“Corría el año 93, la lucha acababa de empezar, el tema parecía ser davices contra Goliat…”. Así comienza una canción del grupo asturiano Dixebra que, casi quince años después, continúa siendo un himno de resistencia para la juventud asturiana. En aq“Corría el año 93, la lucha acababa de empezar, el tema parecía ser davices contra Goliat…”. Así comienza una canción del grupo asturiano Dixebra que, casi quince años después, continúa siendo un himno de resistencia para la juventud asturiana. En aquel entonces, los trabajadores de Duro Felguera, en lucha por los puestos de trabajo, hicieron de su principal consigna (“No llores, lucha”) el grito unánime de la mayoría de los jóvenes y trabajadores asturianos y levantaron el viento de la solidaridad de un lado a otro de la geografía asturiana. El histórico encierro que protagonizaron en la Catedral de Oviedo se convirtió en un símbolo del sindicalismo más honesto y combativo. La fachada de la catedral, cubierta literalmente por pancartas de solidaridad ofreció durante ese tiempo a los sorprendidos turistas una imagen bien distinta a la habitual, y desde la allí los trabajadores lanzaban un mensaje a contracorriente de las políticas de pactos y retrocesos: ¡Duro Resiste!

El Primero de Mayo de este año una gigantesca pancarta sobresalía por encima de todas las demás. Una banda de gaiteros la acompañaba. En lugar del traje regional y la montera picona, la funda de trabajo y el casco azul: son los trabajadores del taller de Barros de Duro Felguera. Nuevamente en la calle reclamando el futuro y el mantenimiento de los puestos de trabajo. El cortejo de la Duro fue el centro de todas las fotos, las miradas y suscitó los comentarios de muchos de los manifestantes. “Se nota quiénes están de esto de luchar y quiénes estamos empezando, menudo despliegue”, nos comentó un trabajador de SUFISA, una empresa de jardinería donde llevan 87 días de encierro, como muy bien indica la pancarta que llevaban entre varios de ellos.

Hablamos con los trabajadores

Unos días más tarde nos acercamos al taller de Barros para hablar con el comité de empresa sobre la lucha actual. Nos reciben Pablo Barroso y Daniel Paredes, de CCOO. La conversación se prolonga y lo que inicialmente iba a ser una entrevista sobre el conflicto en concreto se convierte en una reflexión sobre la acción sindical, el modelo económico y los retos a que se enfrentará el movimiento obrero en el futuro cercano. Reproducimos aquí algunas de estas opiniones.

“La situación que vivimos es parte de la crisis que afecta al sector industrial en toda Europa, la dirección de Duro Felguera está aplicando un ‘reajuste’ a nuestras condiciones de trabajo, en consonancia con lo que exige el modelo neoliberal. Aquí sufrimos un recorte constante de personal y de condiciones. Hace un año éramos 230 trabajadores y ahora que somos 190 pretenden dejar la plantilla en 120”.

“El actual administrador prometió potenciar la contratación de obra, presentar un plan económico que asegurara la viabilidad… la realidad es que el taller está vacío, porque tienen una estrategia consciente de no contratar obra y, con esa excusa trasladar el personal a otras divisiones del grupo y debilitar la plantilla. El grupo tiene un volumen de obra histórico, pero la producción se desvía a países con mano de obra más barata o se subcontrata”.

“Desde el propio grupo se acusa a este taller de ser deficitarios, mala calidad, poca productividad, pero no es así. Es más, nos utilizan como cajón de sastre en la contabilidad. La última tuneladora que construimos, o más bien que montamos, porque la fabricación de las piezas se subcontrató, nos la trajeron ya fuera de plazo. Luego montaron una filial, MHI, que se apuntó los beneficios y las pérdidas se cargaron aquí (…) En cuanto a la calidad, aquí hay gente que lleva trabajando treinta años, son profesionales, es la falta de organización de los propios mandos y la nula inversión tecnológica lo que redunda en la calidad, no nuestro trabajo. Detrás de estos ataques está la intención de liquidar el modelo de plantilla que tenemos, estable y con derechos…”.

“Nosotros reclamamos que se despeje el futuro con un plan industrial al que se comprometieron y cuyo acuerdo se están pasando por el forro. Nos negamos a la reducción de plantilla, se presente como se presente, pues son despidos encubiertos, y además exigimos mantener los contratos relevo, que han permitido que entren compañeros jóvenes a trabajar en iguales condiciones que el resto. Ellos lo presentan como traslados de trabajadores a otras divisiones del grupo, pero la cuestión es que esos puestos de trabajo desaparecen, porque en otras no existe el contrato relevo. De momento hemos realizado algunas movilizaciones, cortes, etc. La empresa ha propuesto una rueda de negociación. Si no hay acuerdo iremos incrementando la presión. Estamos decididos a llegar hasta donde sea Las cuencas no pueden permitirse más destrucción de empleo. Queremos vivir y trabajar aquí”.

Sale a relucir, a cuento de la precariedad, la nueva reforma laboral: “Es lamentable la falta de información entre las bases y entre los propios cuadros del sindicato. ¿Cómo pueden firmar por nosotros algo que no sabemos lo que es? Si yo cuando negocio un convenio siempre informo de cómo van las negociaciones y luego se hace una asamblea y un referéndum para aprobarlo, lo que exijo dentro de mi sindicato es información y un referéndum donde decidir. Porque la mayoría de los trabajadores no se sienten representados por la dirección sindical. Si cada vez se basan más en las relaciones con el gobierno y los empresarios… ¿Cómo nos van a representar?”.

El carro delante de los bueyes

“La cuestión es que hay poca participación en el sindicato, también es verdad que es difícil participar ¿cuántas veces reúnen asambleas de delegados? Y cuando las hay son informativas. Por ejemplo, para la reforma laboral: asamblea informativa y sin posibilidad de réplica ¿Qué es eso? Cualquier cosa puede ser la gota que colme el vaso y que pase como en Francia, el carro delante de los bueyes. O la huelga del metal en Vigo: la gente está reclamando mejoras, no ya por convicción política, sino por propia necesidad. Estamos entrando en una etapa de crisis en la cual la clase trabajadora está moviéndose ya. Esto es un aviso de que no se puede seguir negociando retrocesos”.

“Aquí tanto los sindicatos como los partidos obreros están tratando de perpetuar el ‘estado del bienestar’, que para los capitalistas ya no es viable y que está dando los últimos coletazos. Las mínimas reservas que quedan son las que están amortiguando la lucha. Pero la gente cada vez vive una situación más precaria. Las condiciones objetivas que alimentan esto están ahí. Ahora falta la organización obrera que canalice esto y lo lleve adelante, en lugar de frenar o incluso echar para atrás la lucha. Lo que hay que hacer es alentarla para recuperar el terreno perdido, porque doscientos años de lucha de los trabajadores los estamos perdiendo en veinte”.

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