A la derecha se le ha atragantado la derrota electoral del 14-M: les pilló por sorpresa y les cuesta aceptarlo. Se aferran a los cargos y prebendas hasta el último minuto. A la derecha se le ha atragantado la derrota electoral del 14-M: les pilló por sorpresa y les cuesta aceptarlo. Se aferran a los cargos y prebendas hasta el último minuto. Desde sus ministerios “en funciones” han hecho descalificaciones sobre los resultados electorales; han aprobado precipitadamente nombramientos y medidas, como la compra ordenada por Trillo en el Ministerio de Defensa de material bélico por más 4.000 millones de euros; han destruido documentación sobre el caso del Prestige y han desclasificado interesadamente algunos documentos de los servicios secretos para continuar su labor de mentiras e intoxicación.

Actúan con la soberbia y la rabia propia de la señorita burguesa a la que la criada le ha respondido, poniéndola en evidencia. No pueden soportar que los obreros y los jóvenes “ignorantes” les hayan dado con su voto en los hocicos.

Pero más allá de lo anecdótico, este comportamiento es el reflejo de la situación de polarización social que se ha venido produciendo en los últimos dos años y que se ha expresado en las elecciones.

La respuesta al PP

La derecha radicalizó sus discursos y aplicó una política cada vez más reaccionaria en todos los terrenos, que si bien no encontró una respuesta adecuada en los dirigentes de la izquierda, sí la tuvo en millones de jóvenes y trabajadores con manifestaciones masivas en la calle y con el voto mayoritario al PSOE en las urnas. El hecho de que el actual cambio de gobierno se haya producido como resultado directo e inmediato de las movilizaciones, supone una característica importante de la nueva situación política, que se verá reflejada en los próximos acontecimientos de la lucha de clases.

Esta vez, a diferencia de otras ocasiones, el cambio de gobierno no se ha producido por un giro electoral de las capas medias. De ahí que la derecha, que sigue manteniendo el apoyo mayoritario de este sector, considere que puede volver al gobierno en las próximas elecciones. Por eso, ahora se preparan para las elecciones europeas, manteniendo una postura de abierta oposición al gobierno PSOE, con el fin de mantener firme su actual apoyo electoral. Saben que la clave del 14-M ha estado en la movilización del voto de la izquierda y que bastaría que éste se volviera a abstener para conseguir ganar.

El gobierno del PSOE

no dispone de un

cheque en blanco

Mantener este apoyo electoral por parte del PSOE va a depender del cumplimiento de las expectativas que se han depositado en él. Con el “no nos falles” de la noche electoral, se advertía a Zapatero de que tiene que llevar a cabo transformaciones sustanciales y urgentes en la política del futuro gobierno que pasan por la retirada inmediata de las tropas de Iraq, un cambio urgente en la política de vivienda, empleo, educación, sanidad, derechos democráticos nacionales..., medidas todas estas que no pueden ser dilatadas en el tiempo.

Los nombramientos de los nuevos ministros, con la inclusión de Bono, Solbes y otras “personalidades” de este tipo, y las declaraciones aduladoras por parte de la cúpula empresarial y bancaria, indican que en principio la política del futuro gobierno corre el peligro de tener un claro escoramiento hacia una política socialdemócrata de derechas, del tipo de Schröder en Alemania o Blair en Gran Bretaña, supeditando las medidas sociales a la marcha de la economía dirigida por la gran banca y los grandes empresarios, poniendo así en peligro el cumplimiento de las promesas electorales, con nefastas consecuencias para los trabajadores y el gobierno. De ser así, el PSOE se verá enfrentado a los mismos que le han llevado al gobierno, empezando por los trabajadores y los sindicatos, como ya sucediera con los anteriores gobiernos del PSOE.

Por ello es más necesario que nunca que los dirigentes del PSOE aprendan la lección de estos últimos años. Así como la derecha gobernó en defensa de los intereses de su electorado, la izquierda debe hacerlo también en defensa de los suyos, para ello cuenta con todas las ventajas y posibilidades en la calle, en las escuelas, en las fabricas, los barrios y el Parlamento. Como decía Pablo Iglesias, o con los unos o con los otros.

Un gobierno de la izquierda, con un programa auténticamente socialista, basándose en la movilización, podría cambiar toda la situación con un coste mínimo.

Los trabajadores y la juventud mayoritariamente han expresado su disposición a luchar por transformar drásticamente la situación y esto no va a desaparecer sin más. El nuevo gobierno tendrá un margen de confianza para que cumpla sus expectativas, pero no tendrá un cheque en blanco.

Crisis del capitalismo

La crisis internacional del capitalismo en todos los terrenos, económico, político, social y militar, es el escenario en el que estamos inmersos. El actual sistema de “libre” mercado ha mostrado claramente sus limitaciones para resolver los problemas de la mayoría de la población en el planeta. El gobierno del PP se limitó a aplicar en el Estado español las medidas que su sistema requiere como lo está haciendo Berlusconi en Italia o Schröder en Alemania, atacando a los trabajadores, reduciendo las pensiones, las prestaciones por desempleo o el gasto social, con el objetivo de incrementar los beneficios empresariales y así teóricamente estimular la inversión “para que el sistema funcione”.

Ya conocemos sobradamente este tipo de políticas, cuyo único resultado final no es otro que el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. Los capitalistas no invierten por amor al arte, ni por patriotismo; invierten exclusivamente para obtener más beneficios y para ello tienen que tener mercado para vender sus productos. Si no es así no tiene sentido ampliar la capacidad productiva y por tanto las inversiones sólo se dirigirán a la reducción de costes, incluyendo el empleo. Por eso aceptar la lógica del capitalismo como buena moneda para solucionar los problemas de la mayoría de la sociedad es una receta condenada al fracaso de antemano, como la experiencia ha demostrado una y otra vez.

Por ello la actual época es la época del socialismo. Las ideas y los métodos del marxismo son hoy más actuales que nunca. Desde el Militante estamos empeñados en la construcción de una alternativa marxista que sea la guía de la lucha por la auténtica y definitiva liberación de la humanidad.

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