“En las páginas comparten fotos de sus ídolos (modelos, actrices), canciones, experiencias y consejos. Entre ellos, dietas, medicamentos —algunos ilegales—, y trucos —la mayoría sin demostración científica o directamente peligrosos para su salud— par“En las páginas comparten fotos de sus ídolos (modelos, actrices), canciones, experiencias y consejos. Entre ellos, dietas, medicamentos —algunos ilegales—, y trucos —la mayoría sin demostración científica o directamente peligrosos para su salud— para quemar calorías, para disimular ante la familia que no se come o para superar la ansiedad y los retortijones del hambre. Algunas jóvenes se retan a ver quién adelgaza más en un período, o aconsejan hacerse daño porque sostienen, sin fundamento, que el dolor ‘ayuda a quemar grasas”.

El País, 09/06/04

Treinta páginas web han sido cerradas recientemente por hacer apología de la anorexia y la bulimia. Un 78% de quienes las consultaban eran menores de edad; el 10% tenía menos de 14 años. En 1999 Sanidad sólo reconocía 80.000 afectados cuando todos los especialistas hablaban de 250.000 en 1997, y creciendo. Ahora reconoce un 2% de la población (cerca de 800.000 afectados) aunque es difícil de calcular ya que la mayoría de las personas anoréxicas y bulímicas permanecen en el anonimato.

La anorexia es una enfermedad que se ceba fundamentalmente entre las mujeres aunque está aumentado cada vez más entre los hombres. Más del 95% de quienes la padecen son mujeres menores de 25 años, aunque han aparecido ya casos de anorexia a los 9 años. Del total de afectadas un 20% fallece; otro 30% se convierte en una enferma crónica, que necesita sucesivas hospitalizaciones. El índice de suicidios, además, es 200 veces superior al general. En los datos dados por Sanidad en 2003, el 1,5% de las chicas entre 11 y 17 años padecen anorexia nerviosa; otro 1,5% sufre bulimia; los casos no especificados o atípicos suponen otro 3,8%: en total un 6,8% de estas chicas. El 43% se ven “gordas o muy gordas” y un 15% de las chicas hacen dieta, el 33% del total de chicas de las edades mencionadas corren el riesgo de caer en estas enfermedades. Estos fríos datos implican miles de victimas desconocidas sin atención sanitaria, que están gestando la enfermedad o que es fácil que terminen sufriéndola.

¡Basta de doble moral e hipocresía!

Estas páginas han sido presentadas como iniciativa precisamente de las víctimas. ¡Qué mentira! Detrás de la inmensa mayoría de las páginas se encuentran las empresas pornográficas que venden como un producto más las imágenes y experiencias de estas chicas. No podemos olvidar que la pornografía (siendo sólo una aproximación ya que realmente se desconoce el volumen de dinero que mueve la que es ilegal) genera más de 14.000 millones de dólares al año. Todo ello sin olvidar los anuncios publicitarios, los famosos banners, enlaces… un alto número de negocios que obtienen beneficio con estas páginas.

Las autoridades reconocen que no son treinta, sino decenas de miles las páginas de este tipo. Lo cierto es que Internet es un reflejo de toda la podredumbre del sistema en que vivimos. La derecha trata de atribuir a Internet un carácter específicamente maligno. Imponen leyes para limitar los contenidos de las web, pero son siempre medidas hipócritas que sólo buscan recortar los derechos democráticos de los cibernautas como la libertad de expresión, aprovechando estos casos sangrantes. Realmente, para la alta sociedad, para la clase dominante, la pederastia o estas páginas no son un problema. Es más, como se ha reflejado en diversos escándalos, es en esa capa social donde se encuentran los principales “consumidores” de esa basura denigrante.

¡Basta ya de doble moral e hipocresía! En teoría todos estamos en contra de la anorexia y la bulimia. La realidad no es así. El propio Estado español, gobernado hasta hace poco por el PP, ha sido un paradigma de cinismo. Explicaba El País “los consejos del Senado”: “Las [revistas] que están dirigidas a un público adolescente no deberían incluir regímenes para adelgazar; y las destinadas a adultos que decidan hacerlo, deberían incluir tales dietas en sus secciones de salud e identificar al médico que las defiende” (24/06/2000). Otro: “Después de siete meses estudiando estos trastornos, la Comisión de Educación y Cultura [del Senado] llegó ayer a la conclusión de que atajar eficazmente un problema que afecta cada día a más jóvenes españolas exige que éstas encuentren ropa de su talla en las tiendas. Por eso piden a los fabricantes que ofrezcan una variedad de tallas acorde a la población” (26/11/1999). La Mesa sobre Trastornos de la Alimentación creada por el Ministerio de Sanidad a comienzos de 1999 para decidir acciones contra estas enfermedades no se reúne desde enero del 2000 y, para colmo, hasta ahora sólo ha emitido inútiles folletos “preventivos” de brillantes colores y papel cuché. ¿Pretenden solucionar un problema que está incrustado en la sociedad capitalista con “recomendaciones”?

Suculentos negocios

Cualquiera que vaya a comprar a tiendas como Berska o Pull and Bear te explicará que no hay tallas para chicas que no estén delgadas y que incluso las propias tallas ¡han menguado en los últimos años! Un pantalón talla 38 hoy es mucho más pequeño que hace diez años. Y es que, sin acusarles de ser los únicos responsables de anorexia y bulimia, muchos se están haciendo de oro, ganando beneficios millonarios, impulsando la bárbara idea de anteponer el físico a todo lo demás. Podemos hablar de Inditex, de Amancio Ortega, propietaria de marcas como la mencionada Berska o Zara y que en el primer trimestre tuvo unos beneficios de 95 millones de euros. Podemos hablar de los inútiles desfiles de moda y negocios de diseñadores y modelos (muy vinculado por cierto al mundo de la prostitución, la droga y todo tipo de corruptelas como se ha estado demostrando): la Pasarela Gaudí de Barcelona, por ejemplo, gastó en su exhibición de 2002, 6,9 millones de euros, o los vergonzosos diseñadores de moda que se quejan porque algunas modelos no están suficientemente delgadas. Podemos hablar de las empresas de publicidad, de marketing, de las empresas que recurren a mujeres para vender sus productos: desde desodorantes masculinos hasta enciclopedias, pasando por coches, productos light, las industrias dietéticas, farmacéuticas, de cirugía estética (entre 1992 y 2002 ha aumentado en un 593% el número de implantes de pecho que se efectúan por razones estéticas), hasta, por supuesto, la industria del espectáculo, películas, la televisión...

Un suculento negocio. Miles y miles de millones de beneficio en manos de unos pocos que, seguramente, también sufrirán en sus familias casos de anorexia y bulimia, pero que desde luego ellos sí disponen de recursos económicos y, por lo tanto, medios sanitarios, para rescatar a sus hijas de las garras de estas enfermedades. ¡Qué contraste con las familias obreras que sufren esta lacra!

A la hora de la verdad las plazas clínicas públicas destinadas a combatir la anorexia en sus distintas etapas son insuficientes, faltan psicólogos, especialistas, las clínicas privadas se enriquecen con este tema porque la sanidad pública no ofrece oferta de calidad suficiente... Todo esto en un contexto en el que además se ha ido recortando año tras año el presupuesto destinado a Sanidad, la calidad del sistema sanitario público ha descendido y se ha ahondado en la privatización, favoreciendo clínicas privadas, creando las Fundaciones sanitarias… es decir el PP quería que la salud volviera a ser monopolio de las clases sociales privilegiadas.

No es una opción individual: socialismo o barbarie

Y es que, como la droga y otros problemas sociales existentes hoy en día, la anorexia y la bulimia no son opciones individuales, no son problemas que una persona escoge libremente fruto de su inmadurez o tontería. Esas argumentaciones sólo buscan no identificar la verdadera causa de estas enfermedades. El hecho de que grupos de chicas queden en los baños del instituto o de la discoteca para vomitar no es porque sean unas “niñatas descerebradas”. Detrás de querer adelgazar y estar guapa “para gustar a los chicos” o para sentirse socialmente aceptadas, está toda la opresión social que sufre la mujer bajo el capitalismo, desde que nace hasta que muere: maleduca, inunda de prejuicios y oprime hasta deshumanizar a la mujer. En especial la mujer obrera que es el sector más explotado de la sociedad.

La anorexia y la bulimia son una cara de esta realidad, pero tenemos los maltratos, las violaciones, las condiciones laborales... A la mujer se le presenta la posibilidad de triunfar socialmente solamente siendo atractiva (modelos, actrices, cantantes, presentadoras…) Si su futuro laboral no quiere estar ligado a limpiar portales o a la industria textil o conservera, o simplemente ser reducida a ser ama de casa, necesitará tener “buena presencia”. Sólo gustando al baboso encargado de personal de las tiendas o de las oficinas de turno podrá una mujer trabajar de recepcionista, atendiendo al público o de secretaria. Esa es la realidad que hoy en día siguen teniendo las mujeres en general.

Las medidas educativas son importantes: una educación pública de calidad dotada con suficientes recursos y personal cualificado, psicólogos, orientadores, atención individualizada... pero no es suficiente. También es imprescindible una sanidad pública con suficiente inversión, pero también lo es una reducción de la jornada laboral sin reducción de sueldo para que padres y madres puedan pasar más tiempo con sus hijos. Y, sobre todo, luchar contra la discriminación de la mujer: ¡Exigimos que a igual trabajo, igual salario! ¡Necesitamos dignificar realmente las condiciones laborales de la mujer! ¡Hay que luchar realmente contra las mafias que se enriquecen a costa de humillar a la mujer!

Pero si analizamos todas estas medidas, nos damos cuenta de que para su realización tendremos que atacar a todos los que ahora se están llenando los bolsillos: al final toda una clase social sobre la que descansa la opresión de la mujer obrera, y también la del hombre obrero: el sistema capitalista. “Socialismo o barbarie”, explicaba Lenin. ¿No es barbarie que en Occidente se muera gente porque no quiere comer, mientras que en el Tercer Mundo no tienen para comer? Más que nunca es necesario acabar con el capitalismo.

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