Dispuestos a ir hasta el final, íbamos a por el despido nulo y la readmisión. Sabíamos que era complicado porque la empresa no estaba por la labor y al parecer el juez tampoco, ya que desestimó todas las pruebas solicitadas por la abogada. Además, la empresa contaba con el vergonzoso apoyo de la mayoría del comité de empresa, concretamente los delegados elegidos por UGT.
A pesar de esta situación iniciamos una campaña de denuncia pública. Repartimos miles de panfletos y contamos con el apoyo del Sindicato de Estudiantes que organizó una campaña de solidaridad en institutos y facultades de la zona. Además, al juzgado llegaron numerosos faxes exigiendo la nulidad del despido.
Y, una vez más, se ha demostrado que luchar sí sirve, es lo único que sirve. Finalmente mi despido fue considerado improcedente y conseguí el doble de la indemnización que correspondía por ley, si me hubiera resignado me habría ido con un despido disciplinario procedente por “insubordinación y negligencia grave al poner en peligro la integridad de los menores” (de esto me acusaban desde la dirección de mi centro) y con este expediente tendría muy complicado volver a trabajar con menores, o en cualquier otro ámbito de los servicios sociales.
A día de hoy, la Fundación Internacional O’Belen ha vuelto a demostrar lo que son en realidad, al no pagar lo acordado. El caso vuelve a estar en manos de la Asesoría jurídica del sindicato.
Daniel Reyes
Educador afiliado a CCOO