En la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) el pasado 7 de octubre sindicatos (CCOO y UGT), patronal y gobierno autonómico de Esperanza Aguirre, llegaron a un acuerdo social con el prometedor objetivo de “impulsar la economía y de aquí al 2010 alcanzarEn la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) el pasado 7 de octubre sindicatos (CCOO y UGT), patronal y gobierno autonómico de Esperanza Aguirre, llegaron a un acuerdo social con el prometedor objetivo de “impulsar la economía y de aquí al 2010 alcanzar el pleno empleo en la CAM”.

Los sindicatos valoran positivamente el compromiso de las partes de “luchar contra la precariedad laboral, conciliar la vida laboral y profesional, crear empleo y consolidar el futuro industrial y de servicios”. Para presentar estos compromisos como algo sólido explican que no son papel mojado ya que el acuerdo viene acompañado de un presupuesto de más de 2.700 millones de euros.

Para los trabajadores en general, la experiencia de la multitud de acuerdos de estas características alcanzados hasta la fecha ha sido siempre la misma: buenas palabras, mejores intenciones pero ninguna mejora real, en muchos casos más bien todo lo contrario.

¿Es este acuerdo diferente? ¿Repercutirá positivamente en las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera y la juventud de Madrid?

Lamentablemente la lectura del texto del acuerdo nos presenta más de lo mismo, como podemos comprobar con este botón de muestra: uno de los aspectos estrella que contiene es el de dar más posibilidades para conciliar la vida laboral y la personal, para ello proponen entre otras cosas lo siguiente: “Sensibilizar a gestores de empresas, directores de recursos humanos y negociadores de convenios colectivos, sobre la necesidad de implantar en las empresas medidas de flexibilidad que favorezcan la conciliación de la vida laboral y personal”.

Cuando la realidad de muchas mujeres es que quedarse embarazada es sinónimo de pérdida de empleo, cuando para miles de trabajadores y trabajadoras, la presión del empresario para trabajar más es insoportable, cuando además la pérdida de poder adquisitivo y la caída real de los salarios obliga a trabajar más y sobre todo cuando buena parte de los beneficios empresariales provienen precisamente de esa sobreexplotación, los sindicatos hablan de “sensibilizar” a directores de recursos humanos para que entiendan que hay que facilitar más tiempo libre para dedicarlo a la familia.

En realidad nos encontramos ante un acuerdo que avala (con el apoyo de los sindicatos) y repite viejas fórmulas que tan bien le han venido a los empresarios, a la vez que introduce una espesa cortina de humo sobre la verdadera responsabilidad de gobierno y empresarios ante la situación de precariedad en la que se encuentra el mercado laboral y sus dramáticas consecuencias. Así refiriéndose a los efectos perniciosos de esta temporalidad, podemos leer: “...puede afectar a la siniestralidad laboral”. Ahora resulta que la evidente y comprobada relación directa (denunciada también por los sindicatos) entre la temporalidad y los accidentes laborales, pasa a convertirse, en aras del diálogo social, en algo que “puede afectar”.

El eje central son loables objetivos que en la práctica llevan consigo un trasvase ingente de dinero público al bolsillo de la patronal. Los más de 2.700 millones de euros se emplearán, en su mayor parte, para subvencionar a los empresarios. También una parte de ese dinero será gestionado por los sindicatos vía cursos de formación profesional, algo que tampoco supone ninguna novedad y que desde luego no justifica avalar un acuerdo que pensamos no aborda los problemas de fondo; más bien al contrario, los oculta.

Pero este acuerdo tiene un efecto pernicioso más grave aún. Es el de confirmar una estrategia sindical que se ha demostrado contraproducente a todas luces para los trabajadores, es intentar retomar la senda de la política seguida por CCOO y UGT con el gobierno de Aznar antes de la huelga general del 20 de junio de 2002.

Por otro lado con este acuerdo se echa tierra sobre el verdadero carácter del gobierno del PP en la CAM. La política global de Esperanza Aguirre es profundamente reaccionaria; el PP ha convertido el gobierno de la CAM en el bastión desde el que combatir al gobierno del PSOE y desde el que aplicar los aspectos más regresivos del programa general del PP (privatización de la sanidad, de la educación, especulación inmobiliaria, etc.).

Las organizaciones obreras en vez de dar balones de oxígeno a estos elementos y fomentar la confusión sobre la cuestión vital de que intereses de clase defiende la derecha (que son los de los capitalistas), deberían de orientar todos sus esfuerzos y recursos en organizar a los trabajadores para luchar contra el PP y sus políticas reaccionarias y contribuir decisivamente con esta lucha a desalojarlos del gobierno de Madrid.

banneringles

banneringles

banner

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas