El Militante.- ¿Cuál ha sido el motivo de tu despido?
Diego González.- Todo empieza en junio, cuando un grupo de trabajadores, ante el constante deterioro de nuestras condiciones de trabajo y salario, dijimos ¡basta! Decidimos presentar una candidatura de CCOO, independiente, no al servicio del patrón. La empresa se puso muy nerviosa, y el proceso de elecciones sindicales estuvo plagado de presiones (incluso un compañero que formaba parte de la lista fue despedido) para tratar de amedrentarnos y evitar que tuviéramos representación. Pero no lo consiguieron y ahora han decidido cortar por lo sano.

Mi despido es por ser delegado de la sección sindical de CCOO y candidato en las pasadas elecciones sindicales. Está claramente motivado por mi papel como organizador de CCOO en la empresa, y por el trabajo que junto a otros compañeros ha permitido que por primera vez haya dos delegados independientes en el comité de empresa.

EM.- ¿Cómo habéis respondido a este despido por persecución sindical?
DG.- Lo primero, una semana después del despido, fue dirigirnos a la clase trabajadora de la comarca. Repartimos una hoja denunciando las prácticas antisindicales de la empresa, ya contamos con el apoyo de los comités de empresa de CCOO y CGT de industrias importantes de la comarca: Robert Bosch, Refratechnik, Unilan y Emte. El siguiente paso fue convocar una concentración en la puerta de la fábrica, a la que acudieron nuevos comités de empresa.
También nos dirigimos a los partidos de la izquierda pidiéndoles solidaridad y apoyo, y la respuesta fue muy buena. A la concentración asistieron representantes de la CUP, Podemos, ICV, ERC, EUiA y también asistió la CGT de El Vendrell. Esta solidaridad ha sido un factor clave tanto para mí como despedido, como para los compañeros de CCOO que siguen luchando en la fábrica, y también para el resto de los trabajadores.
EM.- ¿Crees que hay que politizar el sindicalismo?
DG.- Claro que sí, claro que hay que politizar el sindicalismo, ¿o no son políticas las medidas que los representantes de la burguesía (PP, CiU, PNV, y ahora Ciudadanos) aprueban contra la clase trabajadora, como las últimas reformas laborales, medidas para cargar sobre nuestras espaldas todo el peso de la crisis?
Hay que resistir sus ataques, pero también enfrentarnos a ellos con un programa político alternativo y consecuente, anticapitalista, que ponga en cuestión de raíz las fuentes de sus privilegios y de las injusticias que generan día a día. El sindicalismo no puede ser neutral políticamente, lo que permitió avanzar a la clase trabajadora a lo largo del siglo XX fue su organización a nivel sindical, ¡pero también a nivel político! Nuestra organización, CCOO, como hizo en los años 70, debe apoyar sin pestañear a las candidaturas de la izquierda que lucha, y no mantener una posición neutral que solo beneficia a la derecha.

EM.- ¿Qué sindicalismo necesitamos para enfrentar estas actuaciones patronales?
DG.- Necesitamos un sindicalismo combativo, democrático y al servicio de los trabajadores urgentemente, un cambio rápido y radical, porque la clase trabajadora está sufriendo unos ataques brutales. Hay que recuperar la política sindical y las tradiciones que permitieron levantar CCOO en los años 60 y 70, en plena dictadura franquista, confiando en los trabajadores, en su capacidad de combate, de sobra demostrada durante estos años de lucha contra CiU y el PP.
En nuestro conflicto hemos comprobado que volver a las tradiciones de lucha, con un mensaje contundente y extendiendo la solidaridad, funciona y conecta. Hemos repartido cientos de hojas en El Vendrell y otros pueblos de la comarca, pegado carteles, y siempre hemos encontrado una respuesta positiva. Hemos recibido la solidaridad de comités de empresa, vecinos, colectivos sociales y partidos de izquierda. Sabemos que la empresa está muy nerviosa con este despliegue, llegando a decirnos que si no creemos que estamos llegando muy lejos. ¡Lejos ellos, que no permiten a los trabajadores poder sindicarse y ejercer sus derechos libremente! Como decía Marcelino Camacho, “lo que no se gana en la calle no se puede ganar en una mesa de negociación”. Ese tiene que ser de nuevo el lema de las CCOO y los sindicatos de clase.

EM.- Tú formas parte de la corriente marxista revolucionaria El Militante, ¿por qué crees que hay que estar organizado más allá del sindicato?
DG.- Porque el problema no es solo que tengamos un gobierno reaccionario de derechas y que ataque nuestras condiciones de vida, que sí es un problema, o que gobiernos de izquierdas, que la gente vota con esperanza, hayan luego defraudado y aplicado políticas de derechas aceptando la lógica del sistema, que también es parte del problema. El problema es mucho más profundo: un sistema económico que ha llegado a sus límites, que ya no da más de sí. Después de ocho años de crisis económica vemos cómo el capitalismo continúa en crisis, cómo se ha generado más miseria, desigualdad, paro, sufrimiento y pobreza, y los próximos años continuarán siendo terribles.
La única salida para la clase trabajadora es la intervención consciente en la lucha de clases, defendiendo un programa de transformación socialista de la sociedad, que rechace la lógica criminal del sistema, del mal menor, que ponga encima de la mesa la expropiación de los bancos, de las grandes multinacionales, de los terratenientes, para utilizar todas esa riqueza de forma lógica y al servicio de la mayoría de la sociedad. Si queremos acabar con la lacra del paro, conseguir el acceso universal a la vivienda y defender una sanidad y una enseñanza públicas de calidad, tenemos que asumir que no será posible sin acabar con el capitalismo. Por eso estoy organizado políticamente en una organización revolucionaria como El Militante, porque tengo claro que mi lucha sindical es una pequeña parte de una lucha históricamente mucho mayor, la lucha del conjunto de la clase trabajadora para tomar el cielo por asalto y construir un mundo mejor y justo para todos los seres humanos.

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