El Militante.— El Sindicato de Estudiantes ha convocado huelga general para el 21, 22 y 23 de octubre. ¿Cuáles son los motivos y los objetivos?
Ana García.— Desde que el PP llegó al Gobierno hemos asistido a una ofensiva sin precedentes contra la educación pública, cuyo objetivo es degradarla y desmantelarla y hacer que vuelva a ser un privilegio al alcance de quien pueda pagarlo. Quieren evitar que los hijos de trabajadores, la inmensa mayoría, lleguemos a los estudios superiores y pretenden hacerlo expulsándonos del sistema educativo de forma prematura y sin cualificación para que nos exploten todavía más en las empresas o pasemos directamente a engrosar las listas del paro.
Este comienzo de curso ha sido un auténtico desastre en el que las consecuencias de los 32.000 profesores despedidos, el recorte de 275 millones de euros en las becas, la falta de ayudas para libros y comedor, la falta de plazas públicas, y el cierre de líneas en los institutos o los 45.000 estudiantes expulsados de la universidad por no tener dinero han marcado la tónica general. En la reunión del comité de huelga del pasado 4 de octubre se explicaron un montón de luchas que se están dando, como la de los estudiantes del IES do Sar de Santiago, donde ante la falta de profesores los estudiantes han organizado movilizaciones con una importante repercusión; la de las bedeles de la URJC (Madrid) a las que han despedido de un día para otro; la de las familias del CEIP Arcipreste de Hita de Fuenlabrada, que llevan encerrados más de cien días exigiendo que se mantenga un aula de 3 años; la de las familias del colegio Ciutat de Cremona de Valencia; la de los vecinos de Rivas Vaciamadrid por echar atrás la apertura de un colegio ultracatólico en esta localidad, etc., etc. Esto son sólo unas muestras de la realidad que se vive.
Pero el PP tiene todavía más planes para dar el golpe definitivo a la educación pública en los pocos meses que le quedan en el Gobierno. Ya han planteado el copago, es decir la privatización de todas las etapas no obligatorias (bachillerato, FP Superior, educación infantil), la sustitución de las becas por préstamos bancarios y tres nuevos decretos de universidad para reducir los grados de 4 a 3 años y aumentar los máster de 1 a 2 años con tasas impagables (de 4.000 a 8.000 euros) para la inmensa mayoría. El Gobierno de Rajoy se ha comprometido a reducir la inversión educativa del 4,3% del PIB actual al 3,9% en 2015. Esto quiere decir un nuevo recorte de miles de millones de euros. Significará más cierres de centros, más despidos y una situación dramática para la educación pública.
Por eso entendemos que hay que salir a luchar con contundencia. Defender y reconquistar nuestro derecho a la educación pública de calidad y gratuita es nuestro objetivo. Por ello, desde el Sindicato de Estudiantes llamamos a las direcciones de CCOO, UGT, STES y CEAPA a que escuchen la voz de toda la comunidad educativa, que dejen de mirar hacia otro lado, y que convoquen junto con los estudiantes huelga general de toda la comunidad educativa los días 21, 22 y 23 de octubre.
EM.— ¿Cuál está siendo la respuesta y el ambiente que os estáis encontrando entre estudiantes, padres y profesores?
AG.— Entre los estudiantes la movilización está en marcha, ya hemos realizado centenares de asambleas y hay miles de compañeros organizados en los diferentes comités. Entre los padres y profesores, que han estado luchando de forma incansable a nuestro lado en los últimos cursos y son una parte fundamental de la Marea Verde, existe una indignación tremenda y una simpatía activa hacia la lucha. Las familias ven que cada comienzo de curso la situación de los centros va a peor y los profesores, además de los despidos, viven en sus propias carnes el hacinamiento y la falta de medios. En muchos centros todavía no se ha logrado organizar los horarios por la falta de profesores, las bajas no se cubren, tienen que ponerse al frente de clases, por ejemplo, de 34 alumnos de tres años… en definitiva, la situación es insostenible. Es evidente que si los sindicatos de profesores y la CEAPA llamaran a la huelga el seguimiento de la misma sería tremendo y nos pondría en las mejores condiciones para echar a Wert y sus ataques.
EM.— ¿Hay condiciones para derrotar los planes educativos del gobierno del PP?
AG.— Sin duda. El gobierno del PP es muy débil, no tiene ningún apoyo social. Su debilitamiento ha ido parejo a la extensión de la protesta y la movilización en la calle en los últimos años, en los que la lucha por una educación pública ha jugado un papel muy importante. En las últimas semanas hemos vivido victorias importantes que demuestran que la lucha sí que sirve. En Baleares, tras un año de lucha histórico han logrado que se declare nulo el TIL (Decreto de trilingüismo que marginaba al catalán) y que se cese a la consellera de Educación. Pero esto no ha sido lo único. La retirada de la reforma de la Ley del Aborto y la dimisión de Gallardón ha sido también una gran victoria que se debe a la movilización.
Wert es el punto más débil del gobierno del PP, sobre todo tras la dimisión de Gallardón. Es un ministro completamente quemado, por su actitud y por sus planes en un tema tan sensible como la educación pública y sobre todo por las masivas movilizaciones de estudiantes, profesores y padres en los últimos años. Este curso puede ser el decisivo para propiciar su caída, y la de todos sus planes, si conseguimos que todo el malestar existente se convierta en una rebelión en las aulas. El gobierno del PP lo tendrá muy difícil para resistir una nueva embestida de la comunidad educativa, en un contexto en el que el malestar social es general y la simpatía que concita la lucha por la educación pública es amplísima.
EM.— Las elecciones europeas, con la irrupción de Podemos y el crecimiento de IU, y luego el lanzamiento de Guanyem Barcelona por Ada Colau, son acontecimientos que están teniendo un gran impacto, ¿cómo lo valoras?
AG.— Desde las últimas elecciones europeas hemos asistido a un verdadero terremoto político. En las urnas se expresó el rechazo mayúsculo a la política del PP por un lado, también el castigo a los dirigentes del PSOE que no hacen más que sostener al PP en el gobierno y, por supuesto, un crecimiento brutal de las opciones más a la izquierda como Podemos o Izquierda Unida. En estos meses, hemos tenido la dimisión de Rubalcaba, la abdicación del Rey y por supuesto la irrupción de iniciativas como Podemos o Guanyem Barcelona, que reflejan la nueva época en la que estamos entrando. Después de muchos años, cientos de miles de personas recuperan la ilusión en que se pueden cambiar las cosas, quieren participar de primera mano en todo el proceso, decidir sobre cómo tiene que funcionar la sociedad. Es un fenómeno enormemente positivo y muchos de los afiliados al Sindicato de Estudiantes participamos de él, a través de los círculos Podemos, de Guanyem o de otras iniciativas similares que están surgiendo en las ciudades y pueblos de todo el estado.
EM.— ¿Qué alternativa hay a los recortes y la austeridad?
AG.— Los jóvenes que estamos luchando en las calles tenemos muy claro que sí existe una alternativa a la realidad de pesadilla que vivimos ahora mismo. El problema trasciende la educación, los recortes afectan a todos los aspectos de la vida cotidiana en la que cada vez nos encontramos con más paro, precariedad o incluso con el exilio económico. El problema es que bajo el sistema capitalista lo que rige la sociedad es buscar el máximo beneficio para un reducido puñado de individuos: los grandes empresarios y banqueros que no han sido elegidos por nadie y que deciden el futuro de millones de personas. Su riqueza se basa en la explotación de la mayoría, en acabar con las conquistas sociales, privatizar los servicios públicos y quitarnos todos nuestros derechos. Desde el Sindicato de Estudiantes, entendemos que la lucha por una educación pública y de calidad, por una sanidad pública y universal y en definitiva por unas condiciones de vida dignas pasa por acabar con el capitalismo y luchar por un sistema social en el que los recursos generados por los trabajadores, la mayor parte de la sociedad, sean puestos a disposición de la mayoría.

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