A lo largo de la historia del astillero Naval Gijón, muchas han sido las veces que los trabajadores han tenido que luchar para salvaguardar sus condiciones de trabajo o conseguir un respiro, al menos momentáneo, que les permitiera conservar la activiA lo largo de la historia del astillero Naval Gijón, muchas han sido las veces que los trabajadores han tenido que luchar para salvaguardar sus condiciones de trabajo o conseguir un respiro, al menos momentáneo, que les permitiera conservar la actividad del astillero. Durante todo este tiempo la postura que se ha mantenido desde el Comité de Empresa ha ido deslizándose, desde la unidad de acción inicial entre la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI), CCOO y UGT, hasta la actual postura que hoy por hoy mantienen los delegados de CCOO y UGT, a nuestro juicio practicando una política de entreguismo a la dirección de la empresa, que debilita y confunde al conjunto de los trabajadores.

Ciertamente, durante todo este período, la postura defendida por la CSI ha sido en todo momento la de advertir de los serios riesgos a los que conduce ese tipo de política sindical, basada en la aceptación del mal menor. Asimismo, la CSI ha estado siempre a la cabeza de todas las movilizaciones planteando la necesidad de abordar una solución global para el astillero, en lugar de ir aceptando “parches” provisionales que solamente aplazaban los problemas.

En el momento actual, nadie duda ya de la gravedad de la situación y de que el cierre de Naval es cada día una amenaza más real. Justo cuando la situación requeriría una mayor participación de los trabajadores, a través de la discusión en asamblea general de las distintas propuestas, planes de lucha, etc., es cuando desde CCOO y UGT menos dispuestos están a escuchar la voz de la plantilla. Pero esto no puede ser el obstáculo que impida a la CSI dar una alternativa diferente a la que la mayoría del Comité de Empresa defiende (que no es más que la aceptación servil de expediente de regulación, confiando en la buena voluntad posterior de la patronal). A nuestro juicio, si la CSI llevara a cabo una campaña de explicación de su alternativa repartiendo una hoja, organizando discusiones y debates sobre la alternativa a defender, a la vez que una denuncia de la actitud del resto del Comité, exigiendo públicamente la convocatoria de una asamblea general para debatir el futuro del astillero, se podría cambiar drásticamente el ambiente entre la plantilla.

En todo caso, ningún empresario está dispuesto a asumir la continuidad del astillero siendo, como es, mucho más rentable a corto plazo para la patronal cerrar las instalaciones y vender los terrenos en los que está ubicado, obteniendo de esa forma, inmediatos y enormes beneficios basados en la especulación. Creemos sinceramente que la única alternativa viable para Naval Gijón pasa por su nacionalización y su incorporación al grupo público Izar. Conseguir esto no es una tarea fácil, como no lo ha sido mantenerse durante todos estos años, pero es lo único que puede mantener los puestos de trabajo. No hay otra solución. Pero es necesario que la mayoría de la plantilla esté convencida de que ésta es la única salida y tenga confianza en la lucha y en sus propias fuerzas.

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