Todos nos enteramos que el 26 de mayo cuatro trabajadores de la construcción murieron en Valencia: abrió los telediarios, lo dijeron las radios, salió en la prensa... Pero la siniestralidad laboral tiene otra faceta: los accidentes in itínere, los que se producen en el trayecto entre el domicilio y el trabajo, o viceversa. Ese mismo fin de semana, otros cuatro trabajadores de la construcción perdieron la vida en las carreteras gallegas. Eran portugueses y, como todos los fines de semana, iban o retornaban de sus casas en el norte de Portugal. Hasta la Guardia Civil de Tráfico achaca las muertes a esta trashumancia laboral: los viernes, al cansancio acumulado durante una semana con jornadas diarias de 10 ó 12 horas y al ansia de llegar; los lunes, al madrugón y las prisas para estar a tiempo en el tajo. Un joven del pueblo de los tres fallecidos decía en un periódico: "No queda otra. Elige: o mueres en una furgoneta o mueres aquí sin esperanza ni futuro".
Pero no hace falta ser un inmigrante portugués para sufrir esta lacra. ¿Cuántos accidentes de tráfico de trabajadores españoles no esconden detrás las mismas causas? La solución al problema no es más controles en las carreteras, como propone Tráfico, sino cambiar las condiciones laborales y, más allá, cambiar realmente las cosas para conseguir un mundo que ofrezca a todos esperanza y futuro.

banneringles

banneringles

banner

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas