Después de que el proceso de negociación del convenio colectivo del Metal de Pontevedra diera lugar a unas impresionantes movilizaciones en mayo de 2006, los metalúrgicos vigueses han tenido que volver a tomar las calles un año después. En esta ocasión el motivo no fue la negociación del convenio, sino el incumplimiento del mismo por parte de los empresarios, como, por otro lado, era previsible. Como dijimos en nuestro análisis de la lucha del año pasado, "la firma del convenio no es el fin de la cuestión. Ahora hay que conseguir que las empresas lo cumplan en el día a día".

Dos semanas de huelga indefinida

Los incumplimientos se centraban en dos aspectos: el porcentaje obligatorio de plantilla fija y la bolsa de empleo para el subsector de la construcción naval, cuyos trabajadores son los que se han movilizado en esta ocasión. El convenio estableció un 45% de fijos para este año, porcentaje que algunas empresas no estaban cumpliendo. Entre ellas destacaba Montajes Nervión (la misma empresa que en julio de 2006 despidió a toda su plantilla en la factoría ferrolana de Navantia), que sólo tenía 8 fijos de un total de en torno a 240 trabajadores. Respecto a la bolsa de empleo, las empresas intentaban que un trabajador pudiera encadenar contratos sin necesidad de pasar por la bolsa. Lógicamente, dado que los incumplimientos afectaban a aspectos fundamentales conquistados durante la lucha de 2006, los trabajadores no podían dejarlos pasar sin respuesta y volvieron a hacer un despliegue de combatividad. De hecho, esta huelga duró más de dos semanas y fue más larga que la del año pasado, hasta que la amenaza de extender la lucha a todo el Metal (y el temor a que se juntara con la huelga de 48 horas en la construcción convocada por la CIG en la provincia) llevó al acuerdo.

El acuerdo recoge que las compañías auxiliares tendrán un mes de plazo para cumplir el 45% de fijos que marca el convenio y que aquellas que no lo cumplan pasado ese plazo serán echadas de los astilleros y no podrán optar a nuevos contratos, entrando sus trabajadores en la bolsa de primeros. Esto, indudablemente, es una conquista muy positiva que ayuda a combatir la piratería laboral, o sea, la competencia entre empresas a costa de las condiciones laborales de sus trabajadores. Pero el acuerdo también tiene sus sombras, ya que establece que se podrán encadenar contratos para diferentes obras, tanto dentro de un mismo astillero como entre astilleros distintos. Aunque en este caso se impone la condición de que la compañía supere en 10 puntos el porcentaje de fijos que marca el convenio, no deja de ser una desvirtuación de la bolsa de empleo. Si, como lloriqueaban, los empresarios tienen tanta necesidad de contar con determinados operarios, la alternativa es obvia: hacerlos fijos, y así los podrían desplazar a cualquier obra que tengan contratada sin más cortapisas que las que marca la ley para la movilidad geográfica.

Al igual que el año pasado, esta huelga también volvió a poner de manifiesto la parcialidad de los medios de comunicación burgueses, que se posicionaron desde el primer momento con la patronal y difundieron todos los prejuicios habituales en estos casos: los trabajadores son unos irresponsables que dañan la imagen de la ciudad, los trabajadores son unos vándalos que destrozan el mobiliario urbano, etc. Es verdad que alguna de las acciones de los trabajadores tuvo un final no deseable, porque ocupar el edificio de la Xunta en Vigo y lanzar por las ventanas los expedientes que allí estaban tramitándose no ayuda a ganar las simpatías del resto de los trabajadores ni le hace ningún daño a la patronal. Pero es muy hipócrita que la patronal y la prensa burguesa condenen hechos de este tipo porque son ellos los que contribuyen a que se produzcan, la patronal por ser la culpable de que los trabajadores estén en condiciones laborales tan indignas que provocan esos estallidos de furia y los medios de comunicación por no denunciarlas.

En cualquier caso, también como el año pasado, este acuerdo no es un punto final. El interés de las empresas, tanto de las principales como de las auxiliares, para que la subcontratación del sector naval vigués siga desordenada es enorme, porque eso les permite explotar más a sus trabajadores. La única garantía para que podamos defender nuestros intereses de clase, la única garantía de nuestra fuerza, es que estemos organizados. Y esta es la gran cuestión pendiente: la reorganización del movimiento obrero, la recuperación de un sindicalismo combativo, asambleario y democrático, la recuperación de un sindicalismo que trabaje para elevar el nivel de conciencia, de organización y de lucha de los trabajadores.

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