El pasado jueves, 27 de septiembre, los trabajadores de Mina La Camocha daban por finalizada la huelga indefinida que mantenían desde el día 17, para reclamar el pago atrasado de salarios y exigir que se despejaran las incertidumbres sobre su futuro laboral.

El pasado jueves, 27 de septiembre, los trabajadores de Mina La Camocha daban por finalizada la huelga indefinida que mantenían desde el día 17, para reclamar el pago atrasado de salarios y exigir que se despejaran las incertidumbres sobre su futuro laboral. Desde primeras horas de la mañana, multitud de trabajadores, familiares y amigos se concentraban en el pozo para recibir a los ocho miembros del comité de empresa que permanecían encerrados desde el inicio de la huelga, a más de 500 metros de profundidad. La satisfacción de la plantilla era palpable, pues han obtenido una respuesta satisfactoria a todas sus reivindicaciones.
En la asamblea donde se explicó el acuerdo participaron los secretarios generales de la minería, tanto de CCOO como de SOMA UGT. Ambos indicaron que el ministerio de industria garantiza el cobro de todos los salarios atrasados y se compromete a recolocar en Hunosa, respetando su antigüedad y categoría a todos aquellos mineros que no puedan acogerse a las prejubilaciones cuando cese la actividad de la mina, el 31 de diciembre de este año.
El acuerdo obtenido por La Camocha ha provocado, como no podía ser de otro modo, la reacción inmediata de otras dos explotaciones que cerrarán en la misma fecha, Jovesa y Minas del Principado, cuyos trabajadores también reclaman incorporarse a Hunosa manteniendo sus actuales categorías.

Jovesa y Minas del Principado

A la hora de escribir este artículo, cinco trabajadores de Minas Principado permanecen encerrados en el pozo El Rasón, reivindicando igual trato respecto a su incorporación en Hunosa y reprochan a los sindicatos mineros haberlos tratado como trabajadores de segunda. En una pancarta colocada en la bocamina del Rasón, firmada por Minas Principado y Jovesa podía leerse: "Recolocaciones sin discriminaciones, ¿Dónde estáis, UGT y Comisiones?".
Por su parte, las federaciones de estos dos sindicatos justifican el trato que recibirá la plantilla de La Camocha amparándose en los acuerdos firmados hace unos años, donde industria reconocía la singularidad de dicha mina, cuyos trabajadores gozaban ya de condiciones similares a los de la minería pública. Esta explicación puede parecer insuficiente a quienes desconocen la actual situación de la minería asturiana pues, parece razonable pensar que si las federaciones han conseguido un acuerdo ventajoso para una explotación, deberían intentar al menos ampliarlo a las otras dos minas afectadas.
Pero la cuestión es más compleja, y la victoria de los trabajadores de La Camocha lejos de cerrar un frente ha provocado divisiones y la protesta de parte de los trabajadores de Hunosa, quienes consideran que este acuerdo perjudicará sus intereses. De hecho, nada más conocerse el acuerdo han estallado nuevos paros en los pozos de Hunosa Santiago, Monsacro y Carrio, donde trabajan excedentes de anteriores explotaciones mineras ya clausuradas, puesto que según un portavoz de los mineros "cuando nosotros nos incorporamos lo hicimos como ayudantes mineros" y si los de La Camocha entran con una categoría superior "dificultará nuestra promoción, ya que esos puestos ya estarán ocupados". Así las cosas, parece que el enfrentamiento entre los trabajadores está servido, sin que se atisbe una solución en el medio plazo.
Desde nuestro punto de vista, esta situación es una consecuencia inevitable de todo el proceso de la reconversión minera en Asturias. Durante décadas, aceptando acuerdos que contemplan una disminución brutal de puestos de trabajo, sin ninguna alternativa industrial seria, las direcciones sindicales se han embarcado en una huida hacia delante, abordando cada problemática por separado, firmando nuevos planes que contemplaban mas destrucción de empleo, sin tener en cuenta (mas allá de las denuncias verbales) los incumplimientos en materia de recolocaciones y nueva actividad industrial. El resultado ha sido que finalmente han abocado a los trabajadores a pelear entre sí por el reparto de los restos del naufragio, buscando en la salida individual una solución a sus problemas concretos.
De todo esto no deducimos la inutilidad de la lucha sino todo lo contrario. Esta situación pone de nuevo de manifiesto la inutilidad de aceptar el modelo sindical del mal menor, que termina convirtiendo en un problema incluso las victorias que los trabajadores obtienen en la lucha sindical, como es el caso reciente de La Camocha. Contra ello reivindicamos la necesidad de un sindicalismo que contemple no sólo las cuestiones estrictamente laborales, sino capaz de ofrecer una alternativa al propio sistema capitalista, que no es capaz de garantizar un trabajo digno a la mayoría de la población. Abordar la negociación aceptando sin más el punto de vista del gobierno o la patronal, sin cuestionar los beneficios empresariales ni la propiedad de las empresas, es decir, aceptando la lógica del sistema capitalista, hace imposible defender los intereses generales de los trabajadores. Pensamos que la reciente situación creada en Asturias, tras más de veinte años de reconversión minera, es una buena muestra de todo ello.

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