Los recientes datos económicos de la Unión Europea (UE) han vuelto a confirmar la profundidad y gravedad de la crisis, sólo comparable con la de los años 30, con una caída del PIB en la eurozona en el primer trimestre del año del 2,5%, la mayor desde que comenzaron los registros en 1995. Alemania, la locomotora de Europa, ha sufrido el peor retroceso desde la II Guerra Mundial, con una caída del PIB del 6,7% respecto al mismo trimestre del año 2008 y del 3,8% respecto al trimestre anterior. Otros países como Letonia y Eslovaquia han sufrido retrocesos del PIB superiores al 10% respecto al trimestre anterior. A pesar de la contundencia de los datos, numerosos gobiernos e instituciones, entre ellos el Banco Central Europeo (BCE), han declarado en las últimas semanas que probablemente lo peor de la crisis ya haya pasado, tal y como han venido haciendo en distintas ocasiones desde que estalló la crisis.

Los recientes datos económicos de la Unión Europea (UE) han vuelto a confirmar la profundidad y gravedad de la crisis, sólo comparable con la de los años 30, con una caída del PIB en la eurozona en el primer trimestre del año del 2,5%, la mayor desde que comenzaron los registros en 1995. Alemania, la locomotora de Europa, ha sufrido el peor retroceso desde la II Guerra Mundial, con una caída del PIB del 6,7% respecto al mismo trimestre del año 2008 y del 3,8% respecto al trimestre anterior. Otros países como Letonia y Eslovaquia han sufrido retrocesos del PIB superiores al 10% respecto al trimestre anterior. A pesar de la contundencia de los datos, numerosos gobiernos e instituciones, entre ellos el Banco Central Europeo (BCE), han declarado en las últimas semanas que probablemente lo peor de la crisis ya haya pasado, tal y como han venido haciendo en distintas ocasiones desde que estalló la crisis.

Ante esta situación el BCE anunció el pasado 7 de mayo una serie de nuevas medidas con la finalidad de atajar la crisis, y entre ellas una nueva bajada de los tipos hasta el 1%, habiéndose reducido los tipos de interés desde octubre del año 2008 en un 3,25%. Por otro lado, el BCE ha acordado comprar cédulas hipotecarias, activos respaldados por hipotecas, por un valor de 60.000 millones de euros, así como ampliar el periodo para la devolución de los créditos facilitados a la banca de 6 a 12 meses. Todas estas medidas, que siguen los pasos dados ya por otros Bancos Centrales como la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, tratan de garantizar que se reactive el crédito inundando el mercado de liquidez (dinero). En definitiva, se trata de poner en marcha la máquina de fabricar dinero, aunque se trate según dicen de "dinero electrónico". 
Todas estas medidas, y las que se han adoptado desde el comienzo de la crisis por todos los gobiernos del mundo, tienen una única finalidad: salvar a los capitalistas, y especialmente a la banca, de la crisis que ellos mismos han causado, garantizándoles recursos por parte de los Estados (recursos públicos) sin límite alguno. La compra de cédulas hipotecarias anunciada por el BCE es un claro ejemplo de ello, trasladando los "activos tóxicos" a las cuentas públicas, y extendiendo la crisis financiera a los propios Estados. Es muy significativo que las agencias de calificación hayan puesto bajo vigilancia la deuda de los propios Estados, habiéndose planteado ya la posibilidad de rebajar de "estable" a "negativa" la deuda del Reino Unido y rebajar, asimismo, la calificación de la deuda norteamericana. Evidentemente, el trasvase masivo de recursos estatales para salvar a la banca y los capitalistas, tratando de mantener sus beneficios, está suponiendo ya un incremento de la deuda pública sin precedentes, deuda que tarde o temprano hay que liquidar, y cuyo pago recaerá sobre los hombros de la clase obrera en forma de recortes sociales (pensiones, subsidio de desempleo, sanidad y educación pública, etc.) 
Todo esto demuestra claramente el papel del Estado burgués dentro del sistema capitalista, servir de instrumento a los propios capitalistas para mantener su dominación de clase.

Tratan de hinchar una nueva burbuja

Por otro lado, la bajada de los tipos de interés hasta el 1% es una nueva confirmación de que las políticas monetarias no dan ya más de sí para poder reconducir la situación, a diferencia de lo ocurrido en las crisis precedentes. En las crisis más recientes (de los "tigres asiáticos" en 1997 o de las punto.com en el 2001) la burguesía pudo aplazar los efectos de las contradicciones inherentes al sistema capitalista hinchando nuevas burbujas especulativas. Realmente es lo que ahora están tratando de hacer, pero parece ser que las contradicciones han llegado a un límite difícil de contener. La causa última de la crisis no es la falta de crédito, que no es sino un síntoma más de la crisis de sobreproducción del sistema capitalista, sino la imposibilidad de los capitalistas de colocar la producción, y por lo tanto de poder generar plusvalías (beneficios). Por mucho dinero que se arroje a los bancos, estos no prestarán, ya que no hay ninguna perspectiva de recuperarlo, y por lo tanto de poder obtener beneficios, que en última instancia es lo que mueve a los capitalistas a invertir y a producir. El aumento del paro y el alto endeudamiento de las familias agravan esta situación, que sólo puede resolverse, bajo el capitalismo, con la destrucción masiva de fuerzas productivas (cierres de fábricas, caída de la producción, despidos masivos, etc.) hasta que la producción vuelva a ajustarse a las posibilidades actuales de consumo.
El aumento masivo de la liquidez en los mercados, inundándolos de dinero, y el endeudamiento masivo de los Estados, tarde o temprano generará una espiral inflacionista, pudiendo colocar a las economías en una situación de estanflación (recesión e inflación simultáneamente), tal y como ya han declarado personalidades del mundo financiero como George Soros. Por esta razón existen importantes diferencias en el seno de la UE y del BCE, con determinados países planteando que se aumente aún más la liquidez, siguiendo la senda de Gran Bretaña y EEUU; y otros, como Alemania, que perciben los enormes peligros que estas políticas pueden conllevar en el futuro.
La crisis de sobreproducción que vive actualmente el sistema capitalista es una demostración palpable del carácter reaccionario de este sistema. Hay recursos, ¡¡y muchos!!, pero se destinan a salvar a la banca y a los grandes monopolios. Si todos esos recursos estuvieran a disposición de la mayoría de la población, destinándose a cubrir las necesidades sociales, se acabaría rápidamente con todas las lacras sociales existentes (pobreza, paro, analfabetismo, etc.). El problema es que dichos recursos están en manos de una ínfima minoría de capitalistas que los utilizan para amasar inmensas fortunas.

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