Después de varias manifestaciones por las calles de la cuenca minera del Nalón, un concierto en apoyo a la lucha de los trabajadores, encierros en las dependencias del ayuntamiento de Sama, la creación del colectivo de mujeres y la plataforma ciudadaDespués de varias manifestaciones por las calles de la cuenca minera del Nalón, un concierto en apoyo a la lucha de los trabajadores, encierros en las dependencias del ayuntamiento de Sama, la creación del colectivo de mujeres y la plataforma ciudadana y sobre todo, más de 200 días de encierro en los talleres de la empresa, el conflicto de Menasa (Metalúrgicos del Nalón SA), parece apuntar a su fin. Y decimos parece, porque los sindicatos han llegado a un acuerdo verbal, del cual se sabe muy poco aunque sí fue aceptado por los trabajadores, en los siguientes términos: de los 50 trabajadores actuales 12 se prejubilarían anticipadamente, los restantes, empezarían a trabajar en septiembre volviendo a ir (llevan ya desde septiembre con uno) a un expediente de regulación de empleo y se incorporarían a sus puestos de trabajo paulatinamente. Esta situación, aunque es mejor que la anterior, no permite bajar la guardia a los trabajadores que aún hoy siguen encerrados pues siguen sin saber nada con certeza.

Es preocupante que se hayan aceptado, por parte de las direcciones sindicales encargadas de negociar, la congelación salarial durante dos años, y que las incorporaciones se harían a través de entrevistas personales con los nuevos dueños, ¿a qué vienen estas entrevistas? Los trabajadores han mostrado durante años su cualificación para su puesto de trabajo. Las direcciones sindicales no debieron haber aceptado nunca esta medida. Lo lógico sería que la incorporación se diera en función de criterios objetivos y, por supuesto, que los trabajadores participaran en el proceso para garantizar que no se produce ningún tipo de discriminación. Más bien parece que la medida es una forma de “marcar” a quiénes se hayan destacado más en la lucha y de introducir divisiones y desconfianza en la plantilla además de, quizá, tratar de obligar a los trabajadores a aceptar un contrato a medida de lo que quiera el nuevo dueño.

En todo caso, los avances conseguidos han sido gracias a la lucha de los trabajadores y en ningún caso, a nuestro parecer, fruto de la capacidad negociadora de nadie. Si esto no se hubiera producido, Menasa estaría cerrada hace tiempo. La lucha de los talleres de Menasa ha sido un ejemplo para los trabajadores de las cuencas mineras y del resto de Asturias y ha demostrado cual es el camino para defendernos de los ataques de la patronal. Desgraciadamente las direcciones sindicales no han estado a la altura y han aceptado un acuerdo, una vez más por la vía del “mal menor” y muy por debajo de lo que se hubiera conseguido si se hubiera luchado con la idea de mantener todos los puestos de trabajo y no aceptar que una mala gestión la paguen los trabajadores.

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