Si bien el desarrollo y desenlace final de esta Asamblea no resulta alentador, el error más grave que podríamos cometer sería explicar la derechización de la dirección de IU por la debilidad del movimiento obrero o por la falta de espacio político pa Si bien el desarrollo y desenlace final de esta Asamblea no resulta alentador, el error más grave que podríamos cometer sería explicar la derechización de la dirección de IU por la debilidad del movimiento obrero o por la falta de espacio político para ideas genuinamente revolucionarias. De hecho, la proximidad en el calendario de la reelección de Llamazares y el acuerdo firmado por las direcciones de CCOO y UGT en astilleros, que permitirá la destrucción de miles de puestos de trabajo y la privatización de empresas públicas, nos permite ver con mayor claridad la profundidad de la siguiente contradicción: a pesar de no haberse cumplido ni un año de la formación del gobierno PSOE, su política hace que decenas de miles de trabajadores se hagan algo más que preguntas sobre la capacidad de dicho gobierno para resolver sus problemas y, sin embargo, nadie en la izquierda parece capaz de presentar un programa alternativo al reformismo de las contrarreformas.

Se trata de un aspecto crucial para entender el actual momento político en el que nos encontramos y diseñar la orientación de nuestra intervención. Si la lucha de astilleros no se salda con una victoria no será por falta de capacidad o interés en la lucha por parte de los trabajadores, sino por la falta de alternativas de los dirigentes sindicales frente a los ataques de la burguesía. Así, a una escala superior, la actual situación de IU, no refleja la ausencia de base en la sociedad para una política genuinamente de izquierdas, sino la limitación de quienes pretenden ser una alternativa a la izquierda del PSOE defendiendo un programa reformista. Esta es de hecho la esencia del documento alternativo que hemos defendido los delegados de Izquierda Roja.

Así, desde nuestro punto de vista, los múltiples aspectos que componen esta crisis, incluyendo desde luego la reelección sin la mayoría necesaria del coordinador saliente, son ante todo la expresión de la incapacidad de los actuales dirigentes de IU de hacer una política de clase consecuente. ¿Cómo no va a ser difícil que los activistas entiendan que IU es una alternativa “transformadora” si se apoyan los Presupuestos Generales de 2005 o el envío de tropas a Haití? ¿Cuando no se propone una alternativa sindical a la destrucción de empleo en Astilleros o no se denuncia la ineficacia de la comisión parlamentaria del 11-M?

Izquierda Roja:

en defensa de una alternativa revolucionaria

Un cambio de coordinador general sin más, que no supusiera un cambio de programa político, no es la solución a nuestros problemas. No se trata de personas, se trata de ideas. Por ello para los compañeros de Izquierda Roja la participación en esta Asamblea Extraordinaria siempre ha estado centrada en el debate político, en el modelo de IU que queremos construir. Nuestro documento político alternativo defendido por compañeros de las federaciones de Galiza (EU), Euskadi (EB), Asturias, Andalucía (IU CA), Islas Baleares (EU IB), Madrid, Castilla La Mancha y Catalunya (EuiA), iba acompañado de nuestra declaración política ante la Asamblea, en la que se podía leer que: “Los últimos reveses electorales no han hecho más que expresar con toda su crudeza esta situación —de crisis—, que en nuestra opinión es consecuencia directa del abandono de una política de clase y revolucionaria. En este contexto y ante esta asamblea federal, diferentes sectores de la dirección de IU se han posicionado siguiendo las mismas pautas de ocasiones anteriores: en ningún caso presentan alternativas políticas diferenciadas, sino una descarnada lucha por el poder en el aparato. Los delegados que apoyamos esta declaración, representados en la corriente Izquierda Roja, tenemos un análisis sobre las causas de este retroceso, a la vez que proponemos medidas para superar esta situación y avanzar. No nos mueve ni un loable pero impotente romanticismo revolucionario, ni ningún tipo de confianza en la capacidad y trayectoria política de la dirección que ha conducido los destinos de IU en los últimos años. De hecho, no miramos hacia arriba, hacia los dirigentes. Miramos a nuestro alrededor, a la ya muy extenuada base de la organización, así como a los sectores más avanzados de los trabajadores y jóvenes de nuestro país que han protagonizado en los últimos años movilizaciones masivas contra el gobierno del PP”.

Gaspar Llamazares:

más débil y desautorizado que nunca

La indignación reflejada en las protestas de numerosos delegados ante la reelección de Llamazares no podía ser más justa. El sector que encabeza el actual coordinador, en previsión de una derrota de su lista en la votación al Consejo Político Federal, propuso a última hora del sábado y por sorpresa, cuando la mitad de los delegados no estaban en el pleno, un enmienda que permitiera a los coordinadores generales de las diferentes Federaciones participar también en la elección del coordinador general. Así, a pesar de obtener un 49%, el coordinador saliente pudo ser reelegido.

Este tipo de maniobras antidemocráticas son ante todo una confesión de debilidad, tanto desde el punto de vista de vista numérico, al no contar con la mayoría suficiente en la organización, como de falta de confianza en las ideas que dice defender. Quién está seguro en el debate político, sabiendo que defiende, por qué y hacia donde quiere ir, no precisa de maniobras ni se asusta ante la posibilidad de quedar en minoría.

Enrique Santiago:

la falta de programa político pasó factura

Y si esta es la explicación de por qué fue posible la “victoria” de quién estaba en minoría, no es menos necesario encontrar una explicación a la “derrota” de las dos listas de oposición que ganaron una ajustada mayoría con poco más del 50%.

Estas dos listas encabezadas respectivamente por Enrique Santiago y Sebastián Martín Recio, fueron en un primer momento una sola y muy heterogénea lista de oposición a la dirección saliente que posteriormente se fracturó por el veto político a la presencia de compañeros como Sánchez Gordillo del SOC entre otros.

El que una figura prácticamente desconocida como era el caso de Enrique Santiago, quien sale a la palestra política hace pocos meses y que en todos estos años no ha realizado ninguna crítica al desarrollo de IU, pudiera aglutinar a la mitad de los delegados, es, en primer lugar, un claro reflejo de la insatisfacción y la necesidad de cambio que recorre a la ya mermada afiliación de IU. Pero ello, por sí sólo fue insuficiente. Era necesario un programa político alternativo y la movilización de la base de IU en torno a ideas y métodos diferentes a los practicados por Llamazares. Sin embargo, las energías fundamentales no se destinaron al debate político y la defensa de un giro a la izquierda en palabras y hechos. Lejos de ello todos los esfuerzos fueron para la recogida de avales para las listas de dirección. Tan es así que este sector no presentó ningún documento político alternativo, lo que permitió, entre otras cosas, que Llamazares obtuviera un 60% de votos para el suyo.

¿Qué nos deparará

el futuro?

Si bien esta Asamblea lejos de resolver los problemas ha profundizado la crisis, no podemos confundir esta pírrica victoria del sector más a la derecha de la dirección con la imposibilidad de desarrollar una alternativa de izquierdas. Haciendo un nuevo símil, podemos recordar como el éxito de participación en la última huelga general demostró que la política de pactos y paz social practicada por los dirigentes sindicales con el anterior gobierno del PP, estaba muy lejos de ser el reflejo de la desmoralización o derechización política del movimiento obrero.

No cabe duda de que una IU revolucionaria con diputados anticapitalistas, para quienes la lucha por la transformación socialista de la sociedad lejos de ser una frase hueca y decorativa para poner en algún párrafo de algún documento, fuera la base para enfocar su actividad cotidiana sería un enorme acicate que fortalecería a la clase obrera y la juventud. Ahora bien, la ausencia de una alternativa revolucionaria no detendrá la lucha de clases o la movilización. Dificultará la obtención de victorias en luchas como la de astilleros, desmoralizará y hasta apartará de la lucha a muchos activistas, no ayudará al proceso de toma de conciencia de jóvenes y trabajadores que se incorporan a la lucha. Hará el trabajo de los revolucionarios más complicado y costoso. Pero la forja de una conciencia anticapitalista, la superación de las ideas reformistas, es un proceso que hunde sus raíces y se alimenta de las contradicciones de este sistema corrupto e injusto que es el capitalismo, a pesar de la voluntad conciliadora de la mayoría de los dirigentes obreros. Por todo ello es necesaria una alternativa revolucionaria, una corriente como Izquierda Roja, que sepa resistir las dificultades actuales en el seno de IU, levantando bien alta la bandera del socialismo revolucionario y agrupe a los que ya estamos en la batalla dentro y fuera de IU, y, sobre todo, a los que están a punto de incorporarse a la lucha por transformar la sociedad.

Bárbara Areal Casset

Izquierda Roja Madrid

Delegada a la Asamblea Federal

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