El Consejo de Ministros del 20 de enero nombró a Paco Vázquez embajador de España en el Vaticano, confirmando toda una serie de rumores que circulaban por la ciudad desde hace meses y poniendo fin a 23 años en la alcaldía de un personaje tan voluble El Consejo de Ministros del 20 de enero nombró a Paco Vázquez embajador de España en el Vaticano, confirmando toda una serie de rumores que circulaban por la ciudad desde hace meses y poniendo fin a 23 años en la alcaldía de un personaje tan voluble como intransigente en sus planteamientos políticos. Fue un alcalde que se decantó desde el principio por la defensa de los intereses de los más poderosos y en función de esa premisa intentó hacer una ciudad donde las obras faraónicas ocultasen los aspectos más duros de la vida cotidiana. Pero, sin ningún lugar a dudas, el acierto más importante de este funambulista político fue lograr la cohesión de un coruñesismo histérico con el que azuzó, en cada momento que le vino en gana, los prejuicios más reaccionarios de las clases medias. Así, podemos entender su lucha contra el topónimo de A Coruña, sus descalificaciones al nacionalismo, la defensa de la capitalidad de Galicia (con manifestación incluida), su discurso marcadamente localista, etc.

Miguel Ángel Queipo Salvande

Paco Vázquez entra en el PSOE en el año 1975, llegando a secretario general del partido y presentándose a las primeras elecciones autonómicas para presidente de la Xunta. Venía precedido de un cierto halo de izquierdas por haber defendido a los trabajadores de Astano cuando era inspector de trabajo. Pero eso sólo era un disfraz que no tardó en quitarse. Aunque siempre presumió de ser guerrista y admirador de Pablo Iglesias para atraer el voto de izquierdas, Paco Vázquez fue, como muchos otros, un trepa que usó al PSOE para satisfacer sus ambiciones personales en una época en que el partido empezaba a abandonar todo atisbo de lucha por la transformación de la sociedad.

Su política de grandes obras (paseo marítimo, coliseum, casa del hombre, acuarium...) siempre tapó las deficiencias sociales de la ciudad. Casi no construyó viviendas públicas; su mayor afán fue la recalificación de terrenos y la especulación, que llevaron a una subida incontrolada del precio de la vivienda, provocando el éxodo de miles de jóvenes a los pueblos limítrofes y, por lo tanto, la pérdida de población en la ciudad. También destacó por la privatización de servicios sociales como la empresa de tranvías, basura, el servicio de la hora, etc. En el plano del empleo la cosa no va mejor. Desde el principio, Paco Vázquez, primó el sector servicios dando suelo para grandes hipermercados y destruyendo la poca industria que había en A Coruña. La última en cerrar fue la fábrica de tabacos en pleno centro de la ciudad y cuyos terrenos acaban de ser recalificados para construir nuevas viviendas, haciendo todo lo contrario de lo que había prometido en un primer momento. A eso hay que unir la poca calidad de los trabajos creados, en la ciudad, en su mayor parte eventuales y mal pagados, que de alguna manera obligan a emigrar a cada vez más jóvenes.

Opus Dei

En lo personal, Paco Vázquez, es un hombre que hace gala de su devoción religiosa, mandó a sus hijos a estudiar a colegios del Opus Dei y no escatima elogios a la hora de hablar sobre esa secta. Ni qué decir tiene que su sensibilidad lo lleva a apoyar de modo claro una educación para las élites. En relación a sus inversiones familiares siempre hubo una cortina de humo que a los periódicos locales nunca les interesó traspasar, pero es sabido de todos los negocios de sus mujer y sus hijos con grandes empresarios gallegos. Últimamente, esas relaciones le están dando algún dolor de cabeza a Paco, pues un medio cuenta cómo una empresa de nombre Iglevaz, creada por Antonio Fontenla (el presidente de la patronal gallega) es ahora de la mujer y los hijos de Paco Vázquez. Asimismo, controla el 50% de la hidroeléctrica de Arnoya, amén de conseguir de la antigua Xunta de Fraga la contratación de la empresa para construcción de mini centrales hidroeléctricas, que ahora está en fase de estudio por el nuevo gobierno. También es de resaltar su conocido rechazo al aborto o a los matrimonios gays, lo que le llevó a ausentarse de congreso cuando se votó la ley. Si a todo esto le añadimos un chorrito de españolismo recalcitrante —puso hace unos meses una gigantesca bandera española en el centro de la ciudad— tenemos el perfil de un hombre que se disfraza de socialista para hacer una política de derechas

El principio del fin

En los últimos años la figura de Paco Vázquez empieza a erosionarse rápidamente, el punto de inflexión lo marca su actitud ante la catástrofe del Prestige. Desde ese momento su futuro político queda ligado inexorablemente al del PP. Su apoyo sin reservas a todas las medidas tomadas por el gobierno de Aznar empiezan a canjearle el desprecio de sus propios votantes. En un momento de movilización sin precedentes en Galicia, que se echa a la calle para defender su dignidad como pueblo ante la manipulación y mentiras de las que estaba siendo objeto por parte del gobierno, Paco Vázquez carga contra la plataforma ciudadana Nunca Máis acusándola de estar dirigida por radicales. Llegó, incluso, a ceder el ayuntamiento de A Coruña para una reunión del Consejo de Ministros del PP, al mismo tiempo que miles de personas hacían oír su rabia en la calle. Después de tantos balones de oxígeno recibidos de Paco Vázquez, Aznar le compensaría concediéndole la Gran Cruz de Isabel la Católica por los servicios prestados.

Así, llegan las elecciones municipales del año 2003. En A Coruña el que paga el desgaste del Prestige en las municipales no es el PP, que consigue los mismos concejales que en 1999, sino el PSOE de Paco Vázquez, que pierde tres concejales y logra la mayoría por los pelos. El gran vencedor es el BNG, que gana los tres concejales que pierde el PSOE. Todo un aviso para navegantes.

Elecciones 1999 2003

PSOE 17 14

PP 7 7

BNG 3 6

Después del triunfo del PSOE en las elecciones generales del 2004 llegaron las autonómicas en Galicia. Durante la campaña electoral Paco Vázquez se dedicó a tirar piedras sobre el tejado del PSOE. A veces parecía que hacía campaña para el PP, lo cual llevó a Touriño, el candidato del PSOE, a llamarlo al orden en alguna ocasión. El resultado de las elecciones estuvo en ascuas unas semanas por el manipulado voto emigrante pero, al final se consumó también el cambio en Galicia, mandando al cajón de la historia a Fraga Iribarne y a toda su corte de caciques. Dice el refrán que cuando las barbas de tu vecino veas cortar… y eso debió pasarle por la cabeza a Don Paco.

La marcha de Paco de la alcaldía era cuestión de meses por varias razones. Primero: viendo lo que le pasó a su amigo Fraga en las urnas, mejor retirarse uno mismo a que lo echen. Segundo: si el PSOE no gana por mayoría absoluta en las próximas elecciones municipales tendría que gobernar con el BNG, y Paco no está por la labor.

Así pues Zapatero optó por matar dos pájaros de un tiro: por un lado deja el camino libre para un posible pacto con el BNG en el ayuntamiento de A Coruña, y por otro, contenta a la curia romana mandándoles un embajador con unas buenas credenciales para reconducir las relaciones Iglesia-Estado

El último acto del alcalde tuvo lugar el pasado 15 de febrero en el Salón de Plenos del ayuntamiento coruñés. Allí estaban todos los poderes fácticos de la ciudad para arropar al ex presidente de la Xunta, Manuel Fraga Iribarne, a quien Paco Vázquez investía como Caballero de Honor de la Orden de María Pita (paradojas del destino). Al mismo tiempo, en la calle, los funcionarios del Ayuntamiento se movilizaban pidiendo mejoras laborales mientras cantaban: se va el caimán, se va el caimán...

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