El ruido y la furia de la derecha

La propuesta de Pablo Iglesias de conformar un gobierno alternativo al PP, que englobe al PSOE, Podemos e Izquierda Unida ha desatado una campaña de acoso desde la derecha política y mediática. La propuesta ha descolocado a Rajoy que ha declinado ante el rey someterse a la investidura, consciente de una derrota estrepitosa en el Parlamento. Pero no ha sido la única reacción. Desde la gran mayoría de los medios de comunicación el ataque contra Podemos ha sido furioso.

Los editoriales de El País, por mencionar al portavoz más cualificado del gran capital, rebosan odio un día si y otro también, y no se cortan en amenazar a Pedro Sánchez con desatar el Apocalipsis si acepta el “caramelo envenenado” lanzado por Iglesias. Un ruido ensordecedor que tiene muchos altavoces, incluidos ex dirigentes del PSOE, como Rubalcaba o Madina, que han sumado su patético grano de arena al hablar de una supuesta “humillación” infringida al PSOE por esta propuesta. Lo dicen los mismos que han llevado al Partido Socialista a su peor resultado electoral en décadas, tras apuntalar al PP y las políticas de austeridad. En definitiva, es evidente que el gran capital español y europeo ven con temor la conformación de un gobierno que se atreva a poner en cuestión sus dictados.

Pablo Iglesias concretó su propuesta en “un gobierno plural con una composición proporcional a los resultados del 20D, los resultados del PSOE, de Podemos y las confluencias, y también de Izquierda Unida”, que adopte medidas urgentes para los 100 primeros días “para atajar situaciones graves de emergencia social, como los desahucios sin alternativa habitacional, como los cortes de suministros por pobreza, o como que haya mujeres víctimas de violencia machista sin alternativa habitacional inmediata. Al mismo tiempo hay que atajar la situación de cientos de miles de ciudadanos en España en situación de desempleo, que no reciben ninguna prestación.”

Evidentemente estos planteamientos conectan con la base electoral socialista, muy mermada después del 20D, y con la inmensa mayoría de los trabajadores y la juventud. La idea de sacar inmediatamente del gobierno a Rajoy para llevar a cabo medidas que reviertan los recortes y los ataques a nuestros derechos y condiciones de vida, no puede dejar de ser vista como un paso adelante. Y es lo que explica la reacción histérica que se ha desencadenado y que se mantendrá en los días que vienen. Para la burguesía española y europea no existe otro guión que el de aplicar —con la misma intensidad y contundencia de los últimos años— más medidas de ajuste y recortes aún más salvajes.

Lo que ocurra en las próximas semanas está por ver. Son sintomáticas las vacilaciones y dudas que envuelven al aparato de Ferraz, sometido a un doble cerco: el de las presiones directas desde los grandes centros de poder económico para que no se acepte esta oferta bajo ninguna condición, y el de unos “barones” territoriales que han demostrado su disposición servil a respaldar al PP o cualquier otra fórmula de gobierno que no suponga un enfrentamiento con esos grandes poderes. La postura de Pedro Sánchez no deja de representar los intereses de un aparato en crisis que ve con pavor su futuro. La opción de inmolarse, tal como le exigen muchos, en un pacto de gobierno con el PP o con Ciudadanos pero sostenido indirectamente por la derecha tradicional, abriría irremediablemente la puerta a un escenario semejante al de Grecia. El PSOE podría recorrer en un tiempo más o menos corto el mismo camino que siguió el PASOK hasta quedar reducido a la insignificancia. La amenaza de que Podemos se haga con el apoyo mayoritario de su base social, como han señalado las elecciones del 20D, es algo perfectamente posible.

Es muy difícil ofrecer una perspectiva acabada de lo que va a suceder. Lo que está claro es que la burguesía va a poner todo su empeño en que un gobierno tripartito, con la composición propuesta por Pablo Iglesias, no se haga realidad. Lo intentarán de mil maneras y con todos los medios a su alcance. Desde el PP ya advierten “que otro paso al frente de Sánchez supondría el abismo”. Activarán a las viejas glorias del PSOE como serviles secuaces para impedir esta salida, al tiempo que presionarán a Rajoy para que se aparte definitivamente de la carrera hacia la presidencia y muestre su disposición a una salida aceptable, como un gobierno PSOE-Ciudadanos apoyado desde fuera por el PP, incluida la posibilidad de ser reemplazado por Soraya Sáenz de Santamaría. Esta es la propuesta que ha defendido Esperanza Aguirre hace pocos días en la reunión de la directiva del PP de Madrid: “Ahora, como en mayo, lo lógico es un Gobierno del PP, Ciudadanos y PSOE, que sumarían 253 diputados y más de 16 millones de votos. Con sacrificios, los que hagan falta. Concesiones, las que sean necesarias”, y recordó que ella misma ofreció su “cabeza” para impedir que Manuela Carmena ocupara la alcaldía madrileña. “Mi propuesta fue un Gobierno municipal apoyado por PP, PSOE y Ciudadanos con Carmona [Antonio Miguel, el candidato socialista] de alcalde de Madrid y conmigo fuera. Incluso ofrecí mi retirada del Grupo Municipal Popular para hacerle más fácil la aceptación”.

Nuestra fuerza está en la calle y no en el parlamento

Como señalamos al principio, un gobierno tripartito como el propuesto por Pablo Iglesias es un paso adelante, pero sólo eso. La prueba del algodón, para utilizar una jerga coloquial, vendrá con los hechos. Si quiere responder a las aspiraciones de la mayoría y hacer realidad el cambio político, la cuestión es clara: debe legislar inmediatamente para derogar la Reforma Laboral y la contrarreforma de las pensiones, incluida la aprobada por Zapatero. Hay que echar abajo la LOMCE y todos los decretos que han privatizado la enseñanza pública, desde la infantil a la Universidad, y todas las medidas privatizadoras de la sanidad para blindar un sistema público, de calidad y con recursos, para todas las personas que viven en el Estado español. Hay que suprimir la Ley Mordaza y la legislación que ha socavado los derechos y libertades democráticas, además de poner fin a la persecución de la protesta social. Garantizar por ley el fin de los desahucios y el derecho a una vivienda digna, colocando a disposición de la población los millones de pisos vacíos en manos del SAREB para establecer un parque público de vivienda con alquileres sociales, y llevar a cabo soluciones de urgencia contra la pobreza energética, que incluyan la nacionalización de las eléctricas. Junto a estas medidas inmediatas hay que reconocer el derecho a decidir de Catalunya, de Euskal Herria y Galiza.

La lucha de clases en el Estado español, la rebelión social que hemos protagonizado millones en las calles, ha hecho posible este escenario, lo que vuelve a poner de manifiesto una idea esencial: el poder para cambiar las cosas, para transformar la realidad que vivimos y enfrentar las injusticias sociales que este sistema produce, reside en la movilización masiva, consciente y sostenida de la población, de los trabajadores, de la juventud, de los movimientos sociales. Ningún gobierno de la izquierda que realmente quiera cumplir con el mandato del pueblo puede hacer la tarea recurriendo sólo a la aritmética parlamentaria. Para romper la resistencia de los capitalistas es indispensable la movilización y la organización revolucionaria. Las amargas lecciones de Grecia lo han subrayado una vez más. Ese es el único camino.

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