiva de una nueva victoria del PP en las generales de marzo es una seria posibilidad.

Tenemos que explicar que en el terreno de la lucha, los trabajadores y la juventud han demostrado decisión más que sobrada contrastando con la actitud de sus dirigentes sindicales y políticos, que lejos de profundizar en el terreno de la presión en la calle han desaprovechado el respaldo masivo de millones de personas, optando por la negociación sin movilización, con sus nefastos resultados. En realidad, la debilidad de la izquierda es la de nuestra dirección política y sindical, y esto sólo se podrá resolver construyendo una alternativa genuinamente marxista y revolucionaria.

Bárbara Areal

Sector Enseñanza de IU Madrid

Delegada Fase Regional de Madrid

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