La recesión de la economía mundial es ya una realidad. Todos los gobiernos occidentales, los especialistas económicos y la prensa burguesa reconocen la gravedad de la situación, y no ocultan los paralelismos con el crac de 1929. La quiebra de Northen Rock y Bearn Stearn antes del verano, anticipaban lo que se avecinaba: el colapso de los grandes bancos hipotecarios estadounidenses (Fannie Mae y Freddie Mac) y, finalmente, de Merrill Lynch y Lehman Brothers, en este último caso la mayor quiebra empresarial de la historia, con un pasivo de 430.000 millones de euros (más de 7 billones de las antiguas pesetas). No parece que sea la última debacle: la mayor aseguradora del mundo, AIG, ha visto como su valor se desploma en la bolsa un 60,8% en un solo día y sigue sin captar los 40.000 millones de euros que necesita para hacer frente a su descubierto.

La recesión de la economía mundial es ya una realidad. Todos los gobiernos occidentales, los especialistas económicos y la prensa burguesa reconocen la gravedad de la situación, y no ocultan los paralelismos con el crac de 1929. La quiebra de Northen Rock y Bearn Stearn antes del verano, anticipaban lo que se avecinaba: el colapso de los grandes bancos hipotecarios estadounidenses (Fannie Mae y Freddie Mac) y, finalmente, de Merrill Lynch y Lehman Brothers, en este último caso la mayor quiebra empresarial de la historia, con un pasivo de 430.000 millones de euros (más de 7 billones de las antiguas pesetas). No parece que sea la última debacle: la mayor aseguradora del mundo, AIG, ha visto como su valor se desploma en la bolsa un 60,8% en un solo día y sigue sin captar los 40.000 millones de euros que necesita para hacer frente a su descubierto.

Todas estos colosos del mundo financiero han visto esfumarse su valor con un derrumbe de las cotizaciones de sus acciones, y han arrastrado en su caída a las bolsas de todo el mundo cuyas pérdidas, en lo que va de año, no tienen precedentes desde los años veinte.

La clase dominante asiste perpleja y acongojada a un fenómeno que no esperaban. Confiaban en la "solidez" de los cimientos de la economía mundial y en su "habilidad" para intervenir en los mercados. Pero la realidad ha desmentido lo uno y lo otro. A pesar de la inyección masiva de liquidez por parte de la FED y los bancos centrales de Europa, Japón y Gran Bretaña; a pesar de la rebaja de los tipos de interés en EEUU y de las medidas legislativas para "reforzar" los controles de los movimientos financieros, la economía mundial se precipita contra un muro. Tal como pronosticamos hace meses, la inyección de liquidez no paliará un problema que hunde sus raíces en la sobreproducción: no resolverá la contracción del consumo y de la producción y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria; y no evitará tampoco que el mercado del crédito intercambiario se mantenga seco.

La espiral recesiva ha hecho su aparición para no abandonar la escena por mucho tiempo. Aquellos que confiaban estúpidamente que la industria sanaría la gangrena provocada por la especulación inmobiliaria se han dado de bruces con la realidad. La producción cae de forma abrupta: en EEUU, Japón, Alemania, Gran Bretaña...la industria del automóvil, de la maquina herramienta, del acero o del cemento empiezan a descender por el tobogán. También la caída de la inversión de capital fijo se mantiene constante en la eurozona y en los EEUU, y las economías emergentes se arrastran tras la estela de las grandes economías capitalistas. Ni la India ni China serán capaces de estimular el crecimiento, todo lo contrario, se verán afectadas decisivamente por la crisis en los países capitalistas más desarrollados.

"¿Falta de controles?"

A pesar de esta dura realidad, no son pocos los que se resisten a reconocer que el problema es el capitalismo. Las páginas de economía de los principales diarios y de la prensa económica especializada, están trufadas de artículos de opinión de catedráticos, directores de escuelas de economía y un sin fin de "especialistas", que se lamentan por la "falta de transparencia" y la opacidad de los grandes bancos de inversión y agentes financieros en sus operaciones.  En vista del desastre, no dejan de  proponer como recetario para evitar nuevas crisis una regulación más estricta que sea capaz de controlar las transacciones de capital y los movimientos de los grandes fondos de inversión. Pero ¿Cómo no se les había ocurrido antes? Cuando las cinco mayores entidades de inversión estadounidense -Goldman Sachs, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Lehman y Bear Stearns- tenían un nivel de deuda en 2007 de 41 a 1, es decir, que por cada euro contante y sonante que captaban se endeudan por 41, todos estos sabihondos no decían esta boca es mía. Todo lo contrario, se maravillaban ante un ciclo tan virtuoso de crecimiento, que no parecía tener fin. Testas así podrán ser coronadas con el premio Nobel de economía, pero son incapaces de comprender la auténtica dinámica de la producción capitalista.

Una gangrena recorre el sistema financiero

El pasado 20 de junio, los medios de comunicación anunciaban con toda pompa que el Departamento de Justicia de EEUU, en coordinación con el FBI, había presentado cargos criminales contra 406 individuos por su presunta responsabilidad en el colapso del mercado hipotecario, y que de estos, cerca de 300 habían sido detenidos dentro de una gran operación bautizada como Hipoteca Maligna. En palabras del fiscal general adjunto Mark Filip: "este tipo de fraude representa una seria amenaza para la economía y la estabilidad del mercado inmobiliario". Muy cierto, pero a pesar de la diligencia del FBI la crisis financiera y económica continua.

En la búsqueda de más controles y "transparencia", durante la última cumbre de Tokio del G8 los gobernantes de los países más industrializados del planeta dieron un plazo de 100 días a la gran banca mundial para que hiciese público el alcance de sus fondos infectados por los impagos, un agujero que según fuentes oficiales ronda ya el billón de euros. 100 días después, el 22 de julio, la gran banca confirmaba que no había hecho los deberes. En palabras del diario El País: "La confianza y la transparencia siguen igual: por los suelos".

En realidad, la palanca que impulsó el "círculo virtuoso" se ha transformado en el catalizador de una crisis de proporciones difíciles de prever. El calado de la infección es de tal magnitud que está obligando a los gobiernos de todo el mundo, empezando por el de EEUU, a realizar una vasta operación de rescate para que la gangrena del sistema crediticio mundial no se transforme en un crac descontrolado. Bastan algunos ejemplos.

1. En el mes de mayo, la prensa anunciaba que los beneficios de la banca europea en el primer trimestre del año se hundían. Los resultados conjuntos de las 10 grandes entidades europeas por valor bursátil, excluidos BBVA y Santander, sumaron 203 millones de euros, un 99,06% menos que en el mismo trimestre del año anterior. [1]

En el caso de la banca de inversión en EEUU la situación es un auténtico desastre.. Citigroup registró su tercer trimestre consecutivo de pérdidas, acumulando 17.500 millones de euros de saldo negativo en este año. Por su parte Merrill Lynch tuvo unas pérdidas trimestrales de 4.650 millones, que elevaban a 18.650 millones el rojo acumulado en lo que va de año, hasta que finalmente ha sido comprada, in extremis, por Bank Of America, gracias a las garantías de apoyo que ha dado el gobierno para la operación

Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado un cambio en la normativa que rige sus subastas de liquidez para una banca atenazada por una prolongada sequía del mercado interbancario. El eurobanco planea exigir más garantías para facilitar créditos cuando la contrapartida sean bonos hipotecarios, cuya colocación en los mercados se ha vuelto casi imposible. De esta manera aumentará la presión para la refinanciación de la deuda empresarial, superior al 100% del PIB en algunos países, como en el caso del Estado español y Francia. En estas condiciones miles de empresas europeas quebraran, arrastrando a muchos bancos en la caída. Es como una pescadilla que se muerde la cola.

Este desplome del negocio bancario ha provocado a su vez la destrucción de 100.000 puestos de trabajo en la banca mundial, una cifra que supera a la que provocó en 2001 el pinchazo de la burbuja tecnológica, según datos recopilados por Bloomberg.  [2]

2. La crisis ha arrastrado a las bolsas a un desplome súbito, pinchando la burbuja bursátil que infló en la última década la cotización de empresas y bancos a niveles estratosféricos.

Bolsas mundiales  caída en % anual (2008 hasta agosto)

Dow Jones, - 15,41; Nasdaq, -14,95; México,-12,30; Bovespa (Brasil), -18,70; FTSE 100 (Reino Unido),-18,84; CAC 40 (Francia),-25,25%; Dax (Alemania),-24,05%; Ibex 35,-26,63%; Nikkei (Japón), -20,22; HAng Seng (Japón), -28,33.

3. El gobierno de EEUU se ha visto obligado a intervenir en la crisis de Fannie Mae y Freddie Mac, las dos grandes hipotecarias del país con un total de créditos concedidos por valor de más de 5 billones de dólares y cuyas acciones perdieron 84 y 75 por ciento respectivo en la sesión de Wall Street del pasado 7 de septiembre. Se trata de la más vasta operación de rescate económico que la historia de EEUU registra para evitar el colapso del sistema financiero mundial. Como ocurrió en Gran Bretaña con el Northen Rock y en los EEUU hace cuatro meses escasos con Bearn Stern y en el mes de julio con IndyMac Bancorp, el Estado capitalista ha recurrido al viejo truco de nacionalizar las perdidas después de haber privatizado masivamente las ganancias. ¡Socialismo para los ricos, capitalismo para los pobres!

La recesión llama a la puerta

Parece que han pasado años, pero tan sólo hace algunos meses gente bien informada y educada en escuelas de negocios y facultades de economía de reconocido prestigio, negaban la posibilidad de que la crisis financiera se tornara en una recesión económica en toda regla. Hoy, con los datos en la mano, las previsiones de los marxistas han sido confirmadas: la economía está recorrida por una crisis de sobreproducción, con su espiral descendente en las ventas y el consumo, incremento espectacular del desempleo, cierre de fábricas, descenso de la producción y un crecimiento de la inflación que afecta a los productos de primera necesidad . Una crisis que no respeta las fronteras nacionales, y se extiende como una mancha de aceite en una economía mundial integrada a una escala nunca vista en la historia.

Todos los indicadores son malos y algunos muy malos. Esta es la razón de que los organismos económicos internacionales tengan que revisar a la baja sus estimaciones de crecimiento, o mejor dicho de decrecimiento. El PIB de la zona euro ha registrado un descenso del 0,2% entre abril y junio, el primer balance negativo para el conjunto del área desde la recesión de 1992/1993 y la primera caída del PIB desde la puesta en marcha de la moneda única. Las cifras indican claramente un estancamiento de la actividad económica, y en muchos casos proporcionan señales claras de recesión. [3]  De este panorama no se salva ninguna potencia europea, al contrario, Gran Bretaña e Italia ya están con indicadores abiertamente recesivos, Alemania y Francia se deslizan con fuerza por la misma pendiente y, en el caso del Estado español, todas las encuestas de agencias económicas y centros de estudios hablan de que la recesión será una realidad a finales de este año.

En el caso de la economía estadounidense la revisión es al alza, pero se trata de una previsión que no se cumplirá, como se ha encargado de demostrar la catástrofe financiera de los últimos días. El comportamiento del PIB norteamericano en el segundo trimestre (con un crecimiento del 0,5%) ha estado condicionado por las medidas fiscales del gobierno Bush, mientras que indicadores fundamentales de la actividad, como el consumo, el desempleo y la producción industrial, por no hablar del desastroso panorama del sector financiero, siguen empeorando.  [4] Los economistas de UBS insisten en que la primera economía del mundo entrará en recesión en el segundo semestre del año "una vez que el impacto de las medidas monetarias y fiscales se disipe".

En el resto del mundo el panorama es igual de desalentador. Es el caso de la tercera economía industrial del planeta, Japón, cuyo PIB se contrajo un 2,4% interanual en el segundo trimestre debido a la caída de las exportaciones (un 2,3% en el segundo trimestre, la primera vez en tres años) y del consumo interno (que disminuyó un 0,5% por la escalada inflacionista que vive el país). En cualquier caso el factor decisivo de este retroceso es la atonía de los mercados estadounidense, europeo y de las economías emergentes de Asia, donde la reducción de compras de vehículos y de bienes electrónicos está creciendo formidablemente.

Tampoco China se libra de las consecuencias del parón económico. La economía con mayor dinamismo del planeta está ya dando síntomas evidentes de sobreproducción que puede agudizar la dinámica hacia la recesión mundial. Según The New York Times (4 de septiembre de 2008), "Las fábricas chinas informan de un descenso en el número de nuevos pedidos de junio. Las exportaciones apenas crecen. El mercado inmobiliario se debilita. La ralentización del crecimiento de China ha hecho que el precio mundial de algunos metales como el cobre, el estaño, el zinc y el aluminio hayan caído en las últimas semanas debido al cierre o al recorte en el consumo de las voraces fábricas chinas. Pero aunque las dificultades de China pueden hacer que se reduzcan las presiones inflacionarias en todo el mundo, también amenazan con ralentizar aún más el ya de por sí débil crecimiento económico mundial (...) Los economistas prevén que el crecimiento caerá del actual 11% o más anual hasta el 9% o el 9,5% durante el próximo año. La mayoría de las naciones envidiarían esa tasa. Pero un 9% de crecimiento haría mucho más difícil dar trabajo a os millones de chinos que se trasladan a las ciudades desde las zonas rurales en busca de empleo (...)

Después de un año de crisis, los marxistas podemos republicar todas nuestras previsiones sin temor a ser corregidos por los hechos. Basándonos en la economía política materialista hemos sido capaces de definir las líneas fundamentales de los acontecimientos, incluso en muchos de sus detalles. La perspectiva de la estanflación es hoy una realidad dramática para cientos de millones de personas en todo el mundo; las tendencias proteccionistas que se ciernen como una amenaza sobre el comercio mundial y pueden hacer aún más dura la recesión, se están fortaleciendo como demuestra el fracaso estrepitoso en la negociación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en la llamada Ronda de Doha.

La lacra del desempleo, la reducción impune de los salarios y el aumento de la jornada laboral a los niveles del siglo XIX; el genocidio perpetrado contra miles de millones de seres humanos a través de la especulación capitalista de los alimentos; la barbarie legal desatada contra los inmigrantes que huyen de la miseria impuesta por la división imperialista del plantea; la vuelta al rearme y la guerra fría, como expresión del enfrentamiento económico y militar entre las diferentes potencias que se disputan el control del planeta...son la consecuencia de la supervivencia del capitalismo, y prueban que este sistema ha dejado de jugar un papel progresivo. Pero no basta con comprender las causas del problema, hay que levantar una alternativa viable para emancipar a la humanidad acabando con la dictadura tiránica del mercado. Y esta alternativa es lucha revolucionaria por la transformación socialista del mundo.


NOTAS

[1] El caso más destacado es el de UBS (Unión de Bancos Suizos) que  perdió en el último trimestre de 2007 y en el primero de este año la friolera de 15.000 millones de euros. Por su parte Credit Suisse, el segundo mayor banco suizo, registró sus primeras pérdidas trimestrales en cinco años: 1.330 millones de euros. Por lo que se refiere a los seis principales bancos españoles -el Santander, el BBVA, Popular, Sabadell, Bankinter y Banesto-, en los primeros siete meses del año han perdido en bolsa un 25% de su valor: pasaron de un valor bursátil conjunto de 195.069 millones de euros en agosto de 2007 a 145.605 millones al cierre del primer viernes de agosto, cuando se cumplió el primer aniversario del estallido de las hipotecas "subprime" de EEUU. Entre los seis, el más perjudicado ha sido Bankinter, que ha perdido un 46,5% de su capitalización bursátil en el último año, seguido del Popular, con un descenso del 45,8%. Pero el castigo también ha sido mayúsculo para los más grandes: el Santander cede el 13,9%, mientras el BBVA pierde un 30,9%. 

[2] Citigroup, ha enviado a la calle a más de 14.000 trabajadores, lo que representa cerca del 4% de su plantilla, y según sus previsiones, otros 3.000 empleados perderán su trabajo en los próximos meses. Otro grande de la banca norteamericana, Lehman Brothers, ha suprimido el 22,3% de su plantilla, 6.400 trabajadores, tras una caída del 77% en su capitalización bursátil durante los últimos 12 meses. En Europa las cosas no han ido mejor: tanto Royal Bank of Scotland como el suizo UBS han despedido a más de 7.000 personas.

[3]  En el mes de junio, la producción industrial de los 27 países de la UE cayó un 0,3% respecto al mismo mes de 2007. En el caso del Estado español la caída ha sido en realidad un desplome en toda regla, un 9%. En lo que se refiere al consumo, el mes de agosto ha sido aciago para las potencias europeas mostrando una contracción fuerte en las ventas de automóviles, con caídas en torno al 10% en Alemania, en Italia un 26,4%, en Francia un 7,1% (Renault ha presentado un expediente para despedir a 4.000 trabajadores) y un 16,6% en el Reino Unido. También se puede observar la contracción del mercado en el derrumbe en bolsa de las principales empresas de telecomunicación europeas durante el año 2008: Vodafone, -31,31%; Tele2,-14,28%; Telefónica, -26,65%; Telecom Italia,-43,48%; Deutsche Telekom,-29,49%; France Telecom,-22,48%; British Telecom,- 27,41%; KPN,- 18,57%; Portugal Telecom, -22,17%.

[4] EEUU cerró agosto con un incremento del desempleo de cuatro décimas respecto a julio, colocando la tasa de paro en el 6,1%, la más alta en cinco años; desde el mes de enero se han perdido  un total de 605.000 puestos de trabajo. EE UU está destruyendo una media de 76.000 puestos de trabajo mensuales, y podría fácilmente llegar a una tasa de paro en torno al 7% en 2009. La crisis afecta a casi todos los sectores, y en especial a la industria, con 61.000 empleos destruidos en agosto, la mayor caída desde julio de 2003. La construcción perdió 8.000 empleos, 39.000 el sector del automóvil y 3.000 el financiero. La caída también afecta al comercio, donde se eliminaron 19.900 empleos, y la restauración, con 4.000 contratos menos. Con estos datos solo pueden incrementarse los temores a una reducción dramática del consumo, que aporta dos tercios al crecimiento del PIB, y que no podrá ser compensada por la caída del precio del petróleo.

En la industria la situación empeora día a día, hasta el punto de que en Wall Street se especula con que las grandes automovilísticas de Detroit (General Motors, Ford Motor y Chrysler) pudieran llegar a declararse en quiebra. Las ventas de GM, el mayor fabricante doméstico, cayeron un 20,3%; las de Ford fueron aún mayores, con un descenso del 26,5%, mientras Chrysler las superó con una caída de un 34,5%. Sus rivales asiáticas no tuvieron un comportamiento mucho mejor:. Toyota, número dos en EE UU, vendió un 9,4% menos en agosto; Honda, también registró un descenso en las ventas del 7,3%. En los últimos 12 meses se vendieron 13,7 millones de coches en el mercado estadounidense, frente a los 16,3 millones en agosto de 2007.

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