Los pasados 2 y 3 de diciembre se celebró en Compostela la XII Asamblea Nacional del Bloque Nacionalista Galego, marcada sin duda por el cerca de año y medio de gobierno PSOE-BNG en la Xunta de Galiza.

El BNG tras las elecciones

Tras las elecciones autonómicas del 19 de junio de 2005, el BNG accedió por primera vez en su historia a la Xunta, eso sí, perdiendo muchos votos con respecto a las anteriores, lo que le colocó en el papel de "socio débil" de la coalición con el PSOE. Sin embargo, no se debe medir la fuerza del BNG tan sólo por sus resultados electorales. Los militantes del BNG jugaron un papel destacado en la lucha contra el gobierno Fraga, dirigiendo, por ejemplo, la lucha del Prestige y situando al BNG como referente a ojos de amplios sectores de la clase trabajadora. Ante este hecho, al BNG se le planteó un dilema tras las elecciones: hacer política para los trabajadores que los auparon al poder o hacerla para los empresarios, predicando el pacto social.
El bipartito comenzó con promesas importantes, como la construcción de 25.000 viviendas sociales y la creación de 200.000 puestos de trabajo no precarios. El incumplimiento de estas declaraciones ha tenido su efecto, como es natural, en el propio BNG. La dirección de Quintana, líder del Bloque y vicepresidente de la Xunta, parece optar por el pacto social, por la colaboración de clases, como demuestra, por ejemplo, su actitud ante los "trapicheos" de la Diputación de Ourense, gobernada por el PP. La Diputación planeaba pedir un préstamo de 20 millones de euros a la banca, con lo que la deuda de la institución ascendería a los 82'5 millones de euros. El BNG no planteó medidas concretas en oposición a estos desmanes, tan sólo protestó porque el préstamo no fuera concedido por un banco gallego (La Voz de Galicia, 15/11/06).
Otra muestra muy reveladora del giro de los dirigentes del BNG hacia la derecha es la propuesta del conselleiro de Industria, miembro del BNG, de privatizar el astillero de la antigua Astano, en Fene.
La mayor preocupación de la dirección del BNG parece ser la inclusión del término nación en el nuevo estatuto de autonomía, que pretenden negociar con el PP, renunciando a darle un contenido social que responda a las necesidades de los trabajadores gallegos.
Toda esta situación ha provocado que se alcen en el nacionalismo gallego las primeras voces en contra de la dirección y a favor de recuperar las tradiciones e ideas de la izquierda. Estos movimientos comenzaron en la CIG, el sindicato nacionalista, cuando algunos destacados sindicalistas abandonaron la UPG (Unión do Pobo Galego, el principal partido del BNG). De hecho, dos días antes de la XII Asamblea, la CIG anunció su retirada de todas las mesas de diálogo social impulsadas por el bipartito al comienzo del mandato. En esta situación se llegó a la asamblea, llamada por Quintana la "asamblea de la unidad" (A Nosa Terra, nº 1245).

La ‘asamblea de la unidad'

Optaron a la dirección cuatro listas: la oficialista de Quintana, apoyada por la UPG y el PNG (centro-derecha); dos de carácter socialdemócrata, el Encontro Irmandiño, dirigido por el histórico líder Xosé Manuel Beiras, y A Alternativa, inspirada por Camilo Nogueira; y por la izquierda el Movemento pola Base.
Encontro Irmandiño hizo bandera de mantener el modelo de congresos asamblearios, que el sector de Quintana consiguió sustituir por el congreso de compromisarios. En la actual circunstancia, el modelo propuesto por Quintana está destinado fundamentalmente a obstaculizar la expresión en los congresos de la crítica de la base y a reducir el grado de incertidumbre sobre el resultado congresual.
Por su parte, el Movemento pola Base surge a iniciativa de algunos dirigentes de la CIG críticos con la actuación del BNG en la Xunta. Las cuatro candidaturas obtuvieron respectivamente 31, 9, 5 y 5 miembros en las votaciones para el Consello Nacional (máximo órgano de dirección entre congresos). Fue el congreso del BNG donde hubo más candidaturas.

Tensiones futuras

Pero esta asamblea no resolvió la principal contradicción del BNG: para quién gobernar. El BNG tiene que elegir entre seguir su rumbo actual de institucionalización derechista o girar hacia la izquierda y fomentar una política que beneficie a la clase obrera.
El BNG contiene elementos claramente progresistas, como la defensa de los derechos lingüísticos y nacionales, y logró aglutinar tras de sí a sectores amplios de la clase obrera y la juventud más combativa. Sin embargo, en la medida que el Bloque ha crecido, las contradicciones entre su programa (socialdemócrata) y las aspiraciones de su base social se han agudizado. Al igual que ocurre con los dirigentes del PSG o de los reformistas en general, en la medida en que no tienen una alternativa al capitalismo, que sólo puede basarse en una política de independencia de clase, tienden siempre a una alianza, de forma abierta o encubierta, con la burguesía. En el caso concreto de determinados sectores de la dirección del BNG esa alianza interclasista se justifica sobre la base de defender "Galicia" en general, a imitación de CiU en Catalunya (que sólo gobierna para la burguesía), alejándose de los sentimientos de las capas más oprimidas de la sociedad.
Los marxistas, por el contrario, pensamos que el fin de la opresión nacional sólo puede conseguirse con la transformación socialista de la sociedad, tarea que exige una lucha implacable de la clase obrera contra la burguesía, empezando por la burguesía de la propia nación.
Como ambas opciones son absolutamente incompatibles, llegado a un punto el BNG está abocado a sufrir una escisión, entre aquellos que consideran prioritario la defensa de los intereses de los trabajadores y aquellos que abogan por llegar a acuerdos con los empresarios autóctonos, atenuando las contradicciones de clase bajo la bandera de la nación. Ésta es la razón de fondo de la división que se ha visto en este congreso del BNG y de que la oposición a la derechización de la dirección comenzase por sectores ligados a la CIG. Si el BNG no da un vuelco a su política y empieza a gobernar para los trabajadores y los jóvenes, sus tensiones internas se acentuarán. El Movemento pola Base es un primer síntoma, pero si esta corriente quiere realmente ser una alternativa que haga del BNG un instrumento para luchar por los intereses de la clase obrera, debe armarse con el único programa capaz de conseguirlo: el marxismo y el internacionalismo proletario.

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