El pasado viernes 20 de febrero los lectores españoles desayunaron una noticia que el periódico El País, en prolijo artículo, servía en sus páginas de Economía-Trabajo. La cabecera no dejaba lugar a la más mínima duda de su contenido: Arcelor amenazaEl pasado viernes 20 de febrero los lectores españoles desayunaron una noticia que el periódico El País, en prolijo artículo, servía en sus páginas de Economía-Trabajo. La cabecera no dejaba lugar a la más mínima duda de su contenido: Arcelor amenaza con abandonar Europa si tiene que pagar para cumplir con Kioto.

La amenaza no proviene de una mediana ni tan siquiera gran empresa ,sino del “primer productor mundial del acero” que “presiona para modificar la directiva de emisiones”.

Dado el interés que puede suscitar esta abierta toma de posición, El Militante quiere hacer algunas precisas puntualizaciones utilizando los datos que la propia multinacional arroja en sus órganos internos.

En Noticias, revista interna de Aceralia grupo Arcelor (año 5, n.º 13, diciembre de 2003), la multinacional anuncia sus cifras de negocio (página 3) que son del mayor interés para el conjunto del movimiento obrero y que aquí reproducimos:

Así mismo, en la página 5 de la citada publicación oficial, la dirección de la multinacional anuncia que “en una coyuntura mundial caracterizada por los costes de los factores que intervienen en la producción, el Grupo prevé un aumento de sus precios de venta para el primer trimestre de 2004.” Lo que, traducido al román paladino quiere decir, un incremento de los superbeneficios de la compañía, en tanto los stocks se manejan siempre sobre trabajo muerto, es decir, salarios muy anteriores a la puesta en funcionamiento de nuevos niveles de precios, materias primas ya abonadas sobre unos precios antiguos, etc., es decir, una incremento de la tasa de explotación del conjunto de trabajadores, no sólo en el propio gigante del acero (más de 100.000 en el ámbito mundial), sino también sobre los trabajadores a quienes se le ha arrebatado su plusvalía ya en las empresas abastecedoras de materias primas donde un importante porcentaje viaja, vía circulación del capital, hacia las arcas de los accionistas de Arcelor.

Esto claramente se ve reflejado en el espectacular incremento de los beneficios por acción: ¡un 800 % en tan sólo un año!

Para reafirmar aún más, si cabe, de qué estamos tratando veamos lo que su órgano central (ACCeNTS, Arcelor management magazine) señala en las páginas 4 y 5 del nº 4 de otoño-invierno 2003-2004:

Las cifras nos ofrecen datos de lo más interesante. A pesar del descenso en 8,84 % de su facturación total, el volumen de beneficios libres de impuestos entre el 2002 y el 2003 tuvieron el increíble incremento porcentual de 53,85 %.

Dante Alighieri, en el Infierno de La Divina Comedia, ha escrito respecto de un demonio, que “tiene naturaleza tan malvada y cruda / que nunca sacia el hambre ansiosa / y después de comer de hambre brama”. Sin el genio poético del gran florentino, sin la elegancia de sus sedosos endecasílabos, pero con la mayor crudeza y sinceridad, la multinacional nos anuncia su hambre ansiosa de carne, nervios y sangre de los trabajadores que explota. Es su apremiante necesidad de más beneficios, de mayor explotación, de una insaciable ansia de absorber más y más plusvalía cada vez, la que impulsa al capitoste Guy Dollé, primer ejecutivo de la multinacional, a amenazar con abandonar la Europa Comunitaria si las administraciones hacen el más mínimo gesto por que cumplan las leyes que la misma burguesía se ha dado a sí misma para tratar de perpetuar la dominación sobre el proletariado y el resto de capas oprimidas.

Aún más sarcásticas se nos aparecen las amenazadoras palabras del funcionario del gran capital cuando su publicación oficial (ACCeNTS, nº 4, páginas 14-15) hace todo un cínico canto a una participación activa en el desarrollo sostenible, haciéndolo sustentar en lo que denominan “ocho ejes prioritarios”:

· El rendimiento económico.

· La salud y la seguridad.

· La protección del medio ambiente y la salvaguarda de los recursos escasos.

· El diálogo responsable con todos los socios.

· El desarrollo de las competencias.

· La innovación.

· El gobierno cooperativo.

· La ciudadanía.

No nos cabe ninguna duda, ni a los miembros de El Militante ni al conjunto de los trabajadores, que la clara amenaza no va dirigida contra la burguesía que comanda en Europa desde las más altas instancias de los gobiernos y parlamentos, aún sabiendo que cada ejecutivo y legislativo presionarán para el mantenimiento de las instalaciones y producción en sus respectivos Estados. Pero bajo el punto de vista de los intereses de la burguesía como un todo universal, qué duda podemos abrigar que apoyarán las iniciativas de Guy Dollé y de Michel Burth si la situación se les torna en algo desfavorable para las sagradas arcas empresariales.

Dollé y Burth argumentan en El País: “Aceleraríamos las inversiones en Rusia y Brasil, países que tienen mineral, energía y mano de obra más barata”. ¡Ah! Aquí estaba la madre del cordero. Lo que los altos representantes de los grandes capitalistas en la multinacional del acero querían decirnos, agitando sin parar el fantasma de Kioto por si engañaban a algún iluso, era: señores trabajadores, o bien ustedes deciden abaratar su fuerza de trabajo o bien, nosotros, diciendo que no podemos asumir el compromiso de Kioto —aún sabiendo que lo han firmado nuestros representantes políticos “democráticamente elegidos por todos”— cerraremos nuestras empresas y marcharemos con nuestras instalaciones donde más grande sea la explotación a su clase.

No van a ser los parlamentos ni ejecutivos políticos de los Estados quienes den respuesta a las bravuconadas de Guy Dollé y compañía, incluso las justificarán señalando que “es necesario que todos hagamos un esfuerzo. Cada uno aportando su grano de arena: nosotros les explotamos a ustedes cada vez más y ustedes siendo sacrificados en el sagrado altar de la santa cruzada de nuestros beneficios”.

La situación se nos plantea a los trabajadores así: frente a la férrea y centralizada barbarie de este puñado de desalmados, los mancomunados esfuerzos de los trabajadores de Arcelor unidos al resto de los trabajadores del mundo para parar la férrea y centralizada barbarie de estas hambrientas fieras sedientas de plusvalía.

Trabajador de Aceralia, Arbed y Usinor, tú sabes, tan bien como nosotros, que no nos hacen ninguna falta los Guy Dollé, los Patrick Séller, los Robert Hudry, los Juan José Aróztegi, los Álvarez Rendueles y tantos otros vampiros que cotidianamente nos absorben más y más sangre. Somos nosotros quienes trabajamos, nosotros somos quienes podemos y debemos dirigir la empresa en beneficio de todos.

“Son muchos los animales que marida / y han de ser muchos más hasta / que llegue el Lebrel que la matará dolorida”, poetizaba el gran Dante respeto al diablillo de su epopeya. Nosotros, los trabajadores, seremos los que demos el golpe de gracia a este podrido demonio del capitalismo que nos empuja a la miseria y el sufrimiento. Para ello te invitamos, compañero, a discutir con nosotros, a unirte con nosotros, los marxistas de El Militante, con un programa de auténtico cambio de la sociedad levantando una alternativa socialista en el Estado español, en Europa y a escala universal.

Paul-François Rondière

Trabajador de Arcelor

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