El pasado domingo 15 de mayo miles de personas salimos a la calle para conmemorar el 5º aniversario del 15M. Secundando el llamamiento del movimiento Nuit Debout en Francia, también hubo actos de protesta en cientos ciudades de todo el mundo. Madrid congrergó la manifestación más numerosa con más de 20.000 asistentes, en un ambiente de optimismo por lo conseguido y por el entusiasmo despertado por la confluencia de Podemos con IU en una misma candidatura para el 26J.

Desde hace 5 años, los medios de comunicación han dedicado mucho espacio y tiempo en explicar la naturaleza de los acontecimientos vividos a partir del 15 de mayo de 2011. En todo este tiempo, la maquinaria propagandística de la burguesía primero intentó minimizar su repercusión para después criminalizarlo y, desde hace ya tiempo, limar sus aristas para intentar convertir la experiencia vivida en algo inofensivo y digerible para el sistema. Pretenden presentar el 15M como un “movimiento ciudadano” de participación democrática, apartidista, y de “enfado” hacia unos políticos a veces demasiado insensibles con los sentimientos y necesidades de la población.

Pero en realidad el 15M ha tenido unas repercusiones políticas mucho más profundas. La participación directa de centenares de miles de jóvenes y trabajadores en las manifestaciones de 2011, y la simpatía de millones, fue fruto de los ataques a las condiciones de vida y de trabajo que estamos sufriendo. La necesidad de defendernos de estos ataques se ha visto taponada una y otra vez por la actitud de las direcciones reformistas de los sindicatos de clase y las organizaciones tradicionales de la izquierda. El 15M fue una explosión de rechazo al sistema capitalista y a su crisis. La búsqueda de una alternativa a la parálisis e incapacidad de la izquierda socialdemócrata, reformista y burocrática para articular la respuesta a los ataques.

Esta explosión significó un profundo cambio y ha alimentado la movilización de una forma determinante. Desde aquel momento se organizaron huelgas generales, surgieron las Mareas, luchas tan importantes como la de la sanidad en Madrid o la protagonizada en defensa de la educación pública, la movilización impulsada por la PAH contra los desahucios, además de centenares de luchas obreras... El surgimiento de Podemos y el rápido crecimiento de su apoyo electoral es parte de este proceso también. Es la movilización, la lucha en la calle, la organización y la participación directa de decenas de miles lo que ha aupado a Podemos donde está, e independientemente del discurso de su dirección en un momento determinado, esto es lo que más preocupa.

De ahí la insistencia y presión para separar a Podemos de la movilización y confinarles a la actividad institucional. Esto se ha visto también en este 5 aniversario del 15M, en el que la ausencia de Podemos como organización en la convocatoria y de sus máximos dirigentes en las manifestaciones ha sido un factor determinante. Es un grave error pensar que el cambio político se logrará en las instituciones. La experiencia demuestra que sólo la lucha de masas impondrá los cambios políticos que necesitamos. En los parlamentos, en los ayuntamientos, todo está organizado para diluir la voz de los oprimidos, para neutralizar a sus representantes. Nada se puede conseguir en ese terreno que no haya sido conquistado anteriormente por la movilización. Podemos y la unidad de acción establecida con IU tienen que estimular la lucha decididamente, intervenir en los conflictos con una postura clara en defensa de los trabadores y la juventud. Esto no sólo proporcionará mucha más fuerza electoralmente, es el único medio de defender realmente las aspiraciones de la mayoría en las instituciones.

Está bien saludar la movilización y mostrar el apoyo en declaraciones y desde las redes sociales como han hecho los dirigentes de Podemos e IU en los últimos días, pero no basta. Es evidente, que si tanto Podemos como IU hubieran hecho un llamamiento decidido a participar en el 5º aniversario del 15M, y se hubieran implicado directamente en su convocatoria, habríamos tenido centenares de miles en las calles, y eso, lejos de debilitarles de cara al 26J, les habría fortalecido de forma clara. Este es el único camino para tener éxito.

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