La destitución de Rodolfo Benito como secretario de Organización y Comunicación de CCOO y las tres dimisiones que acarreó en el Secretariado Confederal no son una anécdota, representan la ruptura del sector oficialista de CCOO.C. Ejecutiva CCOO Galicia

La destitución de Rodolfo Benito como secretario de Organización y Comunicación de CCOO y las tres dimisiones que acarreó en el Secretariado Confederal no son una anécdota, representan la ruptura del sector oficialista de CCOO. Como los críticos avisamos en el debate de los estatutos durante el VII Congreso Confederal, las dinámicas de exclusión son peligrosas incluso para sus impulsores porque nunca se sabe quién va a ser el próximo "hereje". Pero aunque Benito participó firmemente en la represión contra los críticos, nos opusimos a su destitución porque rechazamos toda exclusión por el mero hecho de discrepar.

La causa de la ruptura son las discrepancias entre este grupo de oficialistas y el encabezado por Toxo y Fidalgo. Los primeros opinan que no se respondió al decretazo de reforma laboral del año pasado, que no se hace todo lo posible para recuperar la unidad de acción con UGT y que se va a rastras del gobierno en el diálogo social. Además, en la pugna también late el debate, de hondo calado político, territorios-federaciones. Algunas de éstas, por la vía de los hechos consumados, están tomando medidas para cambiar a su favor el equilibrio entre ambas estructuras, como se ve claro en el abandono del FOREM por la federación del Metal.

Como Trotsky explica en sus escritos sindicales, el giro a la derecha de la burocracia sindical siempre tiene un límite porque se mueve en una contradicción: por un lado, la burocracia está dispuesta a colaborar con la burguesía, pero por el otro, esta colaboración lleva aparejada la pérdida de autoridad ante los trabajadores, lo que acaba por crearle dificultades. Cuando ese proceso desemboca en un período de movilización obrera al margen de los dirigentes sindicales –como en Francia o Italia a mediados de los años 90–, la burocracia se encuentra con la desagradable sorpresa de que, además de ser despreciada por la base, tampoco la burguesía le agradece su "realismo", puesto que sólo se hace acreedora de privilegios por parte del Estado si garantiza la paz social.

La huelga general en Galicia del año pasado, la lucha de Síntel o el propio mantenimiento del Sector Crítico a pesar de toda la represión son reflejo del descontento de la base de CCOO con la política del sindicato. Otra cosa es que la combinación de ese descontento con los problemas económico-laborales todavía no alcance tal nivel que empuje a los trabajadores a la movilización saltando por encima de los dirigentes que no quieren luchar. Pero, antes o después, esta situación acabará por darse.

Y cuando se dé, también la burocracia sacará conclusiones. Un sector –ya sea por miedo a los trabajadores, o asustado honradamente por las consecuencias de su política, o por puro oportunismo– comprenderá que si no gira a la izquierda, el desastre está garantizado. Lo de Rodolfo Benito es un anticipo de este proceso general, y probablemente la lucha de Síntel tenga mucho que ver, no tanto por el enfrentamiento total entre la sección sindical y Toxo, sino por el ambiente (solidaridad, movilizaciones, ejemplo de lucha) que generó entre los afiliados y delegados de CCOO de Madrid, precisamente el feudo de Benito.

Perspectivas

Si Rodolfo Benito retrocediese ahora, estaría acabado. La debilidad siempre invita a la agresión. No tiene más salida que dar la batalla contra Toxo-Fidalgo. Pero para esto tendrá que diferenciarse en el discurso sindical. Va a tener que adoptar un discurso más de lucha, pero aunque inicialmente sea sólo de boquilla (lo irá haciendo según las circunstancias lo vayan obligando), esto tendrá un efecto entre los afiliados. Será otra voz más que critique la deriva derechista de la dirección de CCOO, que ahora tendrá enfrente no al 30% que representamos los críticos, sino a la mitad del sindicato, una situación insostenible a medio plazo. Más adelante, Benito se encontrará con que si quiere tener credibilidad tendrá que pasar de las palabras a los hechos, el quejarse de la desmovilización no será suficiente. El proceso sólo acaba de empezar.

¿Qué tiene que hacer el Sector Crítico?

Obviamente, las posturas del Sector Crítico se ven favorecidas por la ruptura, en la medida que uno de los máximos dirigentes oficialistas admite –al menos implícitamente– que el giro a la derecha de CCOO es perjudicial para los trabajadores. Es otra confirmación más de la necesidad de un giro sindical a la izquierda. Por tanto, hay que redoblar esfuerzos lanzando una campaña decidida contra la política del PP y el pacto de moderación salarial para la negociación colectiva de este año, con actos, asambleas y movilizaciones.

El Sector Crítico sólo debe confiar en sus propuestas sindicales y en la capacidad de lucha de los trabajadores, huyendo de depositar esperanzas en Benito o en cualquier otro dirigente circunstancialmente "caído en desgracia". Tenemos que poner en evidencia las limitaciones de las propuestas del grupo de Benito y ser el catalizador que acelere el proceso de diferenciación entre los oficialistas, para fortalecer el Sector Crítico entre los afiliados y conseguir así un giro real a la izquierda en CCOO.

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