El primer ataque fue hace más de un año, cuando la empresa fue dividida en dos: una de mozos de almacén y otra de oficinistas, debido a que el comité de empresa se metía demasiado en asuntos que la patronal considera de su exclusividad e intentaba organizar a los trabajadores.

El primer ataque fue hace más de un año, cuando la empresa fue dividida en dos: una de mozos de almacén y otra de oficinistas, debido a que el comité de empresa se metía demasiado en asuntos que la patronal considera de su exclusividad e intentaba organizar a los trabajadores.

El 29 de septiembre, la empresa despide a tres compañeros, ¡dos de ellos de baja por accidente laboral! Nuestro trabajo es 100% físico. Según un estudio ergonómico hecho por la mutua, hay que actuar de forma inmediata en el 91% de los puestos de trabajo, ya que sus condiciones repercuten gravemente en la salud de los trabajadores. ¿Y qué hace la empresa? En vez de mejorar las condiciones, ¡despide a los lesionados! Su objetivo era amedrentar a los trabajadores: o se acepta lo que hay o a la calle, que estar de baja es de mangantes. Pero pasó todo lo contrario: la indignación de la plantilla fue total, el ambiente era de rabia y también de inseguridad, ¡mañana le puede tocar a cualquiera!

Las huelgas por la readmisión de los despedidos

Ante estos despidos, el comité de empresa convocó una huelga de 24 horas para el 7 de octubre, muy bien recibida por la plantilla. Aunque éramos optimistas, también había cierta incertidumbre porque era la primera vez que Pull iba a la huelga, así que hicimos un llamamiento enérgico a la plantilla a acudir al piquete. El mensaje que transmitió la empresa fue que si el piquete impedía la entrada a alguien, que se fuese para casa, que no hubiese problemas. El día 7, más de 150 trabajadores y delegados sindicales de otras empresas del Grupo Inditex de Ferrol y Coruña, estuvimos en las puertas. Todo se de-sarrolló pacíficamente, sin ningún incidente.
Pero todo cambió diez días más tarde, el viernes 17. Para este día estaba convocado un día de huelga por la negociación del convenio provincial de comercio vario de A Coruña, al que pertenece Pull. A las reivindicaciones generales, le sumamos la readmisión de nuestros compañeros despedidos injustamente. La actitud de la empresa dio un giro de 180 grados y el mensaje a los trabajadores de oficinas fue que el que no fuese a trabajar era porque apoyaba la huelga y que se atuviese a las consecuencias, y que tenían que entrar a cualquier precio, incluso enfrentándose al piquete. Este cambio de actitud probablemente se debió a que pensaron que la huelga del 7 iba a ser un fracaso, y cuando vieron el gran apoyo que tuvo, decidieron que tenían que derrotarnos a cualquier precio.
El día 17 la huelga fue masiva entre los mozos, pero los trabajadores de oficinas de la empresa segregada, con el jefe de recursos humanos al frente, quisieron entrar, para lo que contaron con la inestimable ayuda de los antidisturbios, que tras pedirnos que nos retirásemos de la puerta (a lo que nos negamos) e intentar apartarnos tirando de nosotros (cosa que no consiguieron porque éramos más que ellos), procedieron a cargar. Hubo algún contusionado y una compañera despedida sufrió un ataque de nervios. La carga policial tuvo una gran repercusión mediática.
El comité de empresa se reunió el domingo y decidimos dar la siguiente respuesta: asambleas en todos los turnos el lunes y encierro del comité en las instalaciones de la empresa el martes, que finalizaría la mañana del miércoles 22 para acudir a una concentración de delegados, ya prevista, ante la sede de Inditex en Arteixo.
Acudimos más de cien delegados de las diferentes empresas del grupo en la provincia y de diferentes sindicatos. Nos metimos dentro del recinto y exigimos que saliese algún responsable, como así fue. Le exigimos una reunión inmediata, ya que desde los despidos la empresa no había mantenido ninguna comunicación con el comité, y un rato después volvió a salir para anunciar una reunión el lunes 27. Aunque la empresa quiso actuar con prepotencia, le fue imposible porque en dos semanas se encontró con un terremoto: dos huelgas exitosas, la segunda con carga policial, un encierro y más de cien delegados entrando en las instalaciones del gigante.
En esa reunión, la patronal se mostró dispuesta a hablar de cualquier reivindicación menos de la readmisión de los despedidos, en una clara maniobra para crear divisiones egoístas entre los trabajadores. Nuestra respuesta fue que la readmisión era lo primero.

Extensión de la lucha

Decidimos continuar peleando con una estrategia de extensión de la lucha. Nuestro siguiente objetivo fue ir a por una movilización de todos los trabajadores de Inditex en la provincia, para lo que nos dirigimos a los otros comités de empresa para celebrar una reunión conjunta, aunque a nuestra federación sindical no le hizo ninguna gracia y nos dijo que no podíamos hacer eso. Lo que no fueron capaces de decirnos es por qué es incorrecto que varios comités de una misma empresa (al fin y al cabo, todas pertenecen a Inditex) nos reunamos para defendernos unidos de un ataque patronal. Además, anunciamos un piquete de protesta ante la tienda de Pull&Bear en el centro de Ferrol el viernes 31, mañana y tarde. Inditex movió ficha y el miércoles 29 aumentó en 8.500 euros lineales la indemnización por despido, oferta que los tres aceptaron.
Aunque esto puso punto final a la lucha, estamos seguros de que la fuerza y unidad demostrada por los trabajadores de Pull tendrá repercusiones positivas en nuestras condiciones laborales. En cualquier caso, decidimos mantener la reunión conjunta de comités de empresa (a celebrar el 14 de noviembre) porque consideramos que esa reunión puede contribuir a que ante futuros ataques, en Pull o en cualquier otra empresa de Inditex, haya una respuesta unida de todos los trabajadores del grupo.
No hubo ningún motivo objetivo para los despidos. Inditex es una empresa de éxito y su presidente, Amancio Ortega, es el español más rico y el único que está entre los 25 más ricos del mundo. Además, Pull acaba de recibir 4.600.000 euros del Plan Ferrol, un plan de reindustrialización creado tras la última reconversión naval. La empresa está probando cómo respiramos. Vienen tiempos difíciles, de crisis económica, y saben que sus beneficios van a bajar. La diferencia entre lo obtenido y lo que esperaban obtener nos lo van a querer sacar a los trabajadores haciéndonos trabajar más y pagándonos menos. Tenemos que organizarnos y luchar en defensa de nuestros intereses.

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