Los dos últimos años se han caracterizado por un movimiento masivo de los trabajadores y la juventud que con su movilización han puesto patas arriba todas las teorías en boga sobre la apatía y el pasotismo de los jóvenes y la desmoralización y el pes Editorial

Los retos del nuevo gobierno del PSOE

Los dos últimos años se han caracterizado por un movimiento masivo de los trabajadores y la juventud que con su movilización han puesto patas arriba todas las teorías en boga sobre la apatía y el pasotismo de los jóvenes y la desmoralización y el peseterismo del movimiento obrero. Estas ideas que la burguesía ha tratado de inculcar machaconamente en la sociedad a través de sus medios, filósofos, tertulianos e incluso dirigentes reformistas que se hacían eco de las mismas, han saltado hechas añicos en el terreno de la práctica. La verdad es siempre concreta.

La clase obrera ha puesto su sello en los acontecimientos y ha derrotado al PP, primero en la calle y luego en las urnas. Ni la “oposición leal” ni la campaña electoral tuvieron mucho que ver en el vuelco electoral. El PSOE ha accedido al gobierno fruto de la presión y la movilización en la calle.

No cabe duda que las decisiones tomadas por Zapatero de hacer volver las tropas antes de lo prometido —la insurrección del pueblo iraquí contra la ocupación y la posibilidad de la vuelta en ataúdes de los soldados, también ha sido un factor decisivo—, así como las otras medidas anunciadas, son fruto de esa movilización. El rechazo masivo a la guerra imperialista, la huelga general del 20-J, las manifestaciones contra la LOU y la LOCE, el trasvase del Ebro... han movilizado a millones de personas que exigían una respuesta por parte del nuevo gobierno. El ya famoso “no nos falles” y el “que vuelvan las tropas” fue también una advertencia del estado de ánimo con que los jóvenes se enfrentaban a la victoria de la izquierda. Un estado de ánimo que demandaba respuestas.

A su vez, la rapidez en tomar estas decisiones ha tenido un efecto de ánimo entre la juventud y la clase obrera que ven con esperanza que el gobierno del PSOE, apoyado por la izquierda, puede dar satisfacción a la mayoría de sus demandas.

Ahora bien, la acción política de cualquier gobierno está marcada por la acción económica del mismo y el nombramiento de Solbes como superministro de Economía y Vicepresidente segundo, no es una perspectiva muy halagüeña para los trabajadores. No olvidamos su actuación frente al ministerio de Economía del último gobierno de Felipe González, con la aprobación de la reforma laboral que legalizó los contratos temporales y precarios, o sus declaraciones contra el mantenimiento del sistema de pensiones que, según él, “estaba en peligro”. Fueron esas medidas contra los trabajadores las que provocaron la huelga general en enero de 1994. Ahora ya ha hecho declaraciones en el sentido de mantener el déficit cero durante el ciclo. ¿Qué significa eso? ¿Seguir la política reaccionaria del PP de recortar los gastos sociales en sanidad, educación, paro, ayudas a los más necesitados...? ¿Alargar la edad de jubilación o el baremo para su cobro con el fin de evitar el pago de pensiones y garantizar la disminución de las mismas?

El reconocimiento que hizo en su toma de posesión del anterior equipo —en referencia a Rato y sus colegas—: “Nos deja un grupo de excelentes profesionales, algunos de ellos amigos personales”, añadiendo “que ahora utilizarán buena parte del trabajo del equipo saliente, porque ha sido muy positivo” sólo pueden provocar nuestros mayores recelos y desconfianza. En cualquier caso el movimiento obrero respondió a sus medidas con una huelga en 1994. Hoy, después de experiencias importantes, somos más fuertes para contestar cualquier ataque.

Tampoco en otras áreas parece que el nuevo gobierno pueda satisfacer las demandas y expectativas de los jóvenes y trabajadores que le votaron. El discurso reaccionario de Bono cuando juró su cargo como ministro de Defensa es inaceptable, no ya para un socialista, sino incluso para cualquier demócrata. Para escarnio de Bono y Zapatero, que no ha hecho nada al respecto, hasta “la Asociación Independiente de la Guardia Civil (ASIGC) considera que las declaraciones de José Bono sobre el instituto armado son contrarias a la Constitución y, por ello, estudia denunciar al ministro de Defensa ante el Supremo” (Iblnews Agencias, 20/04/04).

Así pues es evidente que los jóvenes y los trabajadores tenemos que organizarnos y estar alertas respecto a las medidas que vaya tomando el nuevo gobierno. La lucha ha demostrado que es eficaz y que sirve. Ahora la tarea es dotar a la lucha de un programa marxista capaz de resolver los problemas a los que nos enfrentamos los trabajadores y la juventud. ¡Lucha con nosotros! ¡Únete a los marxistas de El Militante!

banneringles

banneringles

banner

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas