El Bloque Nacionalista Galego ha sufrido en las elecciones europeas la mayor caída electoral de toda su historia, al pasar del 22% de los votos emitidos en Galicia en las anteriores elecciones europeas, a menos del 13% actual. A pesar de este descala El Bloque Nacionalista Galego ha sufrido en las elecciones europeas la mayor caída electoral de toda su historia, al pasar del 22% de los votos emitidos en Galicia en las anteriores elecciones europeas, a menos del 13% actual. A pesar de este descalabro, la suma de los votos de la izquierda en Galicia (PSdeG, BNG y EU-IU) supera, una vez más, a los del PP.

Como los marxistas venimos explicando reiteradamente, el giro a la derecha de la dirección del BNG está frustrando las ilusiones que sectores importantes de la juventud y la clase obrera habían depositado en esa organización.

La dirección del BNG, que teorizaba que su giro hacia la “moderación” le reportaría grandes éxitos en el terreno electoral, ha errado completamente. Por el contrario, esta política está provocando una intensa hemorragia de votos hacia el PSdeG-PSOE o la abstención.

El pacto electoral, a espaldas de los militantes, con la derecha vasca y catalana de PNV y CiU en la coalición electoral Galeusca, acrecentó este nuevo perfil “moderado” del Bloque y contribuyó, sin duda, a su durísima caída.

Los resultados electorales

Respecto a las anteriores europeas, el Bloque pierde más de 9 puntos porcentuales y casi 200.000 votos, lo que supone perder en torno al 60% de los votantes del año 99. Esos resultados se ven aún más ensombrecidos por el hecho de no haber conseguido un eurodiputado.

El haber obtenido 1,4 puntos más que en las pasadas elecciones generales no puede ocultar, ni por asomo, la caída libre de votos sufrida

La dirección nacionalista omite analizar seriamente cómo es posible que el BNG, que llegó a ser hace muy pocos años la segunda fuerza política en Galicia, superando al PSOE, haya perdido completamente y por un gran margen esa posición.

Galeusca.

El pacto con la derecha

En estas elecciones europeas, el BNG se presentó en coalición con CiU y PNV, con el argumento de que sólo así conseguiría un eurodiputado. La decisión de concurrir con dos partidos de derechas generó un importante malestar entre la base del Bloque. Ante las críticas recibidas, la dirección se vio obligada a empeñarse a fondo para defender el pacto.

Así, “para el BNG no se trata (...) de dividir entre derechas e izquierdas, si no de trabajar conjuntamente por una Europa que reconozca el estatus político de las naciones que integra” (A Nosa Terra, nº 1.124).

Pero a los trabajadores, ese lenguaje les suena al mismo que utiliza la patronal para oponerse a sus reivindicaciones laborales, ya que “por encima de las diferencias, todos los españoles (o gallegos, o andaluces) tenemos que estar unidos contra la competencia de otros países”, etc. o al del pensamiento único, que preconiza que ya no hay diferencias entre derecha e izquierda.

Es el lenguaje nacionalista de la burguesía, que no tiene reparos en que los obreros de su nación cobren 600 euros y trabajen 10 horas diarias, si eso sirve para que ellos ganen dinero a manos llenas; es un nacionalismo que no tiene nada que ver con las legítimas reivindicaciones nacionales de un pueblo respecto a su lengua, su cultura y su capacidad para decidir qué relación quiere mantener con el resto del Estado.

Enredado al intentar justificar el pacto, Camilo Nogueira, candidato del BNG a las europeas, afirmó que “la coalición Galeusca es absolutamente positiva y potencia el programa de izquierdas del BNG” (A Nosa Terra, nº 1.132). Los resultados electorales parecen indicar que sus votantes, que sí son de izquierdas, no estuvieron de acuerdo.

Un programa en beneficio

de la clase obrera

Los trabajadores del BNG deben exigir un cambio drástico de rumbo. La defensa de los intereses de nuestra clase implica la defensa intransigente de un programa (y aplicarlo allí donde se gobierna) que pase por el mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios, la reducción de jornada, la estabilidad laboral y el mantenimiento de todos los puestos de trabajo. Si los empresarios se niegan a aplicar estas medidas, una Xunta de izquierdas necesitaría tener que recurrir a la expropiación de la banca y las principales empresas, para así poder dotarse de los recursos necesarios para llevar a cabo un plan de mejora drástica de las condiciones de vida de los trabajadores.

Este programa, unido a la defensa de derechos nacionales como el de autodeterminación y la potenciación del gallego, es del que deberían dotarse las organizaciones de izquierda de Galicia. Un programa así entusiasmaría inmediatamente a la juventud y los trabajadores, que verían la posibilidad de que hubiese un cambio real en sus vidas, lo que les animaría a militar políticamente para luchar por su consecución.

Lucas Picó

Santiago de Compostela

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