Tras once meses de campaña por parte del Ministerio de Educación intentando conseguir un pacto por la educación con la derecha, la patronal y la Iglesia católica, ha sido el Partido Popular el que se ha levantado de la mesa, dejando con la boca abierta al gobierno del PSOE a pesar de las concesiones realizadas.
Tras once meses de campaña por parte del Ministerio de Educación intentando conseguir un pacto por la educación con la derecha, la patronal y la Iglesia católica, ha sido el Partido Popular el que se ha levantado de la mesa, dejando con la boca abierta al gobierno del PSOE a pesar de las concesiones realizadas. Estas son algunas de ellas:
· Itinerarios segregadores para expulsar al mercado laboral a los alumnos con más dificultades, y que el PP intentó imponer en la "Ley de Calidad".
· Pruebas de diagnóstico de centros que serán utilizadas para elaborar ránkings de centros y azuzar la competencia (como sucede en Madrid, con Esperanza Aguirre).
· Fomentar más la escuela privada-concertada frente a una red pública de calidad, haciéndose eco de la hipócrita consigna del PP sobre "la libertad de elección de centros para las familias".
· Abrir las puertas para un trasvase mayor de fondos públicos a manos privadas a través de "incentivos" a las empresas para la formación académica.
· Devaluar la FP incentivando la escuela no reglada y poniendo a disposición de las empresas los contenidos de formación que se impartirán en las aulas.
· Permitir, por omisión, que la Iglesia católica siga haciendo uso de las escuelas para continuar su labor de captación y adoctrinamiento religioso.
· No reconocer los derechos democráticos de los estudiantes, etc.
Durante todos estos meses desde el Sindicato de Estudiantes hemos denunciado públicamente y ante el propio ministro de Educación, Ángel Gabilondo, el profundo retroceso que para la educación pública supondría este pacto. La respuesta recurrente que obteníamos era que "es necesario tener una visión de los intereses del país y no únicamente los de una organización en particular". ¡Precisamente (y como demuestran los puntos anteriores) lo que estaba haciendo el Gobierno!, acatar prácticamente a pies juntillas lo que el PP exigía.
Desde los primeros meses de "discusión" el Ministerio se deshizo en atenciones y halagos al PP y sus propuestas, mientras que a las organizaciones, que desde la izquierda alertábamos de las consecuencias de un pacto con la derecha, se nos marginaba y trataba de ningunear. Finalmente, por más que Gabilondo ha mendigado al PP y cedido al 90% de sus exigencias, estos últimos han optado por darle un portazo. Pero, ¿por qué? La derecha, en este momento en el que el gobierno del PSOE se encuentra en una situación crítica, dando pasos que están rompiendo con su base social de apoyo, no quiere implicarse en dar su aval a un gobierno en dificultades, prefiere dejarle gobernar, que se desgaste y pierda las elecciones. Para entonces, el PP tendrá ya parte del terreno recorrido y, además, podrá hacer responsable al anterior gobierno del mayor deterioro existente en la enseñanza pública.
Lamentablemente todo parece indicar que, a pesar de esto, el ministerio no va a retirar todas las medidas reaccionarias que el pacto con la derecha traía consigo. Gabilondo ha planteado que "con Pacto o sin él éstas son las medidas propuestas por el Gobierno", dejando más en evidencia su giro a la derecha.
El Ministerio de Educación en lugar de poner su empeño en pactar con los profesores, estudiantes y padres que defendemos genuinamente una escuela pública de calidad y con la mayoría real de la sociedad, sacar conclusiones y rectificar seriamente su línea política, parece decidido a profundizar en un fuerte viraje a la derecha que conecta perfectamente con el plan de ajuste anunciado recientemente por Zapatero en el Parlamento.

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