La Comuna Asturiana salvó al proletariado de una derrota decisiva. A pesar de la feroz represión que desató el gobierno —3.000 obreros muertos, 7.000 heridos, más de 30.000 encarcelados— la reacción no logró imponer una derrota a nivel global. Como en el resto del Estado las masas sólo habían hecho huelgas, sus filas estaban intactas. Se ofreció una seria resistencia a los intentos de Gil Robles de clausurar los sindicatos, aparecieron órganos ilegales para sustituir a la prensa obrera confiscada, se hicieron huelgas generales cuando se ejecutó a los prisioneros de Octubre y, tres meses después, los sindicatos clausurados cobraban las cuotas tan regularmente como antes.