En el mes de septiembre Porcelanas Principado y Gevensa presentaban con un día de diferencia la suspensión de pagos. Inmediatamente, la Cámara de Comercio de Gijón hacía unas declaraciones solicitando "ayudas públicas para las empresas en crisis" y una "reforma laboral que permita flexibilizar el mercado de trabajo".

 En el mes de septiembre Porcelanas Principado y Gevensa presentaban con un día de diferencia la suspensión de pagos. Inmediatamente, la Cámara de Comercio de Gijón hacía unas declaraciones solicitando "ayudas públicas para las empresas en crisis" y una "reforma laboral que permita flexibilizar el mercado de trabajo".

Siguiendo la tónica empresarial desde que la gravedad de la crisis se hizo evidente, ahora todas las organizaciones empresariales se suman al carro de las ayudas públicas y, de paso, pretenden aprovechar la coyuntura para empeorar aún más las condiciones laborales. Cuando en los últimos años veíamos el cierre y la deslocalización de empresas como Menasa, Autotex, etc, desde estas páginas explicábamos que la única solución viable era la nacionalización de estas empresas, bajo el control de los trabajadores, para salvar el empleo y proteger el tejido industrial. En aquél momento, la respuesta de las asociaciones empresariales era el silencio, las diversas administraciones públicas declaraban una y otra vez que ellos "no podían intervenir en las empresas privadas" y, en todo caso su solución era "buscar un nuevo empresario que reflote la empresa" a quien además se le regalaban millones de euros de dinero público sin ningún tipo de control. Por su parte, desde las direcciones sindicales la alternativa no era muy distinta a la de la administración. Como mucho, lo de añadir al término "empresario" la palabra "responsable" como si eso fuera la garantía de futuro de los puestos de trabajo.
 El resultado es de sobras conocido: destrucción de empleo, soluciones chapuceras (como la que se dió a Porcelanas Principado en su momento) y negocio redondo para los empresarios que obtenían ayudas públicas sin ninguna contraprestación.
 Ahora que el capitalismo está inmerso en una crisis brutal todos recurren al estado para que socialice las pérdidas de la patronal, y aparentan estar muy preocupados por los miles de puestos de trabajo que se van a perder. En realidad, con o sin ayudas públicas, el resultado siempre ha sido una reducción de plantilla y recortes salariales y laborales.
 El ejemplo de Porcelanas Principado es muy ilustrativo. Ya en el año 2000 el empresario anuncia el cierre y en aquel momento, desde el Principado de Asturias se conceden préstamos y avales por valor de 2,4 millones de euros, además de costear 22 prejubilaciones. El nuevo gestor tardará tan sólo cinco años en volver a plantear el cierre. Para "salvar la empresa" se negocia una quita del 75% de la deuda, el aplazamiento durante diez años de los créditos, nuevas prejubilaciones a cargo del Principado, que además aportaba 800.000 euros más y una reducción salarial del 10% para el resto de la plantilla. En aquel momento este acuerdo suscitó divisiones y críticas entre la plantilla pero finalmente ante la ausencia de otras alternativas fue aceptado.
 El comité de empresa valoraba que, pese a los retrocesos y sacrificios para los trabajadores, este acuerdo serviría para solucionar los problemas de la empresa a largo plazo y manifestaba su esperanza de que "el importante recorte de empleo fijo se solucionase sin despidos irreversibles". Frente a las dudas suscitadas declaraban "esperemos que el tiempo y los hechos nos den la razón". Pero no ha sido así.
 No han pasado ni dos años y de nuevo la empresa dice estar en bancarrota, presenta la suspensión de pagos y el despido de los 70 trabajadores que quedaban en plantilla. Y ahora es la Cámara de Comercio la que pide al estado que de nuevo vuelva al rescate, no sólo de esta sino de todas las empresas que estén en dificultades, por supuesto no para salvar los puestos de trabajo sino para garantizar sus beneficios.
 ¿De que han servido los sacrificios de los trabajadores de Porcelanas Principado? Para nada en absoluto. ¿Por qué los empresarios pueden pedir ahora que intervenga el estado y los trabajadores tenemos que resignarnos al paro y al trabajo precario porque "estamos en crisis"? ¿Qué han hecho los empresarios con los beneficios astronómicos que han acumulado durante más de una década de crecimiento ininterrumpido? Desde luego, sabemos lo que no han hecho: no han subido los salarios, no han creado empleo digno, no han invertido en mejorar la productividad.
 Entonces ¿Para qué nos sirven los empresarios? Hace algunos meses entrevistábamos a un trabajador de una empresa argentina, Zanón, (casualmente también de porcelanas) que tras muchas dificultades y amenazas de cierres había sido ocupada por los trabajadores, que reclamaban la nacionalización de ésta. El resultado, después de varios años, nos lo explicaba el propio trabajor: "Viendo que pasaba el tiempo, que teníamos miedo de quedarnos sin trabajo cuajó la idea de tomar la planta y ponerla a producir aunque algunos compañeros planteaban que había que esperar otro empresario. No nos quedó ningún ingeniero ni supervisor ya que ellos no estaban de acuerdo con nosotros. En marzo de 2002 se toma la fábrica y en octubre empieza a funcionar con 15.000 metros cuadrados mensuales de producción. Hoy después de seis años estamos en los 420.000 metros cuadrados mensuales. Éramos 270 trabajadores y hoy somos 470 dentro de los cuales están el equipo de salud organizado por los mismos trabajadores y por gente de los hospitales regionales con los que hicimos un convenio. Tenemos distintos médicos trabajando el la planta: clínicos, pediatras, un psicólogo.
  "La calidad de elaboración que se conseguía antes en la planta era del 81,5% y hoy estamos en el 86% de calidad. Eso se debe al sacrificio que hacemos todos porque sabemos que a mejor calidad menor costo de producción y mejor ganancia.(..) Podemos distribuir mejor los recursos, por ejemplo se han mejorado en cuatro veces los sueldos que cobrábamos al principio.(..) Los dirigentes no cobramos de más sino el salario básico. Los puestos de coordinadores y del sindicato dentro de la planta son rotativos y se renuevan cada tres años. No se puede ser elegido por más de dos períodos. Las trabas las pusimos por los problemas que tuvimos con la burocracia. Esto es control obrero."
 Para nosotros, como trabajadores, ésta es la mejor opción para salvar los puestos de trabajo. La experiencia ha demostrado que los empresarios sólo mantienen las empresas cuando les conviene a sus beneficios. El problema es que los trabajadores tenemos que comer todos los días, no sólo cuando le conviene al empresario. Antes de permitir el cierre de una empresa debemos luchar para conseguir su nacionalización, no permitir que se continúen desviando recursos públicos para engordar beneficios empresariales y exigir el control de las empresas por los propios trabajadores. No hay otra salida para evitar que la crisis económica de al traste con el empleo y el futuro de cientos de miles de familias obreras. Como decía este trabajador de Zanón: "Una fabrica puede funcionar sin empresario, sin trabajadores no".

¡AYUDAS PÚBLICAS SÍ,
PERO PARA NACIONALIZAR BAJO CONTROL OBRERO!

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