El lunes 26 de septiembre estaba fijado el juicio por el despido del Carlos Viada, compañero de El Corte Inglés de Goya. Como hemos venido informando su despido por parte de El Corte Inglés ha sido un claro ejemplo de represión sindical. Una represión que ha sido contestada durante las últimos meses y semanas con multitud de repartos de octavillas a las puertas de los principales centros de ECI en Madrid, culminando con la acción a nivel estatal que durante el pasado fin de semana decenas de delegados y sindicalistas de CCOO y otras organizaciones de la izquierda hemos desarrollado, repartiendo octavillas y denunciando públicamente ante trabajadores y clientes esta actitud de acoso y derribo por parte de esta gran empresa contra aquellos que alzan su voz y se movilizan en defensa de los intereses de los trabajadores. En ciudades como Madrid, Barcelona, Tarragona, Sevilla, Granada, Ferrol, Bilbao, Santander, y así hasta completar un amplio repertorio de centros en las principales ciudades del Estado, hemos mostrado nuestra solidaridad con el compañero y dejado claro que ante cada ataque a un trabajador la única opción es la respuesta coordinada y la denuncia pública.

Gracias a esta movilización la empresa ha reconocido en el día de hoy el despido improcedente del compañero, y lo más importante es que como consecuencia de la presión que hemos sido capaces de imprimir a la empresa, bien a través de las octavillas repartidas en todo el Estado, bien por las distintas acciones de recogida de firmas e incluso por la presencia en los juzgados de más de treinta compañeras y compañeros, la empresa se ha visto obligada no sólo a reconocer el despido improcedente sino a indemnizar al compañero con una cantidad muy superior a la que en un principio ofrecían. Si algo ha dejado clara la trayectoria llevada a cabo durante estos días con las acciones sindicales que hemos protagonizado es que de cara a conseguir cualquier mejora para los trabajadores o ante un ataque como este despido la movilización es la única opción para presionar y conseguir un resultado mejor, en este caso evitar el despido fulminante y sin indemnización con el que la empresa pretendía zanjar el asunto sin mayor problema.

Si no hemos conseguido el despido nulo ha sido precisamente como consecuencia de la impresionante presión judicial que ha ejercido la secretaria judicial en un despacho a puerta cerrada para que bajo ningún concepto se celebrara el juicio, dando un balón de oxígeno a la empresa y siendo éste el motivo por el que no se ha entrado en la sala a celebrar el mismo. Una presión judicial intolerable en la que, como lamentablemente viene siendo habitual, se pone al trabajador en cuestión entre la espada y la pared.

Como muchos trabajadores y trabajadoras que nos hemos enfrentado a situaciones similares sabemos, el derecho a un juicio justo, no coaccionado, tal y como recoge la Constitución, es vulnerado sistemáticamente cuando los intereses de las grandes empresas están en juego. Muchos sentimos rabia e indignación al ver como la decisión de la celebración de un juicio o no la tiene, en la práctica, la secretaria judicial. Esta impunidad empresarial, amparada por la justicia, se ha venido reforzando en el último periodo fruto de la inacción de las direcciones de las grandes centrales sindicales. Todo sería muy distinto si, como consecuencia de una buena actuación de los dirigentes sindicales este tipo de actuaciones judiciales no se pudieran emplear.

Es precisamente el sindicalismo combativo y de clase, que Carlos encarna y por el que ha sido atacado, la única opción para revertir esta situación y construir otro sindicalismo que realmente defienda los intereses de los trabajadores hasta las últimas consecuencias. Es ese tipo de respuesta organizada la que ha hecho que hoy Carlos haya sido representado, defendido y acompañado, obligando a la empresa a reconocer su despido improcedente y su indemnización.

En ese camino seguimos y seguiremos los que como Carlos día a día en nuestro puesto de trabajo, en las movilizaciones, en los conflictos, nos destacamos por defender el sindicalismo que necesitamos para hacer frente a la patronal y también en nuestras organizaciones y en nuestro sindicato peleamos por un modelo sindical que, lejos de la fracasada estrategia de paz social y las “conversaciones” con las empresas sin recurrir a la movilización de los trabajadores, haga posible la defensa de nuestros intereses de clase y nuestra protección contra los abusos y la represión patronal. Porque aún queda mucho que pelear, hoy decimos aún con más fuerza que la organización y la lucha es el único camino.

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