El pasado 30 de marzo tuvo lugar una reunión del nuevo vicerrector de la Universidad Antonio de Lebrija con los delegados de las licenciaturas de Periodismo y Comunicación Audiovisual, las dos más desfavorecidas de la universidad.El pasado 30 de marzo tuvo lugar una reunión del nuevo vicerrector de la Universidad Antonio de Lebrija con los delegados de las licenciaturas de Periodismo y Comunicación Audiovisual, las dos más desfavorecidas de la universidad. Los delegados manifestaron el descontento de muchos alumnos ante las malas infraestructuras, pues no son las prometidas por la universidad ni son coherentes con las elevadas sumas de dinero que los alumnos tenemos que pagar. En esta universidad existe un sector de gente desinteresada a la que no le debe importar pagar, quizás porque le sobra el dinero, pero existe un amplio número de personas a las que no les resulta fácil pagar una universidad privada, a la que se han visto obligados a acudir ante la dificultad para ingresar en la pública (la Universidad Complutense exige bastante más de un 7 de nota media para Comunicación Audiovisual).

Las quejas de los delegados se centraron en el mal funcionamiento y los malos horarios de servicios e infraestructuras tales como reprografía, que cierra por la tarde impidiendo a los alumnos de Comunicación Audiovisual hacer uso de la misma ya que sólo tienen turno de tarde; los escasos medios de transporte para llegar al campus, que se encuentra en la Berzosa, bastante más lejos que Torrelodones; los problemas de alojamiento para los estudiantes que vienen de fuera de Madrid, o sobre los ordenadores e impresoras destinados al uso fuera de clase.

Además hubo críticas dirigidas al pasotismo del jefe de estudios, M.R., que ante las quejas que los alumnos, becarios y delegados le presentábamos, se limitaba a repetir que “no hay presupuesto” y eso que ahorran hasta en papel.

La pregunta que se hace todo el mundo es, si no hay presupuesto ¿qué hace la universidad con el dinero que cada alumno abona, que no es poco? Tampoco existen inversiones suficientes en becas. Entras con una serie de promesas en la mano y cuando has logrado alcanzar la media que la universidad te exige para acceder a la beca te llegan a preguntar barbaridades tales como si se te ha muerto tu padre y se ha cortado la fuente de ingresos en tu familia.

Reformas reaccionarias

Aún peor se pone el panorama ante las reformas reaccionarias que el nuevo vicerrector pretende llevar a cabo. Principalmente son cuatro: En primer lugar está la modificación de la valoración que hacíamos de las clases y los profesores. Antes contestábamos en una hoja que se entregaba en clase al final de cada curso una serie de preguntas, ahora, no se sabe si porque no hay presupuesto para papel, se nos ofrece la posibilidad de hacerlo por Internet. Antes, todos o casi todos los alumnos podíamos plantear otras formas mejores de realizar las clases, mientras que ahora sólo unos pocos harán uso de la página web para plantearlas.

Otra nueva medida es la modificación de la manera de elegir al mejor alumno. Ya por sí sola, la idea es de lo más rechazable, la manera en que hacen competir a los estudiantes dividiéndolos. Lejos de ayudar a la formación de personas, estas medidas, impulsarán a los futuros trabajadores a vivir compitiendo en el trabajo, pisándose los unos a los otros, evitando así una mayor fuerza de la hermosa solidaridad de clase. En esta nueva forma de elección del “alumno estrella” contará mucho la valoración de los compañeros y profesores, obligando así a que los compañeros se tengan que criticar, dando lugar a mayores divisiones.

El tercer cambio que se quiere llevar a cabo se podría ver como el preludio de lo que nos podríamos encontrar con la LOU y LOCE para la enseñanza pública. Se modificarán las pruebas de acceso a la universidad con el objeto de saber si te desenvolverás bien en el mundo laboral. Aquí se ve cómo la postura de hacer más selectiva la enseñanza pública también repercute en la enseñanza de pago, la cual tiene que mantener su prestigio como enseñanza privilegiada, tienen que salvaguardar su imagen de universidad con salidas y gente mejor preparada.

Como última medida, pero más difícil de establecer, es la creación de una tarjeta con la que se pueda controlar cada día la entrada en clase de los alumnos. Actualmente es obligatorio para un profesor pasar lista en clase pero algunos profesores se oponen a este absurdo y no lo hacen, ya que consideran responsables a los alumnos de saber qué deben hacer. Pero con esta nueva medida si los alumnos tienen algo importante un día determinado y no asisten a clase, si la excusa no les parece razonable, pueden sancionarles, por ejemplo si acuden a una manifestación o una huelga.

El objetivo es acabar con la enseñanza privada y lograr una fuerte mejora de la enseñanza pública, terminando con todo el negocio a costa del derecho básico y esencial que es la educación. Pero mientras algunos tengamos que estar en la privada, lucharemos contra la situación descrita en este artículo.

Pablo Barrón

Sindicato de Estudiantes de Madrid

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