Esta obra de Carlos Marx analiza, a través de los dos manifiestos del Consejo General de la Asociación Internacional del Trabajo que preceden al texto de La guerra civil en Francia, todos los acontecimientos inmediatamente anteriores a la proclamación de la Comuna, el estallido de la guerra franco-prusiana y la actitud que tiene que tener la clase obrera internacional.
Es de especial relevancia los ejemplos que se dan de la clase obrera de distintos países contra esta nueva guerra de rapiña entre las burguesías nacionales y la necesidad de la unión de la clase obrera de todos los países. Un manifiesto aprobado por unanimidad, en una asamblea de delegados que representaban a 50.000 obreros de toda Sajonia, adoptó la siguiente resolución en respuesta al llamado a la unión de los trabajadores franceses: "En nombre de la democracia alemana y especialmente de los obreros que forman el Partido Socialdemócrata, declaramos que la guerra actual es una guerra exclusivamente dinástica. Nos congratulamos en estrechar la mano fraternal que nos tienden los obreros de Francia... Fieles a la consigna de la Asociación Internacional de los Trabajadores: ‘¡Proletarios de todos los países, uníos!', jamás olvidaremos que los obreros de todos los países son nuestros amigos y los déspotas de todos los países, nuestros enemigos".

El primer poder obrero de la historia

Este libro es muy útil para entender todos los sucesos que desembocan en la proclamación de la Comuna, cómo ésta se organiza y cuáles son sus mayores conquistas. Pero el mayor honor de la Comuna de París es haber sido el primer gobierno obrero de la historia. El proletariado parisino puso las bases de lo que después el marxismo desarrollaría sobre la teoría del estado y la revolución, sobre el poder obrero.
Tras la traición del llamado "gobierno de la Defensa Nacional" -que surgió tras la caída del Segundo Imperio y la proclamación de la república- con la capitulación ante el ejército de Bismarck, los trabajadores de París, armados y organizados en la Guardia Nacional, no ceden la capital y proclaman la Comuna.
Como explica Engels en su introducción al texto: "La Comuna tuvo que reconocer desde el primer momento que la clase obrera, al llegar al poder, no podía seguir gobernando con la vieja máquina del Estado; que, para no perder de nuevo su dominación recién conquistada, la clase obrera tenía, de una parte, que barrer toda la vieja máquina represiva utilizada hasta entonces contra ella, y, de otra parte, precaverse contra sus propios diputados y funcionarios, declarándolos a todos, sin excepción, revocables en cualquier momento". La experiencia de la Comuna confirma lo que Marx ya anticipaba en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, la necesidad de que el proletariado destruya la máquina estatal burguesa.
En este libro se analiza toda esta experiencia y pone encima de la mesa las características de lo que tiene que ser el poder obrero. En primer lugar, la Comuna elimina el ejército permanente sustituyéndolo por el pueblo en armas; frente a la falsa idea de la división de poderes como máxima expresión de democracia, la Comuna se convierte en una "corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo" y cuyos funcionarios debían desempeñar sus cargos con salarios de obreros. Además, todo aquel que fuese elegido para desempeñar un cargo público debía ser revocable en cualquier momento. Sólo de esta forma se puede destruir todo el aparato represivo y burocrático que durante años había servido para aplastar cada vez más y más al proletariado.
Las acciones que lleva a cabo la Comuna, como la separación Estado-Iglesia, la ocupación de las empresas y talleres abandonados por las sociedades obreras, la demolición de la Columna triunfal, instalada por Napoleón en la Plaza Vendome, por ser el símbolo del chovinismo y el odio entre naciones, etc., tienen un marcado espíritu proletario, como no podía ser de otra forma.
Si algo se desprende de este libro es la necesidad por parte del proletariado de tomar en sus manos todas las palancas del poder, de llegar hasta el final en su lucha contra la burguesía si no se quiere acabar en derrota. Por desgracia, los participantes de la Comuna tuvieron que pagar un alto precio por sus errores. El más importante y decisivo, en este sentido, fue no tomar en su poder el Banco de Francia o la indulgencia con la que se trató al "gobierno de la Defensa Nacional", que propició que éste se pudiese reorganizar y asestar un golpe mortal al gobierno obrero.
La saña que es utilizada contra los héroes de la Comuna por parte del gobierno de Thiers a partir de ese momento, sólo es proporcional al ejemplo que para toda la clase obrera del mundo significó el primer poder obrero de la historia, del que debemos sacar todas las lecciones para el presente y el futuro inmediato.

 

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